Apocalipsis climático: antesala de proyectos autoritarios

La expresión apocalipsis significa el fin del mundo. Dicho término lo usan y abusan los ambientalistas estatistas quienes proclaman a los cuatro vientos que estamos ante una eminente extinción, como lo ha dicho tantas veces la adalid del activismo climático Greta Thunberg: “estamos ante el comienzo de una extinción masiva”.

Víctor Pavón (*)
Víctor Pavón (*)ABC Color

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Todavía más, Greta no se queda en el molde de la extinción masiva. También afirma que resulta urgente adoptar una dieta basada en plantas suplantando la carne natural.

Desde luego lo dicho por la Thunberg no es gratis ni es coincidencia. Ella recibe importante apoyo en dinero de la Fundación del Señor George Soros, uno de los propiciadores del Foro de Davos junto con Bill Gates y un tal Klaus Schwab, que propone en su libro hace poco publicado reconstruir la economía mundial mediante el “gran reseteo”, el reinicio de un mundo diferente desde luego según los parámetros elaborados por ellos.

El apocalipsis climático no sólo se trata sobre cómo afectará a los países hoy desarrollados. Se trata de nosotros como Paraguay, pues la merma de la actividad agroproductiva e incluso en el área comercial y de servicios en general que los ambientalistas estatistas desean será de colosal magnitud. Perderemos millones en inversiones y miles de puestos de trabajo directa e indirectamente, un retroceso en el tiempo.

Pero volvamos con el apocalipsis. Repito que la palabra es usada proficuamente por los heraldos (mensajeros del futuro) del cambio climático. Veamos seguidamente lo que pasó con un conocido político norteamericano.

Me refiero a Al Gore, el exaspirante a la presidencia y vicepresidente de los Estados Unidos, con su documental “Una verdad incómoda” del año 2006, quien dijo que el mundo llegará a su fin en diez años debido al calentamiento global, fin que como sabemos no llegó al menos hasta ahora en el año 2022 y ya transcurrieron dieciséis años. Otra más del profeta Gore. Predijo en el 2008 que cinco años ( para el 2013) no habría más hielo en el Polo Norte.

El apocalipsis no llegó

La verdad es que “La verdad incómoda” no ha sido verdad. El apocalipsis del calentamiento global no ha tenido lugar. Pero, admito que le doy el crédito al señor Gore por haber llamado la atención. Científicos y políticos empezaron a poner su atención en este tema, al punto que incluso promovió de un modo u otro el famoso Acuerdo de París.

Este documento en carácter de Tratado Internacional sobre el cambio climático fue adoptado en el año 2015 y entró en vigor en el 2016, precisamente el año en que Gore dijo que el mundo llegaría a su fin. Pero más allá de esta errónea predicción está el hecho de que el Acuerdo de París no es ciertamente un documento como otros.

Su objetivo es limitar el calentamiento mundial a muy por debajo de 2 grados, mejor si es 1,5 grados centígrados, en comparación con los niveles preindustriales. Para alcanzar esta temperatura pues los países se propusieron disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Dos versiones

Los que decimos que el cambio climático no es precisamente el resultado de la actividad humana (antropogénico) y los que dicen que sí es provocado por el hombre y, por ende, la economía en general debe ser regulada mediante legislaciones cada vez más fuertes en las áreas de alimentos, vehículos, aviones y fuentes de energía.

Por cierto, el amable lector se habrá dado cuenta estoy diciendo que existe un cambio climático, de manera que para que los que me acusan de decir que tal cosa no se da pues aquí tienen mi parecer. No soy negacionista.

Personalmente considero que el cambio que estamos teniendo se debe a las posiciones relativas del Sol y de nuestro planeta, astros que controlan la temperatura global. Esto explica, por ejemplo, que según estudios hechos por varios entendidos en la materia, pasamos por periodos cálidos en plena época medieval, antes del año mil de nuestra era y sin que exista emisión de anhídrido carbónico (CO2) como los que tenemos a la fecha.

Aparecen los autoritarios

Se está dando. En nombre de un apocalipsis mundial del cual se hace alarde infundiendo miedo, por un lado, y por el otro, dándole oportunidad a los populistas y autoritarios.

Se propone hacer lugar a políticas públicas para combatir un cambio climático sobre el cual no hay un consenso sobre su causa. El miedo que pretenden inducir con el apocalipsis en un campo minado de intervencionismo estatal.

Establecer más tributos y regulaciones para la economía implica hacer retroceder a los países emergentes como Paraguay. Cientos de emprendimientos, millones de inversiones, conjuntamente con puestos de trabajo y mejores salarios estarán en juego.

Alcanzar los objetivos del Acuerdo de París tal como desean los ambientalistas estatistas, significa regular las actividades de emisión de CO2. Así, por ejemplo, y ya está ocurriendo, que los viajes de cierto recorrido ya no se hagan en avión e incluso se quiere limitar la cantidad de viajes por persona; qué tipo de vehículos vamos a usar, dándole preferencia a los eléctricos mucho más caros o cuántas horas se puede usar el aire acondicionado en nuestras casas y oficinas, y todo por el calentamiento global.

¿Quiénes van a decidir cuánto y en qué viajar? ¿Quiénes establecerán las normativas de uso por día y hora de los sistemas de refrigeración? ¿Quiénes impondrán las condiciones para la producción en el sector agropecuario? Estas medidas y otras ¿acaso no traen consigo más impuestos? Por supuesto que sí.

El ambientalismo estatista que no protege el medio ambiente finalmente conlleva a la planificación de la economía por parte de burócratas y políticos quienes regularán y controlarán la economía del sector privado para impulsar la tan cacareada transición ecológica y todo para evitar lo que ellos llaman el apocalipsis climático. Estamos ante una agenda ambientalista autoritaria.

Miedo

El miedo que pretenden inducir con el apocalipsis en un campo minado de un intervencionismo estatal.

Retroceso

Establecer más tributos y regulaciones para la economía implica hacer retroceder a los países emergentes como Paraguay.

(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.

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