Cargando...
¿De dónde provienen estas legislaciones como la de promocionar vehículos eléctricos con cargo a otros que no tienen siquiera un auto? ¿Dónde está la base de ideas de todo esto? Porque de eso se trata, de una base de ideas cuya pretensión es hacernos creer que el mundo está por terminarse, por tanto, a los ambientalistas (que en el fondo no se comportan como verdaderos defensores del medio ambiente) empiezan a elucubrar sus proyectos para ir directamente contra los bolsillos de los demás.
Es cierto que hay como una obsesión por el tema del clima de nuestro planeta y de hecho las personas estamos de un modo u otro expuestas a esta situación, incluso desde el inicio de la vida como sociedad en la tierra. Como seres humanos sabemos que el clima tiene potencial destructivo y si a eso le agregamos que al comienzo mismo de la historia todo ello se mezcló con la religión, pues entonces se pueden explicar los miedos y hasta mentiras que se fueron propalando a lo largo del tiempo.
Los mitos
En efecto, lo que antes significaba regirnos por antiguos mitos y dioses, luego por fortuna la ciencia y sobre todo el deseo de conocer la verdad fue haciéndonos más razonables, más prudentes y con ello también más críticos hacia aquellos que siguen vendiéndonos la idea del apocalipsis ambiental.
De este modo y aunque a algunos les parezca hasta increíble, si antes hasta se llegó al grado de sacrificar vidas humanas en un altar para atraer lluvias o terminar con las inundaciones etcétera, hoy en pleno siglo XXI nos encontramos con nuevos chamanes climáticos diciendo en cuanto lugar tengan para ser oídos, que la tierra está pronta para desaparecer, que el calentamiento global es inminente y que, por tanto, hay que empezar a reducir la población, cueste lo que cueste.
Y lo de “cueste lo que cueste” es hasta literal. Si hay que hacerle pagar a la gente más dinero para que otros por ejemplo puedan adquirir un producto determinado so pretexto de que de ese modo se va colaborar con el medio ambiente, entonces no hay excusa para que no se haga.
Aquí seguidamente algunas de las “predicciones científicas” que nunca se han dado, todas ellas avaladas desde la farsa del cambio climático que, por cierto, consideran sus propiciadores como antropogénicas, esto es, provocadas por el hombre cuando que se sabe que finalmente los cambios que venimos experimentando desde hace miles de años se debe a las oscilaciones de forma cíclica relacionadas con el campo magnético del sol, así como también con las manchas solares que se pueden observar en su superficie.
Las falsas predicciones
1967: “Hambruna terrible para 1975″
1969: “Todos desaparecerán en una nube de vapor azul para 1989″
1970: “Edad de hielo en el año 2000″
1970: “América sufrirá racionamiento de agua en 1974 y racionamiento de alimentos en 1980″
1974: El agujero de ozono es un “gran peligro para la vida”
1980: “La lluvia ácida mata la vida en los lagos”
1988: Las Maldivas estarán bajo el agua en 30 años
1989: La subida del nivel del mar “destruirá” a la mayoría de países en el año 2000
2000: “Los niños no sabrán qué es la nieve”
2004: Gran Bretaña tendrá clima siberiano para 2020
2008: El Ártico se quedará sin hielo para 2018
2009: El Ártico se quedará sin hielo para 2014
2013: El Ártico se quedará sin hielo para 2015
2014: Tan solo restan 500 días antes del “caos climático”
Hoy, en el 2022, la farsa continúa desde luego. Y aquello de que se debe lo mismo seguir intentando evitar el apocalipsis que ellos dicen se viene tiene la connotación autoritaria de hacer lo que haya que hacer, es decir, cueste lo que cueste, no hay excusas. El problema sin embargo es precisamente eso. Que los farsantes del clima mienten y con sus mentiras llegan a los gobiernos y desde ahí imponen sus agendas mediante el uso de la coerción propia de los correspondientes Estados.
Vehículos eléctricos
La reciente promulgación de la ley de incentivos y promoción a vehículos eléctricos es precisamente eso. Una imposición por la cual se pretende bajar los insumos conducentes a la compra de este tipo de automóviles. El problema que desde luego los sacerdotes chiitas del falso ambientalismo nunca se preguntan es de dónde saldrá el dinero para pagar la rebaja de costos en la producción y por qué tendría que una persona pagar por algo que no quiere y no puede obtener el vehículo eléctrico.
Si el costo de producción es X y su venta llega al público supongamos en X+ 30 entonces quiere decir que ese es el precio que el público estaría dispuesto a pagar por el vehículo. Sin embargo, si el costo X es beneficiado con una notable disminución de impuestos, gravámenes en general, tasas y subsidios, entonces quiere decir que algunos deben pagar la diferencia. Si X hora es (-) menos 50 entonces, ¿quién abona ese diferencial para que el monto sea menor?
¿Quién también pagará?
Si lo hace el Estado mediante una ley como la señalada entonces la respuesta es que se pagará con el dinero de otras personas. Esto es, que la gente que ya paga su impuesto o tributo en general estará financiando a los que pueden comprarse sus vehículos eléctricos y ¡nuevos!
Ocurre que entre esas personas (que financian con sus impuestos a los que se van a comprar sus vehículos ahora más baratos) muchas de ellas no pueden acceder a estos nuevos automóviles porque sencillamente sus ingresos no se corresponden con los que sí pueden comprarse un nuevo vehículo o hasta ni siquiera tengan un automóvil. En consecuencia, no se está apoyando ni a la industria automotriz eléctrica ni al mantenimiento del medio ambiente ni mucho menos se está haciendo valer el principio de igualdad ante la ley: se está cometiendo una injusticia contra un sector de la población que se perjudica para que otro grupo de gente en minoría se beneficie.
La ley de incentivos y promoción del transporte eléctrico es la muestra de que la farsa ambientalista ha llegado demasiado lejos. Llega hasta a tocar los bolsillos de la población, aquella que ni tan siquiera tiene un vehículo y que estará financiando a un sector que ya tiene un auto y que ahora quiere uno nuevo. Esto se llama injusticia, una violación de la igualdad ante la ley, es lo contrario al libre mercado y al respeto y consideración hacia el prójimo.
Muestra
La ley de incentivos y promoción del transporte eléctrico es la muestra de que la farsa ambientalista ha llegado demasiado lejos.
Bolsillo
Llega a tocar bolsillos de la población, de la que ni siquiera tiene un auto y financiará al sector que ya tiene un vehículo y que ahora quiere uno nuevo.
(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.