Si hay un futuro, será ancestral

Manifestantes indígenas intentan invadir la sede de la COP30 en Belém, Brasil, el martes 11 de noviembre de 2025.
Manifestantes indígenas intentan invadir la sede de la COP30 en Belém, Brasil, el martes 11 de noviembre de 2025.Andre Borges

«Contra lo que sucede en los espacios donde se decide nuestro futuro ambiental, aquellos que nos llaman la atención sobre la necesidad de construir un futuro ancestral para toda la humanidad deberían ser los más escuchados», opina el antropólogo Marcelo Bogado.

El colonialismo europeo no se basó únicamente en el sometimiento militar de pueblos de todo el mundo por parte de potencias coloniales europeas. Implicó, además, una cosmovisión en la cual los colonizadores europeos estaban por encima de los colonizados en todo: desde la inteligencia hasta la belleza, pasando por la moral. En esta versión de la historia, los europeos se encontraban en el pináculo de la civilización, mientras que el resto de la humanidad era inferior, conformada por primitivos y salvajes. Sus sociedades, por ende, debían ser superadas, y, para ello, sometidas y explotadas económicamente. La colonización de los no europeos quedó justificada como la única dirección que llevaba al progreso.

Esta dirección de la historia, y la narrativa que la justificó, no son cosa del pasado. Surgieron con el colonialismo europeo hace siglos pero continúan vigentes, moldeando nuestra mentalidad en todo el mundo.

Protesta de comunidades indígenas en Belém (Brasil) para exigir demarcación de tierras y respeto a sus derechos, noviembre de 2025.
Protesta de comunidades indígenas en Belém (Brasil) para exigir demarcación de tierras y respeto a sus derechos, noviembre de 2025.

Desde hace décadas, cada año los gobernantes de todo el planeta (del Norte y del Sur) anuncian, con bombos y platillos, cuánto creció el producto interno bruto de su país, jactándose de que se debió a sus políticas. Aunque esta concepción es presentada de manera triunfalista, prometiendo bienestar y progreso, tal promesa es incumplible. Los bienes naturales del planeta son finitos. El crecimiento económico tiene un límite natural que no puede ser sobrepasado, y quienes celebran ese crecimiento suelen omitir sus efectos secundarios, como el daño ambiental irreversible y la acumulación del dinero cada vez en menos manos.

En 1562, Montaigne viajó a Ruan para conocer a unos tupinambás, de lo que hoy es Brasil, que unos navegantes franceses habían llevado a la corte. Interrogados por lo que les extrañaba más de Francia, los indígenas respondieron, entre otras cosas: que los muchos pobres no mataran a los pocos ricos para terminar con tan injusta desigualdad (1). Relatos como este han quedado como anécdotas dispersas de los cuestionamientos indígenas al mundo de los blancos.

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Michel de Montaigne
Michel de Montaigne

Como esos tupinambás del siglo XVI, los pueblos indígenas continúan interpelando a Occidente. En parte, con su sola presencia y estilo de vida, diferente al impuesto en todo el mundo por los descendientes de los colonizadores. En parte, con reclamos a quienes deciden qué políticas, que nos afectan a todos, se implementan a nivel global. Aunque representan aproximadamente el 6% de la población mundial, su persistencia en mantener –cuando las condiciones lo permiten– parte de sus costumbres y prácticas ancestrales tiene un gran impacto en la conservación ambiental en todo el mundo. Los pueblos indígenas son custodios de los paisajes naturales que aún quedan en nuestro planeta. La mayoría de las tierras que ocupan están en buenas condiciones ecológicas. El 65% tienen niveles bajos o nulos de modificación humana, y estos ecosistemas intactos cumplen un importante papel en la mitigación del cambio climático. De todas las tierras del mundo en buenas condiciones ecológicas, el 42% está en los territorios indígenas, cubriendo el 17,5% de la superficie del planeta. El 36% del área global cubierta por áreas clave para la biodiversidad se encuentra en territorios indígenas.

El futuro de los esfuerzos de conservación mundial requiere, por tanto, una alianza con quienes son custodios de estas tierras. Solo puede lograrse la conservación mediante el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas sobre sus territorios y los bienes naturales que albergan. Sin embargo, más de la cuarta parte de estas tierras enfrenta una alta presión para el desarrollo futuro, impulsada por el extractivismo, la agricultura industrial, la producción de energía y la urbanización (2). A quienes modifican la naturaleza para obtener riquezas no les basta lo que ya destruyeron. Están yendo por lo que todavía queda en los territorios indígenas, y también fuera de ellos.

