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Hacía 43 años que había concluido la patria vieja en Cerro Corá. Hacía 30 años que se había fundado el primer Ateneo Paraguayo, la primera y principal entidad cultural, apenas terminado el Holocausto. Es cierto que ese primer Ateneo duró poco, pero sus miembros primigenios van a estar antes de la creación del Gimnasio Paraguayo, unidos en la creación del Colegio Nacional (1878), entidad de enseñanza secundaria, de brillante e ininterrumpida labor en este país. Su apertura fue una hazaña, en medio de la pobreza general. Era un tiempo de ser patriotas y tener mística. De ese primer Ateneo van a surgir las fuerzas que abrieron las puertas de la Universidad Nacional (1889), verdadero solaz de la cultura en una época en que la palabra universidad tenía un sentido erasmista, humanístico y científico.
La aparición del Gimnasio Paraguayo, hace 100 años, no fue una sorpresa, pero sí fue novedoso el hecho de que sus miembros fueron generalmente coetáneos y casi todos ellos unidos en el haber realizado sus estudios en el extranjero. Es decir, poseían un mundo ampliado por el conocimiento y por desear aplicar ello al país, como lo testimonia ese afán de crear un instituto cultural que los cobijara.
Los que suscribieron el acta fundacional van a ser personas de alto significado universitario e intelectual. Plurales en su pensamiento y acción. Son ellos: Manuel Peña, Venancio B. Galeano, Juan Francisco Recalde, Enrique Bordenave, Fernando Centurión, Francisco Almeida, Tomás Osuna, Juan A. Samudio, Modesto Delgado Rodas, Pablo Alborno, Federico Jara, Federico García, Juan Bautista Nacimiento, Rogelio Urízar, Luis Enrique Migone, Eduardo Elizeche Vallejos, Justo Pastor Vera, Ramón Sosa, Agustín Muñoz, Roque Samaniego, Onésimo González, Demetrio Segovia, Luis Valdez.
Otros socios que se incorporaran son: Luis Ortellado, Enrique Daumas Ladouce, Luis de Gásperi, Alvarín Romero, Pedro Bruno Guggiari, Ernesto Velázquez, Ricardo Odriozola, Cipriano Codas, Guillermo Tell Bertoni, Ramón I. Cardozo, Tomás B. Appleyard, Rogelio Livieres, Juan Stefanich, Pablo Max Insfrán, Eliseo Sisa, Julio Frontanilla, Pedro Ciancio, Mateo Talía, Ismael Candia, Cptan. José Souza Lobos, Armín Seifart, Rufino R. Recalde, Emiliano Gómez Ríos, Rufino R. Recalde, Rodolfo Ritter, Eduardo Peña, Príncipe Sergio Toumanoff, Alejandro Volpe, Pastor Urbieta Rojas, padre Lorenzo Pérez Velloso, Justo P. Prieto, Adolfo V. Lataza, Mauricio A. Berthomier, Leopoldo Ramos Giménez, José Apesteguia, Luis A. Berthomier, Gaspar M. Cabrera, Rogelio Espinoza, Elvira Mernes de Galeano, Teresa Lamas de Rodríguez Alcalá, Asunción González de González, Exa Acosta de Nacimiento, Isabel Llamosas, Dina Encina, Josefina Pecci, Lila Pérez Encina, María Felicidad González, Pedro Marés, Ángela Gómez Sánchez, Fermín Uliambre, Luis A. Riart (h), Andrés A. Rivarola, Salvador Villagra Maffiodo, Gustavo González, Teodosio González, Juan V. Ramírez, Francisco Ortiz Méndez, Wilkifred Bertoni, Domingo Franchi, Enrique Prous, Benjamín Velilla, Jaime Bestard, entre un largo etcétera.
De esta lista escueta es notable encontrar gran cantidad de escritores, cientistas, artistas, comerciantes y maestros. De todos ellos, cabe mencionar la inclusión en la directiva de damas y señoritas; primero formando subcomisiones, luego integrando el cuerpo superior, hecho que señala el valoramiento secuencial de las mujeres en la labor cultural e incluso de la meritoria labor de estas, que permitió darles ingreso por méritos propios y no por un simple acto de favor.
Lastimosamente, solo se conservan pocos documentos del Gimnasio, tales como actas de sesiones de su directiva, que revelen a los socios en su calidad, cantidad, plenitud de las sesiones realizadas e incluso así poder tomar la presión cultural en sus temas tratados. Nótese que en el periodo que revelan estas actas precitadas se halla la Primera Guerra Mundial, la Guerra Civil del 22 al 23, la Guerra del Chaco, hecho ocurrido en sus últimas sesiones.
