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TIEMPOS AGITADOS
Manuel Riquelme (1885-1961) fue parte de una generación de educadores que en la primera mitad del siglo XX intentó renovar la pedagogía paraguaya. Tuvo una activa vida pública (fue secretario del Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública, director general de Escuelas, presidente del Consejo Nacional de Educación, ocupó una banca en el Congreso en 1918, y, tras la guerra civil de 1922 marchó al exilio, en Argentina; volvió en 1932). Y, en primer término, durante toda su vida, y casi hasta su muerte, se dedicó a impulsar, con mil iniciativas institucionales, la enseñanza, y, por supuesto, a enseñar.
En la década de 1930, cuando la vida en nuestro país estaba bajo los efectos de la Guerra del Chaco, que libraron Paraguay y Bolivia entre 1932 y 1935, y los perjuicios económicos, las tensiones políticas y los cambios, a menudo violentos, de gobierno, marcaban el clima agitado de la época, Manuel Riquelme escribió el primer texto introductorio a la psicología que haya sido publicado por un autor paraguayo.
Ese libro son las famosas Lecciones de Psicología, de 1936.
DE LA PSIKHÉ A LA ENTELEQUIA
Lecciones de Psicología plantea que los cambios históricos en el concepto del alma han traído cambios en el objeto de estudio y, por ende, en la definición de la psicología: «La historia de la psicología, puede decirse, es la historia del alma, y según cómo ha variado la significación del alma, ha venido variando el concepto de la psicología y el objeto de su estudio», escribe (Lecciones de Psicología, Buenos Aires, Ángel Estrada, 1948 - primera edición: 1936).
Divide la historia de esta disciplina en cuatro etapas: la del concepto metafísico, la del biológico, la del antropológico y la del científico.
Rastrea el primer concepto en los textos homéricos: la psikhé, motor de la vida, al que dan matices soteriológicos después los cultos dionisiacos, los misterios eleusinos y el orfismo, atribuido al mítico poeta y músico hijo del rey tracio Eagro y la musa Calíope cuyo nombre, Orfeo, aparece en un vaso del siglo VII a. C., y al que Polignoto de Tasos retrató en un fresco de Delfos, con la lira en la mano, a finales del siglo VI a. C., como recuerda Rivaud en el primer tomo (De los orígenes al escolasticismo) de su Historia de la Filosofía (Buenos Aires, Kapelusz, 1962).
Como es bien sabido, y como Riquelme apunta, Platón tomó de Pitágoras (Riquelme no cuestiona la –discutida– historicidad de Pitágoras, y habla indistintamente de él y de «los pitagóricos») la idea del cuerpo como cárcel del alma y, pese a que hay acuerdo en que la cultura semita ve al hombre como unidad, pinta una antropología cristiana de dualismo muy platónico: tal es, grosso modo, el hilo conductor en la primera etapa.
En la segunda, Riquelme ve la clave del concepto biológico del alma en el Aristóteles que, en De Anima, critica a Demócrito, Leucipo, Pitágoras, Anaxágoras, Empédocles, Diógenes, Tales, Heráclito y, obviamente, Platón, y que expone la idea del alma como entelequia del cuerpo. Aristóteles funda, para Riquelme, la psicología empírica.
Y DE HIPÓCRATES AL NEUROPSIQUIÁTRICO
En la tercera etapa, según Riquelme el concepto antropológico supera a los dos anteriores al no apoyarse en la metafísica ni en la fisiología, sino en la observación. Las raíces, una vez más, están en Grecia: Hipócrates de Cos, cuya obra siguen Galeno en la Antigüedad, Cabanis en el siglo XVIII y, en el XIX Kretschmer, que con sus observaciones de pacientes psiquiátricos liga forma física y funcionamiento psíquico. En el concepto antropológico Riquelme incluye la psicología social y a autores como Wundt, padre de la psicología experimental e impulsor de la Völkerpsychologie, y como Tarde y Le Bon, pese a que a estos los llama sociólogos (pero la psicología social y la sociología estaban realmente muy imbricadas al comienzo). Al fin, la cronología de Riquelme termina, como ya dijimos, con el concepto científico del alma, es decir, con la introducción de la consciencia –«A mediados del siglo XVII», escribe en las Lecciones, «aparece un nuevo concepto del alma, que es el de la conciencia».
UN CARÁCTER PIONERO
Como se ve, Manuel Riquelme despliega una versión original del desarrollo histórico de la psicología en esta obra, que es valiosa por sí misma pero que debe al contexto de su publicación un mérito adicional, un carácter pionero.
Este libro, Lecciones de Psicología, en gran medida define, por ello, la importancia del autor en la historia de las ideas modernas y contemporáneas en Paraguay. Lo cual es, cuando menos, buen motivo para celebrar hoy, víspera de su cumpleaños, su memoria.
El educador Manuel Riquelme enseñó psicología, escribió sobre psicología y con Lecciones de Psicología trajo al ambiente local paraguayo temas del campo psicológico que ya eran polémicos en el mundo entero. Hoy parece claro que es posible y aun probable que utilizara el alma como un recurso metodológico, un eje para estructurar y dar unidad a su propia y rica versión de la historia de la psicología, pues en el léxico y los intereses de los psicólogos modernos el alma prácticamente ya había desaparecido en aquella época. Pero no es menos claro actualmente que las Lecciones de Psicología de Manuel Riquelme, de 1936, son el primer aporte a la historia de esta, en aquel entonces nueva y polémica, disciplina que haya sido publicado por un autor paraguayo en nuestro país.