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Procedían del norte, de Hokkaido, y se dice que tenían sangre de ainu, uno de esos antiguos pueblos de cazadores cuyos dioses son ríos, montañas, animales. Aunque Massao Ohno, nacido en São Paulo de padres japoneses, siguió la carrera de Odontología a diferencia de sus ocho hermanos ingenieros, más inesperada fue su otra profesión. Otra profesión cuyos tímidos inicios cabe datar cuando, mediada la década de 1950, comenzó a imprimir títulos didácticos para estudiantes, y cuyo giro radical fue la Antología de los Novísimos en 1961.
Y Massao Ohno ya nunca se detuvo. Siguió con Paranoia, de Roberto Piva, en 1963. En la Antología primero, en la Colección de los Novísimos después, bajo la dictadura militar Ohno siguió editando autores que hoy son clásicos. Ohno editó a Claudio Willer, a Carlos Vogt, a Hilda Hilst, a Álvaro de Faria, a Antonio de Franceschi, a Roberto Bicelli.
El campo gráfico editorial de Brasil fue redefinido por el trabajo de vanguardia de Ohno. En la década de 1960, São Paulo era una ciudad pequeña: todo el mundo se conocía, y entre los conocidos de Massao Ohno había artistas como Manabu Mabe, Tide Hellmeister o Ciro Dei Nerón, luego incorporados al sello editorial de Ohno para el diseño de los libros. Libros notables por la innovación visual, como en el caso de la asociación con el fotógrafo Wesley Duke Lee para las imágenes de São Paulo en Paranoia, de Piva, y para las ilustraciones de Siete Cantos del Poeta para el Ángel, de Hilst.
Ohno introdujo en Brasil el haiku en portugués. En aquella escena cultural, Massao Ohno fue ineludible desde el comienzo. Poco se habla hoy, para contar una anécdota, de la Feria Paulista de Poesía y Arte, celebrada en noviembre de 1976 bajo el hasta entonces sacrosanto techo del Teatro Municipal de São Paulo, tras la cual el secretario municipal de Cultura, Magaldi, ante las protestas generales –las exposiciones, las películas, las lecturas, las performances, la música del grupo Dzi Croquettes indignaron a una sociedad paulistana amansada por la dictadura– tuvo que explicar en las páginas del Jornal da Tarde lo ocurrido –que, por cierto, fue el primer acto cultural impactante en São Paulo desde la Semana de Arte Moderno de 1922–. Y de promocionar la Feria, que al principio iba a ser un lanzamiento colectivo de 25 poetas –demasiados, comentaría nuestro editor, para lanzarlos de a uno: «Teníamos que beber mucho en cada lanzamiento»– se encargaba, por supuesto, Massao Ohno.
Pero la popularidad de Massao no excede, desde luego, el nivel propio de esos fenómenos llamados «de culto»: «Samurai de la sombra», lo nombró el poeta Antonio de Franceschi. Si vamos a las citas, «Trabajador de lo invisible», escribió Renata Pallottini, «esbelto nissei que en las horas vacías seduce a las poetas de nuestra juventud, bebedor de whisky y filósofo oriental». Más preciso, José Mindlin apuntó con justicia que Ohno «fue uno de los pocos que, al decidir editar algo, no tenía en cuenta si sería vendible o no».
Ohno pasó cuatro años en Río y al volver a São Paulo decidió modernizar tecnológicamente su editorial, y como eso exigía una gran inversión entró a trabajar en el mundo del cine de bajo presupuesto; así, sin dejar de editar libros al mismo tiempo, ayudó a terminar películas como Viaje al fin del mundo (1967), de Fernando Coni Campos, o El bandido de la luz roja (1968), de Rogério Sganzerla. Una historia divertida, como mínimo, la de Ohno. Su padre había sido militar en Tokio, y su madre era de Hiroshima. Massao tuvo reputación de gran bebedor, pero murió de cáncer de pulmón, no de cirrosis, y lo mató el tabaco, no el alcohol. Se casó cinco veces, tuvo cuatro hijos y siete nietos y su vida hubiera podido dar una buena novela que nadie ha escrito.
¿Y por qué estamos hablando hoy de Massao? Porque el jueves el Centro Cultural de España nos alegró la noche al inaugurar una muestra sobre su obra gráfica y editorial que se podrá visitar hasta el 12 de julio y que será complementada con el estreno de un documental de Juliana Kase y la presentación de un libro de José Armando Pereira da Silva en la última semana. Buena ocasión para encontrarnos o reencontrarnos con Massao Ohno, que se lo merece. «Publicó la Antología de los Novísimos en la vieja imprenta de la calle Vergueiro», recordaba el poeta Álvaro Alves de Faria. «Ahí, en ese medio, como un Don Quijote dispuesto a combatir la miseria de un tiempo hecho solo de angustias».
El libro en Ohno [Más allá de la poesía]
Sala Goya del Centro Cultural de España Juan de Salazar
Herrera 834 casi Tacuary, Asunción
Lunes a viernes de 15:00 a 21:00 y sábados de 18:00 a 21:00 horas
Entrada libre y gratuita
juliansorel20@gmail.com