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El huevo rojo, lienzo del poeta y pintor expresionista austriaco Óskar Kokoschka, es una grotesca alegoría de los acuerdos firmados por representantes de Alemania, Italia, Francia y Gran Bretaña reunidos en Múnich para resolver la Crisis de los Sudetes, territorio perteneciente entonces a Checoslovaquia, país que sin embargo no estuvo representado en la reunión.
Los Acuerdos de Múnich fueron firmados hace hoy exactamente 80 años, la noche de un 30 de septiembre como este, pero de 1938. Ni la paz que Francia y Gran Bretaña pretendieron asegurar con ellos se cumplió ni su firma impidió a Alemania ocupar después el resto de la antigua Checoslovaquia.
Los Acuerdos de Múnich fueron solo otro paso en la fatal dirección del más sanguinario conflicto bélico de la historia moderna, la Segunda Guerra Mundial.
Óskar Kokoschka pintó a Hitler –vociferando– y a Mussolini –abierta la boca– ante una mesa en la que un huevo rojo es rondado por dos ratas veloces en su codicia; en el piso yace una mujer apuñalada por la espalda (Checoslovaquia). Praga, al fondo, arde en llamas. Bajo la mesa descansa un plácido gato (Francia, que violó su pacto con Checoslovaquia al firmar los Acuerdos de Múnich). Un poco atrás, a la izquierda, un león coronado (Gran Bretaña) tiene por cola el signo de la libra esterlina. Kokoschka denunció con esta violenta caricatura no solamente a Italia y Alemania, culpables directas del ascenso del fascismo, sino también a Francia y Gran Bretaña, por su complacencia.