¿Mayo del 68 fue un grafiti?

Acerca del nuevo libro, presentado este mes en la Alianza Francesa, del historiador José Arce sobre los 50 años del Mayo Francés.

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«En una semana, millones de personas habían roto con el peso de las condiciones alienantes, la rutina de la supervivencia, la falsificación ideológica y el mundo invertido del espectáculo... El festival finalmente dio vacaciones de verdad a personas que solo habían conocido días hábiles y ausencias. La pirámide jerárquica se había derretido como un terrón de azúcar al sol de mayo... Las calles pertenecían a quienes las estaban desenterrando…

En 1967, por ejemplo, Henri Lefebvre ridiculizó la insistencia situacionista en que la revolución estaba a la vuelta de la esquina. “¿Realmente se lo imaginan?”, escribió…

Sherry Turkle habló por muchos cuando comentó: “En términos del análisis económico y político tradicional, los eventos fueron “impensables”; no deberían haber sucedido».

Sadie Plant (The Most Radical Gesture, 1992)

Esencia 68

En Mi último suspiro, Buñuel recuerda, fastidiado, que en mayo de 1968 tuvo que parar el rodaje de La Vía Láctea (peli que satiriza la dialéctica de espadachines de jesuitas y jansenistas, entre otras herejías rescatadas de sus lecturas del inefable y, por ironía, fantástico Menéndez Pelayo) debido a la huelga de obreros y actores. Y añade, escandalizado, que fue a las barricadas a traer de las orejas a su hijo Juan, que estaba allí, aprendiendo a disparar bajo las instrucciones de ¡Louis Malle!

Qué fue Mayo del 68 (que para un genio creador como Buñuel solo significó molestias en su trabajo), qué enseñanzas y legado dejó, quiénes fueron sus protagonistas individuales y colectivos, etc., son preguntas que intenta responder José Arce en su breve libro (breviario de Mayo del 68) Heráclito retorna. Los 50 años del mayo francés.

Protagonistas

El lector se topará, hojeando el libro, con Daniel Cohn-Bendit, Alain Geismar y Jacques Sauvageot, representantes del sector estudiantil, con los filósofos Herbert Marcuse y Jean-Paul Sartre, con Georges Marchais, secretario general del Partido Comunista Francés, con Mitterrand, De Gaulle, la CGT (aliada al PCF), los situacionistas (quizá de los pocos que Mayo del 68 no tomó desprevenidos: «Cuando uno lee o relee números de Internationale Situationniste sorprende en qué grado y con qué frecuencia esos fanáticos emitieron juicios o presentaron puntos de vista que luego se verificaron concretamente», escribió en 1971 un periodista de Le Nouvel Observateur, revista que también declaró que el libro de Guy Debord La sociedad del espectáculo había «liderado el debate del ultraizquierdismo desde su publicación en 1967» y predicho Mayo del 68 y que era para muchos «el Capital de la nueva generación»), los maoístas, los comunistas, los trotskistas, los anarquistas o izquierda alternativa (como dice justamente el título de un libro de Cohn-Bendit editado después del 68, Comunismo obsoleto. Izquierda alternativa), con el citado semanario Le Nouvel Observateur, con el periódico comunista L’Humanité, con la abuela de Cohn-Bendit («Nosotros hacemos la revolución; si la CGT y mi abuela vienen con nosotros, muy bien; si no, nos las apañaremos sin ellas»), con el movimiento 22 de Marzo, con Artaud («No es el hombre, es el mundo el que se ha vuelto anormal»), Nietzsche («Es necesario llevar en uno mismo un caos para poner en el mundo una estrella danzante»), Breton («La belleza será convulsiva o no será»), Hamlet-Shakespeare («Hay método en su locura»), Dadá, Bakunin («¡La pasión de la destrucción! Es una alegría creadora»), Unamuno («Yo me propongo agitar e inquietar a las gentes. No vendo el pan, sino la levadura»), Heráclito («Heráclito retorna. Abajo Parménides. Socialismo y libertad»), Sade («¡Franceses, un esfuerzo más!»), los surrealistas, los estudiantes de Lyon, Nantes y Nanterre y diez millones de trabajadores en huelga.

