Mentira y robo a cara descubierta: endeudamiento e inflación

He sido y seguiré siendo un tenaz crítico a la política de endeudamiento de los gobiernos de turno que se está llevando a cabo en el país. Y lo sostuve desde un comienzo y de esto varios años atrás cuando todo parecía estar bajo control y sin afectar supuestamente a las demás variables de las finanzas como de la economía.

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Hoy día los hechos me dan la razón. Y no porque desee tenerla sino porque lamentablemente el avance del intervencionismo estatal está llevando al Paraguay hacia un camino obscuro y equivocado del cual aún estamos a tiempo de salir, a menos que se desee (como parece) ver qué pasa cuando la tormenta se posicione sobre nosotros.

Es un absurdo esperar que la tormenta se forme porque si cae lo hará inexorablemente con efectos dañinos sin importar el nivel socioeconómico al cual uno pertenezca. Y no lo hará sobre las finanzas gubernamentales sino sobre todo y en primer lugar sobre la economía privada, sobre los individuos, las familias y las empresas, las que producen, crean y distribuyen la riqueza.

La deuda pública que crece a pasos agigantados se posiciona a la fecha en el orden del 40 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) sin contar los intereses. Esto es un error que no podemos seguir permitiendo. Si en la administración estatal aun con los más avezados técnicos continúan empecinados en aumentar la deuda, la crisis económica fiscal es más que factible. Y no solo eso, sino que sobrevendrá con el problema fiscal un proceso hiperinflacionario que no se podrá corregir tan fácilmente.

Así como vamos, el sendero financiero se ha vuelto peligroso, hipotecando a las futuras generaciones, afectando directamente al sector económico privado y también a los más necesitados. Y cuando digo a los más necesitados, no lo digo con el sesgo populista que algunos seguro me criticarán y de hecho ya lo hicieron.

¿Acaso no se sabe que el deterioro del poder adquisitivo afecta todavía más rápidamente a los asalariados, jornaleros y personas con ingresos precarios? Esta es una realidad que no se puede esconder ni aquí en Paraguay como en cualquier otro lugar del mundo.

Tal vez la noción más ingenua y equivocada sobre el endeudamiento se deba, entre otros motivos, a que se la considere como una política que todos los países llevan a cabo. Todavía más, se cree que porque lo hacen los países desarrollados entonces por qué en los menos desarrollados sería un problema.

Grave error

Esta suposición teórico y práctica es un grave error, tan grande que es aprovechada por los técnicos y políticos para seguir expandiendo de ese modo la influencia estatal sobre la sociedad mediante el uso de expresiones como justicia social y estado social, etc., todas ellas sin una base de sustentación filosófica con la libertad y la República.

Como cada vez más estamos alejados de los principios y valores del liberalismo republicano que conlleva a la economía libre de mercado, entonces el intervencionismo estatal mediante políticas cada vez más laxas incrementan la superioridad del Estado sobre el individuo.

La deuda mundial se extiende, pero en los países más desarrollados no tiene el mismo efecto de inestabilidad económica o colapso a lo interno debido a que son economías mucho más vigorosas capaces de sortear los inconvenientes, al menos en el corto y mediano plazo porque también luego se verán fuertemente afectadas.

Sin embargo, en los países subdesarrollados como de esta parte del planeta, las economías son todavía débiles y hasta dependientes del mismo clima. Basta con que se empiecen a descarriar el déficit y desde ahí se inicia un proceso que puede ser muy delicado para precisamente los sectores productivos como los que tenemos aquí en Paraguay.

Primero, la razón política

La inflación es un fenómeno monetario causado y sobre qué es no hay ciertamente una definición única. Si decimos que tenemos alta inflación es cuando los precios de los bienes aumentan en un 10 o 15 por ciento por año. Ahora bien, si hablamos de hiperinflación, esta situación ocurre cuando los precios aumentan un 50 por ciento o más al mes.

Más allá de estas definiciones que pueden variar muy poco, lo importante es que un proceso inflacionario y luego de hiperinflación tiene efectos devastadores sobre el poder adquisitivo del dinero. El tema de fondo al cual en esta ocasión me referiré está en dos cuestiones.

Primero, que la hiperinflación existe debido al papel moneda sin respaldo y es causado por la banca central al aumentar la cantidad de dinero en cualquier momento y en cualquier cantidad. ¿Y cuándo empieza a ocurrir esto? Sucede cuando el Estado ya no puede financiar sus gastos y los momentos concretos para ello de acuerdo a la historia se dan en momentos de guerra o cuando está sobreendeudado.

Este proceso tiene una causa política. El gobierno de turno sabe que no le conviene aumentar los impuestos por la represalia que podría ocasionarle sobre el electorado y como ya tampoco puede seguir endeudándose tan fácilmente, entonces emite dinero.

Y lo segundo, la catástrofe

Un Estado que se encuentra en categoría de sobreendeudamiento porque por ejemplo empieza a contraer nuevos empréstitos para pagar deudas anteriores (como empieza a ser el caso de nuestro país) los problemas financieros se presentan y se refuerzan con la caída del PIB. Los ingresos presupuestarios ya no alcanzan y el agujero fiscal se vuelve cada vez más grande y para cubrir este problema se emiten nuevos bonos que el Banco Central compra y paga con dinero recién creado.

Es cierto que la cantidad de dinero aumenta en el mercado, pero no para mejorar las condiciones de vida de la gente, de ninguna manera. Como ahora hay más dinero, artificial por cierto, la gente cambia ese nuevo dinero por bienes, lo que hace que los precios de esos bienes suban.

De este modo, lo que era un “poco” de inflación y un no tan importante endeudamiento se volvió un gran problema, de esos que son de verdad y no de simple fachada. Los precios suben y los salarios ajustados a la inflación disminuyen, la calidad de vida merma ostensiblemente, caen la producción y el empleo, campea la inseguridad. Nada de lo que dijo el gobierno de turno, ni los técnicos ni los políticos fue cierto. Todo fue una mentira y un robo a cara descubierta.

Deuda

La deuda pública que crece a pasos agigantados se posiciona a la fecha en el orden del 40% del PIB, sin contar los intereses.

Peligroso

El sendero financiero se ha vuelto peligroso, hipotecando a futuras generaciones, afectando al sector económico privado y también a los más necesitados.

(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.

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