Un teatro moderno para Asunción con miras a un desarrollo integral

Actualmente, Paraguay no cuenta con salas de concierto para gran público bien acondicionadas acústicamente. Un nuevo teatro, además de una necesidad, es un anhelo latente desde hace años.

El Bar del Teatro Nacional. Klug & Marés, 1910. Imagoteca Paraguay
El Bar del Teatro Nacional. Klug & Marés, 1910. Imagoteca Paraguay

La construcción de grandes teatros siempre ha sido una señal de progreso cultural y económico en cualquier ciudad que aspire a ser avanzada o esté en vías de desarrollo. Es común ver en países desarrollados teatros de gran envergadura, que funcionan como espacios de crecimiento social y económico, generando interés tanto por su historia arquitectónica como por la programación que ofrecen.

Esta tendencia también se ha reflejado en América Latina. A finales del siglo XIX, ciudades emergentes como Buenos Aires, Río de Janeiro o São Paulo contrataban arquitectos italianos con el fin de replicar los teatros en forma de herradura –típica de la arquitectura italiana– en estas urbes que prometían convertirse en potencias regionales.

Asunción no fue ajena a esta corriente. Se sabía que Francisco Solano López –tras sus viajes a Europa– aspiraba a transformar Paraguay en una potencia regional. Una de sus ambiciones era la construcción de un teatro que estuviera a la altura de los mejores de Europa, deseo que expresó a su padre, el entonces presidente Carlos Antonio López.

La Scala de Milán en el siglo XIX
La Scala de Milán en el siglo XIX

Según relata Luis Szarán en su Diccionario de la música en el Paraguay, «el primer intento de dotar al país de un teatro lírico capaz de albergar presentaciones sinfónicas, operísticas y de ballet, data del siglo XIX. En 1854 llega al Paraguay el arquitecto italiano Alejandro Ravizza, con el fin de iniciar las obras del primer Teatro Nacional».

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Los desequilibrios políticos y la devastadora Guerra de la Triple Alianza truncaron el proyecto del Teatro de López. El edificio –que alguna vez busco ser una réplica de La Scala de Milán– quedó inconcluso. Sigue en pie y hoy funciona como oficina de la SET en el centro de Asunción.

Un segundo intento se concretó tras la guerra. Con las cenizas de la posguerra del 70 aún ardientes, se inaugura en 1889 el entonces llamado Teatro Nacional, impulsado por el empresario catalán Baudilio Alió, hoy conocido como Teatro Municipal de Asunción. Los planos utilizados esta vez eran del teatro Lope de Vega de la ciudad de Valladolid, España.

Nuestro coliseo cuenta con 1100 butacas, dos pisos y un foso con capacidad para 40 músicos y se ha hecho una restauración casi total en el año 2006. Teniendo en cuenta la época en que fue construido, el Teatro Municipal representó una apuesta a largo plazo. Para entonces, Asunción no superaba los 20.000 habitantes.

El Teatro Nacional, en el libro "El Paraguay Ilustrado" (1918), de Manuel Chaves. Imagoteca Paraguay.
El Teatro Nacional, en el libro "El Paraguay Ilustrado" (1918), de Manuel Chaves. Imagoteca Paraguay.

A lo largo de los años, este teatro ha contribuido significativamente al desarrollo cultural de la ciudad, albergando todo tipo de presentaciones musicales, teatrales e incluso funciones de cine.

Han pasado casi 140 años desde su fundación. La sociedad asuncena ha cambiado notablemente, tanto en densidad demográfica como en intereses culturales. Tras el confinamiento provocado por la pandemia del COVID-19 y el auge de espectáculos con entradas gratuitas o accesibles, el Teatro Municipal se ha quedado pequeño frente a la demanda del público. La cultura social del asunceno ha evolucionado, exigiendo más y mejores espectáculos artísticos.

Además, la calidad de nuestras orquestas y agrupaciones artísticas ha mejorado considerablemente. Hoy contamos con muchos artistas formados en prestigiosas universidades de Europa y Estados Unidos, con trayectorias tanto nacionales como internacionales.

Un nuevo teatro, además de una necesidad, es un anhelo latente desde hace varios años. Se requiere una sala moderna, con capacidad para más de 3000 butacas, equipada con sistemas avanzados de sonido e iluminación. Espacios adecuados para ensayos, camerinos funcionales –vitales para la preparación de los artistas– y, por sobre todo, una acústica profesionalmente diseñada.

La OSCA, acompañada por un coro y cantantes invitados, presentó el año pasado la Novena Sinfonía de Beethoven, en el Teatro  Municipal.
La OSCA interpretando la Novena Sinfonía de Beethoven en el Teatro Municipal.

Actualmente, Paraguay no cuenta con salas de concierto para gran público correctamente acondicionadas acústicamente. Este es un factor crucial en la calidad del producto artístico. De nada sirve contar con los mejores músicos e instrumentos si la sala no está preparada para amplificar su calidad. La inversión en ingenieros especializados en sonido debe convertirse en una prioridad ineludible.

Asimismo, se hace necesaria la construcción de un teatro en una zona más segura de la ciudad, con facilidades de estacionamiento y acceso para personas con movilidad reducida. También es fundamental disponer de una cartelera atractiva, accesible de forma digital tanto para la compra de entradas como para la programación general. Todo esto incentivaría la venida de artistas de alto nivel del extranjero, el turismo local y regional, la demanda de restaurantes, espacios de ocio y, por supuesto, la ocupación hotelera.

El Teatro Municipal forma parte de nuestra historia cultural. Sin embargo, es momento de mirar hacia adelante y no quedarnos atrás en una región que continúa apostando por la construcción de nuevos y mejores teatros, comparables con los más modernos del primer mundo.

Parece irónico pensar en un proyecto de esta envergadura siendo que la ciudad se encuentra en un estado deplorable en cuanto a servicios básicos e infraestructura pública. Sin embargo, la falta de visión a largo plazo nos ha llevado a no tener un rumbo claro en los últimos años, optando por políticas de salvataje antes que proyectos debidamente pensados considerando las necesidades de los ciudadanos.

Esta inversión debería involucrar tanto al sector público como al privado, evitando la codicia asociada al sobrecosto que muchas veces vuelve inviables los proyectos de gran envergadura.

Concierto de Stan Getz en el Teatro Municipal de Asunción, 1980.
Concierto de Stan Getz en el Teatro Municipal de Asunción, 1980.

*Javier Acosta Giangreco es licenciado en Composición Musical por la Pontificia Universidad Católica Argentina, guitarrista, compositor y director de orquesta. Se ha presentado en escenarios de Paraguay, Argentina, España y Estados Unidos. Creó el ensamble de cámara Novum para divulgar la música contemporánea latinoamericana y fue director artístico del programa social Sonidos de la Tierra. Ha publicado los libros Nicolás Pérez González: la revolución inconclusa (2018) y El sortilegio de Sila Godoy (2025, en coautoría con Óscar Bogado Rolón).

Javier Acosta Giangreco fue elegido en certamen internacional.
Javier Acosta Giangreco
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