Manifiestos, debates, barricadas y grafitis

«Es verdad que, entre nosotros, la teoría se halla retrasada con respecto a la práctica. Pero los jóvenes obreros no tienen nada que perder: están sin trabajo, no tienen familia, ni cuotas de la heladera por pagar», declaraba Cohn-Bendit, en ese momento como representante del Movimiento 22 de Marzo, a un periodista de Le Nouvel Observateur en abril.

Al mes siguiente, el viernes 3 de mayo, según el resumen de Bruno Astarian (Las huelgas en Francia durante mayo y junio de 1968, Madrid, editorial Traficantes de Sueños, 2008): «La policía desaloja el patio de la Sorbona ocupado por los estudiantes, sobre todo de Nanterre, que han venido a un encuentro. Detienen a algunos de los estudiantes, se producen protestas entre el resto. Seis horas de violencia, culminadas por 600 detenciones».

Desatado así el evento que conocemos como Mayo del 68, entre los documentos que dejó está el Manifiesto del Mayo Francés, que proclama, entre otras cosas: «Los exámenes y concursos en su forma actual deberán desaparecer y ser sustituidos por una evaluación continua basada en la calidad del trabajo realizado durante todo un período. Reprobar una asignatura, en la forma actual, no supone siempre pereza o falta de aptitud del alumno sino, con frecuencia, falta de enseñanzas». O aquel diálogo entre Cohn-Bendit y Sartre en el cual el primero reconoce que la defensa de los intereses de los estudiantes es problemática pues «los trabajadores, los campesinos, forman una clase social y tienen intereses objetivos. Sus reivindicaciones son claras y se dirigen a los patrones, a los representantes de la burguesía. ¿Pero los estudiantes? ¿Quiénes son sus opresores, salvo todo el sistema?», y el segundo responde que, en efecto, «los estudiantes no constituyen una clase. Se definen por la edad y una relación con el conocimiento. El estudiante es alguien que, por definición, un día dejará de ser estudiante, en no importa cuál sociedad, incluso en aquella en la que soñamos».

Grafitis del 68

* Dios: sospecho que eres un intelectual de izquierda.

* Somos todos judíos alemanes.

* Camaradas: proscribamos los aplausos, el espectáculo está en todas partes.

* El que habla del amor destruye el amor.

* Tomemos en serio la revolución, pero no nos tomemos en serio a nosotros mismos.

* Viole su alma mater.

* Gracias a los exámenes y a los profesores el arribismo comienza a los seis años.

* Decreto el estado de felicidad permanente.

* Contempla tu trabajo: la nada y la tortura forman parte de él.

* ¡¡Roben!!

* El arte ha muerto. Liberemos nuestra vida cotidiana.

* No me liberen, yo basto para eso.

* Un policía duerme en cada uno de nosotros, es necesario matarlo.

* Mis deseos son la realidad.

* Todo es Dadá.

* Abraza a tu amor sin dejar tu fusil.

* En los exámenes, responda con preguntas.

* Acumulen rabia.

* Olvídense de todo lo que han aprendido. Comiencen a soñar.

* Abajo el realismo socialista. Viva el surrealismo.

* La poesía está en la calle.

* No queremos un mundo donde la garantía de no morir de hambre se compensa por la garantía de morir de aburrimiento.

* Si lo que ven no es extraño, la visión es falsa.

* La sociedad es una flor carnívora.

* Un pensamiento que se estanca es un pensamiento que se pudre.

* Sean realistas: pidan lo imposible.

Nota Bene: He extractado varios párrafos y pasajes del libro de José Arce para esta nota.

José Arce:

Heráclito retorna. Los 50 años del Mayo Francés

Asunción, Arandurá, 2018

67 pp.

kurubeta@gmail.com

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