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Estimaciones realizadas por el Ministerio de Hacienda dan cuenta que el déficit del sistema público acabaría con las reservas en el año 2026. Por tanto, desde el 2027, el descalce de la Caja Fiscal sería cubierto con recursos del Tesoro, ergo, con los aportes de los contribuyentes. En tal sentido, la aprobación del proyecto de ley de “equiparación de los haberes jubilatorios” aceleraría el mencionado proceso, amenazando, incluso, la estabilidad de las cuentas fiscales.
Ante el inminente desfinanciamiento de la Caja Fiscal, la posibilidad de aumentar impuestos en el próximo Gobierno se presenta como la principal alternativa para hacer frente a los nuevos beneficios. Generalmente, los tributos tienen un impacto muy importante en el corto plazo. De hecho, una reducción de impuestos estimula la demanda incrementando el ingreso disponible, tanto para personas como empresas. Además, incentiva directa e indirectamente a las compañías a expandirse. De manera directa porque se incrementan los resultados de la empresa al final del ejercicio y desde el impacto indirecto, aumentan las ventas.
En tanto que, una suba impositiva tiene el efecto adverso, debido a que la demanda se ve contraída afectando la decisión de consumo de los agentes económicos, así como la rentabilidad de las empresas.
Un estudio del Banco Mundial (BM) titulado: “El impacto distributivo de los impuestos y las transferencias monetarias: la experiencia de ocho países en desarrollo”, mostró que, si bien los impuestos (creados o aumentados) y las transferencias monetarias redujeron la desigualdad en todos los países investigados, la pobreza creció, aún después de que se hayan entregado las transferencias directas. Es decir, la carga de los impuestos indirectos como el Impuesto al Valor Agregado (IVA) superaron los beneficios de las transferencias directas en la población ubicada en la parte inferior de la distribución del ingreso.
En efecto, el incremento en los tributos indirectos termina afectando significativamente el consumo, y en el caso del segmento de la población con menores ingresos, el impacto es aún mayor.
Por lo tanto, el incremento de impuestos impacta de manera indirecta a los negocios con la reducción en sus ventas y, posteriormente, con la contracción de los mismos. Esta situación, probablemente, conlleve a la reducción de jornadas de trabajo o incluso prescindir del personal.
En tanto que un aumento de impuestos en la renta empresarial genera desincentivos a la expansión, debido a que las ganancias disminuyen. Por tanto, las empresas centran su análisis en si la rentabilidad esperada compensa el riesgo de la inversión realizada. Incluso, para compañías multinacionales, el incremento de tributos podría provocar el replanteamiento de su continuidad en el país.
Adicionalmente, cuando los impuestos son altos, las empresas tienen mayores incentivos para evitar el pago de estos. Es decir, comienzan a plantearse nuevas estrategias que deriven en la mitigación del impacto de los nuevos impuestos en lugar de concentrarse en mejorar la calidad de la producción y a ofrecerlos a precios más competitivos.
De acuerdo con el economista argentino José Luis Espert, el impacto en las pequeñas empresas es aún mayor, sobre todo si se considera un mercado con altas tasas de informalidad como caracteriza a la región de América Latina y el Caribe.
En palabras de Espert, “aquí los problemas de ineficiencia económica son mayores, debido a que los elevados impuestos sacan de competencia a la empresa organizada dispuesta a cumplir. Es mucho más fácil escapar al control impositivo cuando se es pequeño y, por lo tanto, la atomización artificial de la actividad económica existente es una consecuencia natural de la elevada presión impositiva. Así se hipertrofian sectores que se prestan a negocios de pequeña escala, lo que resiente la productividad global de la economía”.
Como parte de una cadena de efectos, la productividad a largo plazo también se vería afectada, lo que se traduciría a sueldos más bajos. Así, un menor crecimiento económico, significaría incluso un estancamiento o la caída en los ingresos fiscales.
¿Existen otros agentes que cargan con una suba impositiva?
La persona que paga el impuesto no es siempre el que económicamente carga con el costo. Economistas como Michael J. Boskin sostienen que en un mercado globalizado e interconectado donde existe la libre movilidad de capitales, y la libre movilidad de los factores de producción, un alza de impuestos recae al final sobre la fuerza laboral, es decir, en los trabajadores. Esto, debido a que la movilidad global de capitales es mucho más rápida que la fuerza laboral. En consecuencia, el capital migraría hacia condiciones más favorables de rentabilidad, mientras que la caída de inversión y capital afectarían la productividad, por ende, el salario real de los trabajadores. En tal sentido, Espert afirma que “si las empresas grandes no obtienen rentabilidad acorde a lo esperado que les compense el riesgo local, emigran. Antes de hacerlo, ya envían señales al mercado, contratando menos personal e, incluso, comenzando a despedir. De modo que la incidencia final de los impuestos recaerá sobre asalariados. ¿Lo pagan entonces los asalariados de mayores ingresos? Probablemente no, ya que ellos también tienen la oportunidad de emigrar y lo hacen”. Está comprobado en la literatura económica que, en un mundo globalizado, los impuestos a los ingresos y las cargas sociales terminan pagando los asalariados no calificados”.
Finalmente, la solvencia del sistema de jubilaciones y pensiones del sector público es un tema más que urgente en el país. Aquí se ponen sobre la mesa los problemas del presente y las expectativas del futuro para la mayoría de la sociedad por el alto impacto social y las repercusiones que se extienden a las personas y las familias. Solamente una reforma que haga converger el sistema previsional actual hacia uno diseñado sobre los principios básicos de sostenibilidad financiera permitirá la disminución de una mayor carga impositiva sobre las futuras generaciones mejorando a su vez, la competitividad, la eficiencia y el crecimiento del país.
Reservas
Estimaciones de la cartera fiscal dan cuenta que el déficit del sistema público acabaría con las reservas en el año 2026.
Adverso
Suba impositiva tiene el efecto adverso debido a que la demanda se ve contraída y afecta el consumo de agentes económicos y la renta de las empresas.
Déficit
Para este año el déficit ascendería a US$ 224 millones, donde el programa no civil llegaría a US$ 153 millones y el civil a US$ 71 millones.
Descalce
Caja Fiscal cuenta con unos US$ 800 millones entre la reserva acumulada e inversión, pero el descalce terminaría agotando los fondos en unos 4 años.