EL ESPÍRITU SOCIAL AGURAL
Al iniciarse su vida, el Gimnasio Paraguayo reunía a jóvenes venidos casi todos del extranjero. La edad era la de la mucha juventud. Habían estudiado en Francia, Italia, Argentina, EE. UU., entre otros países.
El Paraguay tenía unos 700.000 habitantes y su capital llegaba a los 70.000. Era presidente de la República don Eduardo Schaerer. Será el primer presidente civil que concluirá su mandato presidencial (1912-1916) sin mayores problemas, que no fuera un débil alzamiento capitalino el 1 de enero de 1915.
Se vivía en plena libertad política y cultural. En general, el periodo que va entre 1912 a 1932, vísperas de la Guerra del Chaco, se va a caracterizar por su espíritu de desarrollo civil, de obras urbanísticas en Asunción, y de desarrollo cultural. En lo social, el avance es menor. Se puede ver en la prensa de esos años el deseo de vivir, leer o escribir al día. El Paraguay quería actualizarse, conocer ideas y pensamientos. Militaron los socios del Gimnasio en diversos partidos e ideologías, pero dentro de un respeto muy destacable.
ESTÉTICA DE LA ENTIDAD
El Gimnasio Paraguayo fue una entidad de plurales ideas y de metas muy directas.
Sus miembros fueron solo varones al comienzo, pero dieron lugar a la presencia femenina y a sus obras. Sus integrantes eran universitarios de ideología básicamente liberal. Eran libertarios. De la cita de sus miembros emergen, sin embargo, diversos pensadores. Así, socialistas como Anselmo Jover Peralta; de aguda raigambre universitaria, como Justo Prieto; vinculados al medioambiente, como los hermanos Guillermo Tell y Wilkifred Bertoni.
De entre los artistas (y escritores) iniciales, emerge hacia 1930, Jaime Bestard, que formará la nueva pintura paraguaya.
El Gimnasio Paraguayo tenía el tinte y la constante de que sus miembros con gran sencillez y la austeridad propia de amor a la cultura, y de toda la vida, buscarán el crecimiento en conocimiento del país, en la creación, la opinión, el pensamiento y el respeto estético e ideológico.
La estética de sus poetas y prosistas no se alejara mucho del modernismo, del romanticismo, del realismo. No serán revolucionarios ni innovadores en la obra. Su creación innovadora estará principalmente en ello, en crear auténticos hombres de cultura y de vivencia propia, a no dudarlo. Además, el conflicto del Chaco era inminente y en ello estaba parte del ideal y el compromiso en lo autoral, como significación nacional.
LA REVISTA DEL GIMNASIO PARAGUAYO
Apenas iniciaba la institución, se dotó de una revista que va a durar casi toda su existencia (1913-1934), llamada Anales, sumamente importante y de alto valor significativo.
Fueron en total 23 entregas: de julio de 1917 a febrero de 1934.
Mucho protagonismo tendrán en la aparición de esa revista: Manuel Peña y Venancio B. Galeano. El primero fue también médico y periodista. Será ministro de Relaciones Exteriores entre 1924 y 1925, durante el gobierno de Eligio Ayala, cargo y año último aquel en que fallece con escasos 38 años de vida. El segundo tendrá por sí, y por su señora, alta vinculación con la educación.
POR QUÉ EL NOMBRE DE GIMNASIO PARAGUAYO
Eran palabras destacables en la antigua Grecia, algunas como academia, gimnasio. El arte y el ejercicio no se contradecían. En la antigüedad, en las pretéritas olimpiadas, las competencias atléticas eran seguidas o acompañadas por concursos musicales, o de canto o teatro. El sentido de la palabra estética era bien dinámico.
De allí que los jóvenes formadores del Gimnasio Paraguayo hayan optado por el denominador de Gimnasio, por reunirse entre sus estudios el de la esgrima, por ejemplo. Igual que antes en Grecia buscaban ese momento en conjugarse ambas actividades.
Fíjense que el Instituto Paraguayo, anterior al Gimnasio, y que juntos van a cofundar el Ateneo Paraguayo, es uno de los introductores del fútbol en nuestro medio. Así, en 1901, en la Plaza de Armas, frente a El Cabildo, se disputa uno de los primeros partidos de fútbol del país. Ello de seguro porque muchos de los que conformaban estas disciplinas deportivas participaban también de aquellas tenidas en el día de hoy, de testimonio, cultural de creación literaria o actividad artística.
Fíjense en el emblema del Ateneo Paraguayo, que hoy cobija nuestra reunión: es la figura de la diosa Palas Atenea.
