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Según los manifestantes, dicho documento es un “Acuerdo Tóxico” que hará que se comercie más carne vacuna de Sudamérica a Europa, y de este continente llegarán más pesticidas hacia esta parte del mundo. En suma, se destruirá todavía más el medio ambiente.
Desde luego, Greenpeace no podía decir otra cosa. El cambio climático es su bandera y desde ahí hacen lo posible por impedir hasta el comercio entre los países.
Greenpeace, no obstante, con el Acuerdo UE- Mercosur está mostrando su doble cara. Dice estar en desacuerdo, pero sus miembros saben que lo importante sigue en dicho documento: el cambio climático. En el portal oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores de Paraguay, Acuerdo UE- Mercosur, en el punto 13 bajo el título “Comercio y Desarrollo Sostenible”, se lee de manera reiterada la expresión “cambio climático” visto desde la teoría antropogénica.
Esto significa y vincula directamente a la actividad humana en su actividad productiva, extractiva o de consumo como la causante de la contaminación del ambiente.
Para Greenpeace y a los incautos que todavía siguen creyendo en el cambio climático producido por el hombre, en nada les interesa el progreso, la inversión y la alimentación de millones de personas en el planeta, gran parte de ellas desnutridas. En nada les interesa además que China, el mayor socio comercial del Mercosur, sea el país que más contamina y no está dispuesto a sumarse a los acuerdos ambientales de los que tanto les agrada a Greenpeace.
Tampoco les interesa la producción del campo, que produce alimentos en los diversos países para el mundo, donde al final y al cabo los países más pobres son los más beneficiados con el gran paso que se ha venido dando desde hace décadas en inversiones en el sector agropecuario.
Greenpeace, así como toda la agenda ambientalista 2030, sabe que tienen las de ganar si el cambio climático es antropogénico. Esta organización hace creer que luchan a favor de la naturaleza cuando que finalmente pretenden imponer barreras arancelarias e impositivas cada vez más altas e incluso disminuir, hasta evitarla si fuera posible, las inversiones en tecnología y mejoras de la calidad y productividad de los productos del campo.
Una guerra declarada
Cuando se habla del cambio climático y de la producción de alimentos para el mundo estamos ante una guerra declarada. Y la agresión no proviene de la gente trabajadora en especial, la que vive y se desvela todos los días en el campo. La agresión proviene de organizaciones como Greenpeace y otras que comulgan con un ideario contrario al progreso que cuide el medio ambiente.
Es que de eso se trata. El progreso no puede destruir todo a su paso como si fuera un fin en sí mismo. El progreso es un medio para que el hombre mediante el uso de sus derechos a la vida, la libertad y la propiedad colabore pacíficamente con su prójimo produciendo cada vez más bienes y servicios para todos.
De manera que la agresión no está de nuestra parte, como por ejemplo el que suscribe, por cierto, no es productor del campo, sino una persona interesada en la búsqueda de la verdad, y que mientras no se me demuestre que en este tema estoy equivocado, pues seguiré insistiendo en ello, pues está en juego no solo la economía en sí misma, sino también la correcta y buena política hasta la misma supervivencia de la civilización y la especie humana.
La producción agropecuaria está en primera línea de batalla, pero en el fondo se encuentra algo todavía mucho más sagrado que es la libertad y la propiedad de cada quien. En suma, están en juego la vida, el presente y el futuro de ese hombre y mujer del campo que se dedica junto con su familias asociadas en cooperativas y empresas en general a producir alimentos según criterios de calidad y de intercambio comercial.
Un gran paso para la humanidad
No sería necesario poner este subtítulo si no fuera porque los hechos me dan la razón. Y no solo los hechos que de por sí son suficientes para demostrar acerca de la importancia e interés que tiene este tema, sino la línea de pensamiento a la que me suscribo desde hace mucho tiempo en defensa de los valores y principios de la libertad basada en el imperio de la ley.
Debemos comprender el contexto histórico para extendernos sobre el tema. En efecto, ocurrió que las familias empobrecidas que había originado los largos años de intervencionismo estatal apoyado por la izquierda de los diferentes países, ahora y por obra y gracia del capitalismo liberal fueron saliendo de ese estado de calamidad: las familias reunidas en cooperativas y empresas se fueron convirtiendo en empresarios, en pequeños emprendedores.
Y lo hicieron porque las reformas agrarias de redistribución de tierras terminaron en despilfarro y corrupción. No se priorizaron el otorgamiento de títulos de propiedad, se fijaban precios a los productos, todo lo cual acarreó que los únicos beneficiados fueran los políticos aprovechadores. Campeó la dependencia política.
Todo ello terminó por restar los necesarios incentivos para elevar la producción y la productividad en el campo. Todas las políticas de redistribución de tierras mediante las llamadas reformas agrarias han terminado en un colosal fracaso porque fueron y siguen siendo estatistas.
Por fortuna y debido al ámbito de cooperación que solo la libertad, la propiedad privada y la responsabilidad por los propios actos pueden lograr, surgió lo que hoy se llama el agronegocio que llegó hasta la misma ganadería.
La inversión en tecnología, genética, prácticas de suelos y pastos, semillas, el regadío artificial, así como las mejoras en general habrían de quedarse y mejorarse porque sencillamente resultaron exitosas. La producción en terrenos de pequeña y mediana superficie, lugares donde se luce por su laboriosidad el genuino agricultor y no solo el campesino, se fue fortaleciendo con mejores ingresos así como afectando la autoestima personal y todo en beneficio del individuo, de las familias y de la nación.
La estrategia de Greenpeace de hacer creer que el Acuerdo UE-Mercosur será perjudicial toma en cuenta sus mezquinos intereses donde muestra su doble cara. El Acuerdo UE- Mercosur no es para bajar la guardia puesto que contiene los desvaríos del cambio climático como de hecho se transcribió y de manera profusa en el punto 13 Comercio y Desarrollo Sostenible del mencionado documento.
Impedir
El cambio climático es la bandera de Greenpeace y desde ahí hacen lo posible por impedir hasta el comercio entre los países.
Doble
Con el acuerdo UE- Mercosur está mostrando su doble cara. Dice estar en desacuerdo, pero saben que lo clave sigue: el cambio climático.
(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.