Mohamed Ali contra Superman (1978): un cómic de culto

La gran pelea en viñetas entre Superman y Muhammad Alí, uno de los hitos de la cultura pop.

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Aparecido en 1978 con Dennis O’Neil como y Neal Adams como coguionista y dibujante, el cómic Superman vs. Muhammad Alí se convirtió en un hito de la cultura pop. A los treinta y seis años de edad, Mohamed Ali parecía encontrarse en declive como boxeador y recibía más atención por sus polémicas opiniones que por sus hazañas deportivas dentro del cuadrilátero; al mismo tiempo, en esa década, la de 1970, DC Comics estaba un tanto estancada si se la comparaba con el universo en expansión de Marvel, que no paraba de ganar adeptos. Era, pues, por así decirlo, una alianza ventajosa para ambas partes.

La premisa de la aventura y el encuentro en las viñetas del Loco de Louisville y el Hombre de Acero era esta: la raza extraterrestre de los Scrubb quería apoderarse de la Tierra, pero no mediante una invasión sino mediante un combate de boxeo entre el campeón terrícola y el suyo. Como Mohamed Ali, a.K.a. Cassius Clay, y Superman, a.K.a. Clark Kent, no seponen de acuerdo sobre cuál de los dos es el más apto para representarnos, resuelven pelear entre ellos para decidirlo. La contienda sería desigual en nuestra atmósfera, pero ellos, naturalmente, en nombre del fair play, se enfrentan en otro planeta, en cuyo cielo un planeta rojo inhibe los poderes de Kal-El. El narrador del combate es el pelirrojo y pecoso reportero Jimmy Olsen, que así podrá contar en su currículum con la cobertura exclusiva de un evento intergaláctico de trascendental importancia para la historia de la humanidad y, cabe esperar, recibir ofertas laborales de medios de prensa de diversas civilizaciones de todos los sistemas planetarios del Cosmos.

No lo hace mal. Cuando explica por qué Superman pelea con su uniforme, es claro y casi cabe decir que se revela como la gran esperanza blanca: «Para la mayoría de los... hum... de los seres que están hoy aquí, todos los terrícolas somos iguales». El jefe del Daily Planet, Perry White, con el puro entre las muelas, deja el periódico ir a para aconsejar en su esquina al superhéroe, que, sin sus superpoderes, recibe una superpaliza y abandona la página hecho puré en una camilla.

En el segundo acto, la lucha de Mohamed Ali con el alienígena Hun’Ya, el guion destaca lo indomable del llamado «Tenacious», que saca fuerzas de dónde ya no le quedan para vencerlo mientras Superman, libre del sol rojo, destruye la flota de naves espaciales que se disponía a atacar la Tierra. El final llega con la redención de Hun’Ya y los guardias alienígenas que se niegan a acatar las órdenes de su jefe por considerarlo un traidor al atacar a nuestro planeta en contra de lo acordado, en una suerte de curioso llamado a la desobediencia civil que no deja de evocar al Cassius Clay que se negó a ir a Vietnam. Dice entonces el boxeador:

–Si todos jugáramos limpio, mi pueblo y todos los pueblos del universo entero podrían vivir con justicia.

juliansorel20@gmail.com

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