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Mucho hemos celebrado el marco económico capitalista por su capacidad para mejorar la vida de la mayoría que vive bajo su manto invisible, adoptando nuevas ideas, nuevas combinaciones y nuevos líderes que innovan para generar crecimiento económico. La inestabilidad del capitalismo es vista como un mal necesario: el fracaso estimula la innovación y elimina la ineficiencia; la pobreza nos empuja a superarnos. Este sistema dinámico, y frecuentemente turbulento, se basa en una sola verdad doctrinal: creemos en la propiedad privada de los medios de producción de la riqueza. Nuestro marco político liberal apuntala este precepto que, por encima de todo, valora la libertad de autodeterminación de las personas que son iguales ante la ley según la cual consienten en ser gobernados.
Esta intersección entre libertad personal y patrimonio personal es más visible en la amplia gama de herramientas de gestión del patrimonio disponibles en el mercado. Si bien varían en sus detalles, todas estas herramientas ayudan a las personas acaudaladas a visualizar su riqueza, definir objetivos a largo plazo, identificar debilidades, medir su progreso y contar con un equipo humano dedicado. El poder de tomar decisiones en tiempo real y basadas en datos está a su plena disposición para crear un mañana mejor para usted y su familia.
Sin embargo, cuando se trata de pobreza, ¿por qué descartamos tan fácilmente nuestros ideales liberales? ¿Por qué insistimos en privatizar la riqueza pero en nacionalizar la pobreza? En el otro extremo del espectro de ingresos, hay una gama igual de extensa de herramientas para gestionar la pobreza que no son utilizadas por, sino más bien aplicadas a, las personas pobres, por lo general a través de modelos únicos de asistencia social o entregas de efectivo. ¿Qué pasaría si devolviéramos la pobreza a los pobres, permitiéndoles definir y manejar su pobreza con las mismas libertades y herramientas que están a disposición de los ricos?
Los escépticos afirman que la gestión de la pobreza es una tarea vasta y compleja que no se puede delegar a las personas pobres; tal vez porque creen que los pobres no tienen las habilidades ni el criterio para lograr el éxito. Después de todo, la pobreza es compleja y el ingreso es solo una de muchas piezas móviles, junto con las carencias individuales y estructurales en materia de seguridad, salud, saneamiento, educación, agua, y más. Tal vez los escépticos creen que toda nuestra lucha contra la pobreza no ha sido más que batallar contra molinos de viento. O tal vez temen que eliminar la pobreza estructural signifique abandonar el capitalismo por completo, una solución impensable para muchos (incluso para mí).
Una herramienta para el autodiagnóstico
Y sin embargo, el capitalismo nunca se ha echado atrás ante la complejidad. ¿Podemos encontrar una manera de aprovechar la innovación y la creatividad inherentes al capitalismo para experimentar con nuevas ideas y nuevas combinaciones para apoyar a los nuevos líderes en la lucha contra la pobreza? La respuesta es que sí.
En menos de una generación podemos eliminar la pobreza del mundo. Sí, eliminar. No reducirla ni aliviar sus efectos. Cero pobreza en todo el mundo y para siempre. Este no es una promesa vacua; ya lo estamos haciendo en 50 países con 450 organizaciones.
Mi equipo en Fundación Paraguaya desarrolló la app Semáforo de Eliminación de la Pobreza, una herramienta basada en colores que definen lo que es ser muy pobre (rojo), pobre (amarillo) y no pobre (verde), y cuenta con 50 indicadores divididos en 6 áreas temáticas: ingreso y empleo; salud y medio ambiente; vivienda e infraestructura; educación y cultura; organización y participación; interioridad y motivación. Cualquiera que sepa de la teoría de la pobreza estará familiarizado con estos indicadores, pero nosotros no los hemos seleccionado. Los seleccionaron nuestros clientes de microfinanzas. Ellos mismos definieron los umbrales entre rojo y amarillo y verde para cada indicador. Una guía ilustrada ayuda a los hogares a autodiagnosticar su pobreza y un tablero codificado con colores les informa sobre sus fortalezas y debilidades. Así es que cada hogar diseña su “Mapa de Vida” y decide en cuáles áreas, y en qué orden desea atacar la pobreza por sí mismo.
El rol de la fundación consiste en fortalecer la capacidad de actuar de las familias para verdear todos los 50 indicadores, ya sea ofreciéndoles soluciones de nuestro banco de datos en constante desarrollo o contactándolos con otros integrantes de su comunidad. Al fin y al cabo, cada familia tiene su propia constelación de desventajas y nunca dos familias son pobres de exactamente la misma manera. Redes de aprendizaje horizontales entre familias pueden resultar igual efectivas que cualquier programa estatal de asistencia que yo conozca.
