La enredadera, los autos grises y otras coincidencias

René Magritte: La Décalcomanie (1966)
René Magritte: La Décalcomanie (1966)Gentileza

¿Señal del universo o mera coincidencia? ¿Cuántas veces nos hacemos esa pregunta frente a algo que parece inexplicablemente cargado de sentido? Jung llamó «sincronicidad» a la simultaneidad en el tiempo de dos o más sucesos misteriosamente conectados entre sí de manera no causal.

Una persona muy importante para mí decidió alejarse y justo ese mismo día mi papá cortó de raíz una enredadera que estaba creciendo por una columna de la ANDE en la calle. Durante los días siguientes, vi cómo la planta se secaba lentamente, como si todo el ecosistema estuviera procesando una pérdida, junto conmigo. No podía dejar de pensar que esa escena era una señal del universo.

Empecé a notar autos grises por todos lados. Grises como el de la persona en cuestión; en cada esquina, en cada estacionamiento… parecía que estos autitos me perseguían.

Esa persona tenía una forma muy especial de mirar el mundo. Le daba importancia a cosas que a veces los demás pasamos por alto: un atardecer bonito, unas flores en la vereda, la llovizna suave, o los perros del vecindario que parecían conversar entre ellos. Hace poco, mientras caminaba al caer la tarde, me di cuenta de que ahora yo también miraba el mundo con ese nivel de detalle. No pude aguantarme la risa cuando unos perros –los mismos que antes me daban miedo– se pusieron a ladrar y recordé una charla que habíamos tenido en la que me dijo que seguramente se estaban contando un chisme.

¿Eran señales del universo o solo coincidencias?

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¿Señales o significado?

El psicólogo Carl Jung propuso un concepto fascinante: la sincronicidad. Él decía que hay coincidencias que no pueden explicarse sólo por causa y efecto, porque parecen tener sentido emocional (Jung, 1960). Por ejemplo, soñás con alguien y al día siguiente te llama.

Para Jung, eso no era casualidad: era una manera en que el mundo exterior refleja algo que está ocurriendo en el interior. No todos los científicos lo aceptan, pero a mí esa idea me conmueve. Pensar que el universo puede ser un espejo sensible de lo que sentimos le da una belleza especial a la vida, incluso cuando duele.

El cerebro y los patrones

Los militantes más exigentes de la ciencia sostienen que lo que realmente ocurre es que nuestro cerebro está programado para buscar patrones. Es lo que nos permitió sobrevivir: si escuchábamos un ruido en la selva, era mejor suponer que era un tigre y no el viento. El problema es que esa habilidad no sabe cuándo parar.

René Magritte: L'Empire des lumières (1954)
René Magritte: L'Empire des lumières (1954)

El psiquiatra Klaus Conrad llamó apofenia a la tendencia a ver conexiones que no existen (Conrad, 1958). Es lo que pasa cuando miro el reloj y veo las 22:05; siento que eso quiere decir «algo» con eso.

Otro descubrimiento psicológico es el de la pareidolia que consiste en ver caras o formas familiares en objetos o nubes. Además, el efecto Baader-Meinhof, o «ilusión de frecuencia», explica por qué cuando algo te llama la atención empezás a verlo en todos lados (Zwicky, 2006).

Los sueños y nuestros anhelos

Muchas personas creen que los sueños son señales del universo, incluso existe todo un culto metafísico en torno a ello. Sin embargo, la ciencia logró comprobar que en nuestros sueños se mezclaban experiencias que vivimos. Es decir, ¿tampoco son señales?

Los que más saben sobre el tema sostienen que los sueños no predicen el futuro, sino que procesan nuestro pasado (Walker, 2004; Stickgold, 2001). El cerebro aprovecha la noche para ordenar emociones, recuerdos y aprendizajes. Por eso, los sueños a veces se sienten tan simbólicos: mezclan lo que vivimos con lo que nos dolió, lo que deseamos y lo que tememos.

Es decir, cuando habíamos soñado algo que «se cumplió», puede ser simplemente que el sueño nos ayudó a ver con más claridad algo que ya estaba pasando o actuar en consecuencia para materializar un deseo inconsciente, dentro de nuestras posibilidades.

Algoritmo biológico vs. libre albedrío

El debate sobre la fe en las señales está intrínsecamente ligado el gran debate de la libertad. Porque si se puede predecir nuestro siguiente movimiento, ¿qué tan libres somos? En medio de esta reflexión, estaba leyendo Homo Deus de Yuval Noah Harari (2015). Él dice que los humanos somos algoritmos biológicos: sistemas que procesan información. Desde esa perspectiva, las «señales del universo» serían simplemente interpretaciones que hacemos de estímulos externos.

Incluso si el universo no nos manda mensajes para orientarnos, somos nosotros quienes damos sentido a lo que nos pasa. Nuestra mente encuentra una forma de hablarnos a través del mundo.

La conclusión

Les tengo que ser honesta: la enredadera que se secaba no me predijo nada.

No importa tanto si las coincidencias son señales del universo o simples casualidades. No importa cuántos autos grises mi cerebro logre filtrar en el paisaje urbano.

Quizás las señales no existen fuera de nosotros, pero SÍ existen adentro.

Mientras no tengamos otras respuestas de los expertos, lo más sabio es aprender a leerlas como quien escucha su propia voz en el eco del mundo.

René Magritte: Le faux miroir (1928)
René Magritte: Le faux miroir (1928)

Bibliografía

Conrad, K. (1958). Die beginnende Schizophrenie. Thieme.

Harari, Y. N. (2015). Homo Deus: A brief history of tomorrow. Harper.

Harari, Y. N. (2018). 21 Lessons for the 21st Century. Spiegel & Grau.

Jung, C. G. (1960). Synchronicity: An Acausal Connecting Principle. Princeton University Press.

Shermer, M. (2008). Patternicity: Finding meaningful patterns in meaningless noise. Scientific American, 299(6), 48–49.

Stanford Encyclopedia of Philosophy. (s.f.). Compatibilism. Disponible en: https://plato.stanford.edu/entries/compatibilism

Stickgold, R. (2001). Sleep, learning, and dreams: Off-line memory reprocessing. Trends in Cognitive Sciences, 5(9), 1–8.

Walker, M. P. (2004). Sleep-dependent learning and memory consolidation. Neuron, 44(1), 121–133.

Zwicky, A. (2006). The Frequency Illusion. Language Log.

*Lía Fleitas Gill es periodista y especialista en comunicación estratégica. Se dedica a la planificación de proyectos de comunicación para organizaciones y empresas, con un enfoque social. Escribe sobre formas de organización innovadoras, educación emocional y modos de interpretar lo cotidiano desde una mirada (más) sensible.

Mujer y luna.