PRINCIPALES ACTIVIDADES CONOCIDAS
Trataremos ahora de rememorar, a través de las pocas actas, revistas, folleterías, las principales actividades que realizaron los miembros del Gimnasio Paraguayo en sus 20 años de existencia.
En 1914 dan cuenta de haber realizado el año anterior homenaje a la presencia en el país de Theodore Roosevelt, presidente de los EE. UU., que nos visitara, al igual que el ilustre historiador y político uruguayo Luis Alberto de Herrera. Se destaca también un homenaje al insigne poeta nacional Eloy Fariña Núñez, que vivía en Buenos Aires, pero que transmitía aún la emoción patria en “su canto secular”, de efecto estético, memorativo y costumbrista muy importante.
En 1923, se agradece al Banco Agrícola del Paraguay la provisión de tres máquinas para hilar algodón, tipo industrial. Son entregadas a escuelas agrícolas de Paraguarí, Yaguarón y Tobatí.
En 1924, se convoca a un concurso de obras teatrales, con la participación por la institución de Anselmo Jover Peralta, Luis Ruffinelli y Luis Migone. Luego, se especifica que el género será de drama y comedia.
Se organiza una fiesta teatral, un baile de fantasía y una velada.
Son designados representantes en congresos de la Academia Americana de la Historia (12/10/1924), en Buenos Aires, y en el Congreso Internacional de Economía Social, también en Buenos Aires, en la misma fecha, los señores Fulgencio R. Moreno, Juan Natalicio González y Eloy Fariña Núñez.
Se organiza una exposición pictórica y una de artes manuales (tejidos y teñidos).
En 1925, se homenajea a Juan E. O’Leary, conocedores de su viaje a Europa. Se lo nombra como representante del Gimnasio ante el Ateneo de Madrid.
Se realiza una exposición de obras de Andrés Campos Cervera, con su nombre civil. Recién mucho más tarde será conocido por su seudónimo.
Se da cuenta del inicio de actividades de la Sociedad de Autores Paraguayos.
En 1925, también da clases de inglés la aún señorita Beatriz Mernes, que se casará poco después con el Dr. Justo P. Prieto, poco más tarde, ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, y que tendrá decisiva participación en la fusión del Instituto y el Gimnasio Paraguayo.-
El mismo año, da clase de recitado la señorita Lidia Frutos, que poco después contraerá nupcias con el escritor y político Natalicio González, quien en 1948 es presidente de la República. Siendo ministro de Hacienda, en 1946, autorizó y se da inicio a lo que se pretendió fuera un Palacio de Bellas Artes, en el inmueble sito en El Paraguayo Independiente, propiedad para ese entonces del recreado Ateneo Paraguayo.
En 1926, se nombró representante ante la Liga de las Naciones al Dr. Juan Stefanich, notable internacionalista paraguayo y estudioso de la obra de este instituto internacional. En 1936, el Dr. Stefanich será ministro de Relaciones Exteriores.
En 1927, se suspende una sesión al darse a conocimiento del fallecimiento de Manuel
Gondra.
En 1927, en el evento cultural de música, recitado y canto participan, entre otras: Aida Gómez, Rosa Marés, Lilia Arza, Princesa Nadine Toumanoff, Josefina Sapena Pastor.
Se exponen tejidos indianos.
En 1927, expresa la directiva su deseo de obtener la personería jurídica de la entidad.
Se dan premios por manualidades.
En 1928, se organizan conciertos musicales e instrumentales. Se realiza uno a beneficio de la Cruz Roja Paraguaya, en el que participan Silvia Echague, Anita Brun de Guggiari, Ofelia Barreiro Battilana, Judith Pusineri, Raquel Sáenz, María Silvia Cuevas, Cármen Silvia Centurión, Perla Ruffinelli.
Comienza a tratarse por ciertos en los diarios de una posible fusión con el Instituto Paraguayo.
Se daban las siguientes clases: Música, Dibujo, Francés, Violín, Inglés, Recitado, Esgrima y Alemán.
Se imparten clases prácticas para señoritas, para el proyecto de un liceo educativo, cuya mentora principal es la señora Elvira Mernes de Galeano.
Se organizan talleres de artes decorativos.
Prosiguen las labores para un liceo femenino, en las que participan Teresa Lamas de Rodríguez Alcalá, Asunción González de González y Elvira Mernes de Galeano.
En 1931, se dan clases de arte culinario. Se proyecta crear la base de lo que debe ser la mezcla del pan nacional: trigo, maíz y mandioca.