Manifestantes indígenas de la etnia munduruku bloquean el acceso a la COP30 en Belém (Brasil), noviembre de 2025.
Manifestantes indígenas de la etnia munduruku bloquean el acceso a la COP30 en Belém (Brasil), noviembre de 2025.

Como humanidad, enfrentamos un dilema. Tenemos que elegir entre dos alternativas: perseguir el progreso infinito en un planeta que no puede soportarlo, o seguir el modelo de los pueblos indígenas, donde aquello que fue considerado una traba para el progreso, lo ancestral, será lo que nos permita tener un futuro.

Entre quienes propugnan lo segundo está el indígena brasileño Ailton Krenak, que sostiene que los colonialistas se creyeron con derecho no sólo de dominar a otros pueblos sino también de someter a toda forma de vida para obtener dinero. Quienes piensan así, según Krenak, tratan sin respeto a la naturaleza porque solo importa en la medida en que pueda generar dinero. Esto genera seres humanos monótonos como robots, cuyo progreso está devorando el planeta. La vida urbana, que se construye destruyendo la naturaleza, se impone como única opción. Contra esto, propone la «florestanía» (de «floresta» y «ciudadanía»): una ciudadanía vinculada a la selva, que lleva nuestra relación con la naturaleza y los demás seres vivos más allá de una lógica urbana y consumista y deja de limitar los derechos a los humanos para reconocérselos también a la selva, los ríos, las montañas y los animales (3).

Ailton Krenak (Foto Miguel Manso)
Ailton Krenak (Foto Miguel Manso)

¿Quienes deciden si optamos por el camino del progreso ilimitado (aunque sea imposible) o por el de mirar a lo ancestral (como proponen Krenak y otros) para que el planeta y la humanidad aún puedan tener un futuro? ¿Tenemos todos el mismo poder de decisión?

En este momento, lo deciden mayormente los gobernantes y delegados de nuestros países. Las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP) se han erigido como el espacio para consensuar acuerdos globales ambientales. En la COP30, que se desarrolló en estos días en Belém, Brasil, si bien hubo más delegados indígenas que en las conferencias anteriores, son solo observadores que pueden opinar e influir en las decisiones, sin poder de decisión formal en las negociaciones oficiales. Por eso, el 11 de noviembre un grupo de manifestantes indígenas irrumpió en la sede de la conferencia, exigiendo un poder de decisión real. El cacique Gilson Tupinambá expresó: «No se puede hablar del clima sin consultarnos (…) ¿Con qué derecho el Estado o el mundo decide por nosotros? Nadie tiene derecho a decidir por nosotros. Somos nosotros los que tenemos que hablar por nosotros» (4).

En este mundo que nos toca vivir, contra lo que sucede en los espacios donde se decide nuestro futuro ambiental, aquellos que nos llaman la atención sobre la necesidad de construir un futuro ancestral para toda la humanidad deberían ser los más escuchados, si no queremos continuar por el camino sin retorno en el que nos encontramos.

Indígenas marchan por la salud y el clima en Belém (Brasil), 11 de noviembre de 2025.
Indígenas marchan por la salud y el clima en Belém (Brasil), 11 de noviembre de 2025.

Notas

(1) Capítulo XXXI («De los caníbales») del tomo I de los Ensayos de Michel de Montaigne.

(2) WWF et al. (2021). The State of Indigenous Peoples’ and Local Communities’ Lands andTerritories. Gland.

(3) Krenak, A. (2019). Ideias para adiar o fim do mundo. Companhia das letras; Krenak, A. (2022). Futuro ancestral. Companhia das Letras; Krenak, A. (2024, 23 de julho). A natureza [Conferência]. Academia Brasileira de Letras, Río de Janeiro, Brasil.

(4) Jovem Pan News [Jornal da manhã] (13 de noviembre, 2025). Líderes indígenas negam envolvimento em tumulto durante a COP30 [Noticia]. https://www.youtube.com/watch?v=Mo_qbxmOq5M

*Marcelo Bogado Pompa (Asunción, 1979) es licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional de Asunción (UNA), máster en Estudios Latinoamericanos con énfasis en Antropología por la Université Sorbonne Nouvelle (París 3), docente y autor de los libros Representaciones y prácticas de salud en dos comunidades mbya guaraní de Caazapá (Cruz Roja Española / Fundación Kuña Aty, 2012), Antropología Social (Santillana, 2023) y Los antiguos y los nuevos. Pasado y presente del pueblo nivaclé (Tiempo de Historia, 2025).

Marcelo Bogado Pompa
Prof. Marcelo Bogado Pompa