Viminacium, la Pompeya de los Balcanes

Sin Serbia, sin la zona en la que se asentaron en la Antigüedad las provincias imperiales de la Moesia Superior y la Panonia Inferior, y en la que nacieron dieciocho emperadores, no sería posible relatar la historia del ascenso, el esplendor y la caída del Imperio Romano.

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Durante los turbulentos tiempos previos a la caída, al colapso final del Imperio Romano de Occidente a finales del siglo V, dieciocho de los emperadores que condujeron su destino nacieron en lo que es hoy el territorio de la actual Serbia. En Sirmium –que estuvo situada donde hoy se encuentra la actual Sremska Mitrovica–, célebre en la Antigüedad por su hipódromo, nacieron Trajano Decio, Aureliano, Máximo Heraclio, Probo, Constancio II: los emperadores panónicos. Aureliano hizo acuñar monedas con símbolos de la arquitectura de Sirmium, y gracias a Probo, en las faldas de Fruška Gora, cerca de Sirmium, se plantó la primera vid fuera de Italia. En Felix Romuliana, sita entonces en lo que hoy es Serbia oriental, nació Gayo Valerio. En Mediana, suburbio del Naissus romano –hoy, en donde estaba Naissus está la ciudad de Nis– donde se encuentran los restos del palacio de Constantino el Grande, que se proponía edificar en ese sitio su nueva capital, nacieron Constancio III y Claudio II, «el Godo». El emperador Maximino Daia nació en los alrededores de la actual localidad arqueológica de Sarkamen, y en Singidunum, donde hoy está Belgrado, nació Joviano, un emperador que, salvo monedas de metal, no parece haber dejado mucho tras de sí.

Dadas las circunstancias críticas de esos tiempos peligrosos, el trono no era hereditario: se otorgaba por selección, según la valentía y el carisma, de manera que los jefes militares con méritos suficientes para ello podían ser electos.

Estos emperadores de origen serbio fueron duros guardianes de las fronteras del Imperio. Soldados, muchos de ellos murieron en el campo de batalla, peleando codo a codo con sus tropas para tratar de repeler a los invasores bárbaros. Mientras vivieron, se quedaron en las ciudades fronterizas en las que habían nacido, e hicieron, por consiguiente, construir en ellas magníficas obras para darles esplendor: palacios, templos, anfiteatros, baños termales, mercados y toda suerte de espacios públicos, y, desde luego, los grandes campos militares que eran asiento de las legiones imperiales y cuya cuidada concepción nos sería, siglos más tarde, revelada por sus elocuentes ruinas.

Viminacium fue un importante campamento militar fuera de cuyos perímetros se extendía una urbe floreciente en la provincia romana de la Moesia Superior. Prácticamente a orillas del Danubio (a cuatro quilómetros del río, aproximadamente), Viminacium fue una de las ciudades romanas y campamentos militares más importantes desde el siglo I hasta el siglo VI. Los desplazamientos civiles durante el régimen de Adriano (117-138) le valieron el rango de municipium; bajo el reinado de Gordiano III (239), adquirió el derecho de acuñar moneda local y el estatus jurídico de colonia, el más alto que una ciudad podía tener bajo el Imperio. Su situación privilegiada, tan próxima al Danubio, le permitió lograr un rápido desarrollo económico, que los hallazgos arqueológicos en nuestros días han revelado con las muestras de la riqueza de sus habitantes, y con la calidad de los frescos de sus tumbas, que representan claramente la cúspide del arte antiguo tardío.

Esa ciudad, un día próspera y activa, fue devastada por los godos, por los hunos, por los ávaros, y quizá (es una hipótesis que se baraja desde hace algunos años) por la peste. Descubierta siglos después como yacimiento arqueológico, en ella se encontraron un anfiteatro, monumentales edificios, lujosas thermae (termas romanas, es decir, baños públicos) y restos de avanzadas infraestructuras de calles, de acueductos y de sistemas de alcantarillado. Viminacium fue, a todas luces, la principal metrópoli romana en esa parte del Limes del Danubio.

Uno de los emperadores romanos nacidos en la actual Serbia (en donde queda hoy la ciudad de Nis) fue Constantino I (272-337), el que puso fin a la persecución de los cristianos en el año 313, convirtiendo prácticamente esa fe en la religión oficial del Imperio. De hecho, fue la conmemoración de los diecisiete siglos del Edicto de Milán, en el 2013, el motivo de que se preparara esta exposición, como parte de la ruta cultural «Itinerarium Romanum Serbiae - La ruta de los emperadores romanos en Serbia». El Edicto de Milán marca el nacimiento de la cristiandad en las provincias romanas en el suelo de Serbia.

Viminacium, otrora gran metrópoli romana de la provincia imperial de Moesia, capital de la Moesia Superior, campamento de la Séptima Legión Claudia y sede durante algún tiempo de la Cuarta Legión Flavia Félix, ciudad guerrera de guardianes sita en los bordes orientales del Imperio, fue destruida por los invasores bárbaros, pero su memoria llega hasta nosotros. La trae ahora esta exposición arqueológica itinerante, «Viminacium: Itinerarium Romanum Serbiae», que contribuye al conocimiento de un periodo histórico crucial, de la rica cultura de los pueblos balcánicos y de uno de los sitios arqueológicos en los que los romanos han dejado sus huellas. Sic transit gloria mundi.

juliansorel20@gmail.com

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