Cursos de ñandutíes para comercialización y decoración.
Se incentiva la creación de platos de comidas nacionales y postres extranjeros.
Cursos de cultura física y enseñanza de didáctica.
PRESENCIA DE LA MUJER
El Gimnasio Paraguayo tuvo inicialmente una subcomisión de mujeres y señoritas que demostraron haber trabajado bien, hecho que posibilita que la entidad realice modificaciones de los estatutos; tanto es así que esto va a permitir la presencia de mujeres en la comisión directiva.
Surgen nítidas las labores de efectividad de Elvira Mernes de Galeano, Teresa Lamas de Rodríguez Alcalá, Asunción González de González, entre otras, que van a darle un giro a la labor directriz de la mujer en la cultura.
Ello permitirá presentar, a través de la señora Elvira Mernes de Galeano, un proyecto de creación de liceo para señoritas, comparado al Colegio Nacional, cuyo plan de estudio será:
Primer año: Contabilidad, Francés, Inglés, Geografía, Recitado, Dactilografía, Literatura.
Segundo año: Contabilidad, Francés, Inglés, Economía, Doméstica, Literatura, Taquigrafía y Enfermería.
Este plan, presentado en 1930, en el Gimnasio, no se pudo concretar, pero, en 1933, la señora Beatriz Mernes de Prieto, integrante de esa institución, va a crear el Secretariado de Niñas, que durará por cuatro décadas hasta volverse el Instituto Superior de Relaciones Públicas y, finalmente, llegará a la pujante actual Universidad Comuneros.
LA FUSIÓN CULTURAL
Como dijimos con anterioridad, en 1883, se crea el Instituto Paraguayo, que durara solo dos o tres años. En 1895, se crea el Instituto Paraguayo. En 1913 aparece el Gimnasio Paraguayo.
La vida cultural de Asunción no daba pie aún para la existencia simultánea de esas dos entidades, y de otras, al mismo tiempo.
Como ya se dijo, en 1930 comienzan a aparecer ciertas tratativas entre estas dos entidades sobre la búsqueda de innovaciones.
En 1931 prosiguen las conversaciones dichas, ya con representantes nominados por el Gimnasio: Venancio B. Galeano y Baltazar Ballario. Por el Instituto Paraguayo: Federico Chaves y Adolfo Antúnez. Participa un tercer miembro: él Círculo de Escritores y Artistas, con Arsenio López Decoud y Arturo Alsina.
En el entorno de concluir, se establece inicialmente que el Instituto y el Círculo de Escritores y Artistas tendrán ocho miembros en la directiva, y el Gimnasio con la Asociación de Escritores y Artistas también ocho.
Al año siguiente, al asumir el 15 de agosto de 1932 la presidencia de la República el Dr. Eusebio Ayala, nombró este como ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública al Dr. Justo P. Prieto. Este, pese al estallido del conflicto en el Chaco, le dio un giro decisivo a esas negociaciones y así, entre diciembre de 1932 y enero de 1933, estas llegaban a feliz término. El Instituto y el Círculo de Escritores y Artistas nominan a siete miembros para la directiva, al igual que el Gimnasio Paraguayo y el Círculo Femenino. El miembro n.º 15 de la comisión directiva sería nominado por el propio ministro antes citado.
Así fue que, por acta del 26 de diciembre de 1933, convalidada por la Asamblea General Extraordinaria del 21 de enero de 1934, el Gimnasio Paraguayo daba por asentido por directiva y socios el proyecto de fusión.
Cabe mencionar que los citados documentos prescriben que en el estatuto que surgía debía decir que el nombre de la entidad era Ateneo Paraguayo (primitivamente Instituto Paraguayo y Gimnasio Paraguayo), disposición que lastimosamente no se ha cumplido, ya que en todas las actas, desde 1934, he visto mencionar solo el nombre de Ateneo Paraguayo, no así su origen, aunque claro sí el del Ateneo Paraguayo, surgido en 1883.
Por otro lado, apasiona ver que esta fusión de la intelectualidad más respetable del país se hacía en pleno conflicto del Chaco.
El país tenía tiempo, fuerza y voluntad para enfrentar la guerra e idear el espíritu en la paz. Sí, finalmente eran verdaderos ateneístas, humanistas, romanistas y griegos y, por qué no, paraguayos.
Ambas entidades merecieron así sobrevivir en lo que desde hace casi ocho décadas es el Ateneo Paraguayo.
Dedico estas palabras a los doctores Juan Boggino e Hipólito Sánchez Quell, al ingeniero Baltazar Ballario y al señor Luis A. Vierci, todos ateneístas.