Usted notará que utilizo el término “familia” como unidad de análisis (en su sentido más amplio definido como aquellos que viven bajo el mismo techo). Si bien es cierto que los sociólogos (así como los teóricos liberales y políticos) se concentran en personas individuales y no en hogares –también estamos profundamente arraigados en nuestras relaciones parentales y redes sociales que influyen en nuestra toma de decisiones y nos proveen recursos–. Hemos constatado que las familias que trabajan conjuntamente en el autodiagnóstico de su pobreza y en la elaboración de su propio plan de acción utilizan, en primer lugar, los recursos no aprovechados en su propio hogar.
Al referirnos a hogares, se nos abren posibilidades muy interesantes. Primero, se reduce la dimensión del problema. Con 3,8 personas por cada hogar, Paraguay ya no tendría una población de 7,5 millones de habitantes, sino de 1,9 millones de hogares. Esto no es un truco de magia: la percepción del tamaño de un problema modifica directamente nuestra confianza en poder solucionarlo.
Segundo, este enfoque en hogares permite una coordinación efectiva entre gobierno y el sector de asistencia social. Muchas veces se ofrece la misma solución para un problema con muchas capas: vacunas para niños, cursos de emprendedurismo para mujeres, enseñanza de técnicas de producción agrícolas para hombres. Pero ninguno de estos esfuerzos se desarrolla en un vacío: hijos más sanos se traduce en más tiempo para trabajar para las madres, una madre emprendedora encuentra mejores alternativas para vender la producción de su marido. Nosotros esperamos que las familias trabajen en conjunto y esto también debería regir para las organizaciones.
La responsabilidad se desplaza
¿Qué sería necesario para poder eliminar la pobreza en el Paraguay en cinco años? Contamos con la herramienta para el autodiagnóstico, la metodología para el acompañamiento y la plataforma con la base de datos. Ahora solo necesitamos el poder imaginario y la voluntad política para su implementación a escala.
Yo lo he calculado: 1,9 millones de familias pueden verdearse en un plazo de 5 años si movilizamos una red de 10.000 mentores, cada uno apoyando a 200 familias. No hace falta generar nuevos empleos; tan solo hace falta integrar nuevas tareas a los empleos ya existentes. Paraguay tiene 340.000 empleados públicos quienes, de hecho, trabajan estrechamente con las familias (tales como docentes, médicos o enfermeras) que únicamente requieren de la correcta capacitación y del estímulo para prestar servicios adicionales. Hay ejemplos exitosos como los empleados del correo de Finlandia que los jueves cortan el césped de sus clientes, o los empleados del correo de Francia que en sus rondas se ocupan de visitar a los más ancianos de sus conciudadanos.
El sector privado es la última pieza de este grupo de actores principales y es transversal a todos sectores que intervienen en la eliminación de la pobreza. Para la economía, el Semáforo de Eliminación de la Pobreza es mucho más que una asistencia social: usted está entregando un instrumento potenciador de la productividad a su gerente de Recursos Humanos con el cual él podrá atacar los problemas que impiden que sus colaboradores aprovechen todo su potencial. Para las empresas con las que estamos colaborando no se trata solamente de un incremento en el retorno de su capital, sino una llamada a despertarse. Supongamos que un supermercado observa que el 20% de sus colaboradores están en rojo o amarillo, o un banco descubre que el 90% de sus empleados están en rojo en el indicador de capacidad de ahorrar. Ahora imagínense que una empresa apoya a sus proveedores para verdearse de tal forma que en el futuro no sufrirá de interrupciones en la cadena de suministro.
Las soluciones del pasado no servirán para los desafíos del futuro. Independientemente de si el sistema económico capitalista es el responsable de haber creado el problema de la pobreza o no, la responsabilidad de la eliminación de la pobreza a nivel mundial se ha trasladado de los poderosos y privilegiados a los desfavorecidos. Permitamos que la idea de un mundo sin pobreza nos entusiasme, y que también nos entusiasme el desafío de contribuir con nuestra parte a la consecución de esta meta.
“En menos de una generación podemos eliminar la pobreza mundial para siempre”.
Eliminar
En menos de una generación podemos eliminar la pobreza del mundo. Sí, eliminar. No reducirla ni aliviar sus efectos. Cero pobreza en todo el mundo y para siempre.
Fracaso
La inestabilidad del capitalismo es vista como un mal necesario: el fracaso estimula la innovación y elimina la ineficiencia; la pobreza nos empuja a superarnos.
Solución
Las soluciones del pasado no servirán para los desafíos del futuro. Independientemente de si el sistema económico capitalista es el responsable de haber creado el problema de la pobreza o no.
(*) Emprendedor social de Paraguay. Fundador de la Fundación Paraguaya que desarrolla soluciones innovadoras para la lucha global contra la pobreza y el desempleo.
La publicación de este comentario en el medio periodístico alemán Schweizer Monat puede encontrarse en https://schweizermonat.ch/kapitalismus-fuer-arme/