Tres blues de Mario Licón

Recordamos al poeta mexicano Mario Licón Cabrera (1949 - 2025), fallecido el lunes, con una pequeña selección de poemas a cargo de nuestro reportero de guerra, Julián Sorel.

El poeta mexicano Mario Licón Cabrera (1949 - 2025).
El poeta mexicano Mario Licón Cabrera (1949 - 2025).MONSERRAT ALVAREZ

Mario Licón Cabrera nació en Nuevo​​ Casas Grandes, Chihuahua, México. Fue poeta, traductor, editor y muchas otras cosas –viajero, fotógrafo, alfarero, zapatero, maestro de escuela primaria y lavaplatos, como recuerda Claudio Albertani en su artículo publicado en esta misma edición de El Suplemento Cultural (1)–. Fue autor de La Reverberación de la Ceniza (Hermosillo, Sonora, Mora & Cantúa Editores, 2005) y de Yuxtas (Australia, Cervantes Publishing,​​ 2007, entre otros libros. Falleció el lunes 28 de julio de 2025 en Sídney, Australia, donde residía​​ desde 1992.

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Son conocidas las íntimas relaciones entre el blues y la poesíaLast blues, to be read some day fue el último poema que escribió Cesare Pavese, hilo conductor de esta trinidad de poemas de Mario Licón que publicamos en su memoria.

Hermosillo City Blues

Esas noches en Hermosillo

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

en vez de caminar hasta la casa de mi hermana

seguido dormía debajo de los Yucatecos

en las bancas de los parques, o sobre el mosaico

de los kioskos –like a real loafer.

Pero eso no era nada:

aparte de la jodida distancia evitaba

pasar por algunas zonas de alto riesgo;

el transporte público se detenía

a horas ridículas de la noche.

Mejor optaba por dormir allí, en el corazón de la ciudad,

entre los cantos de los pájaros nocturnos y el rápido

deslizamiento de los autos y el arrullo

de algunos tríos ensayando para una serenata.

Las memorias llegaban. Memorias de una distante

infancia y juventud. Memorias de un Sídney

aún más distante.

Me veía vendiendo periódicos católicos en Catedral.

En innumerables e interminables manifestaciones

en contra de corruptos rectores universitarios.

Me veía llegando al Faro de Palm Beach.

Descargando una troca de diez toneladas cargada

de bolsas de barro en New Town. Bailando

en el ferry al regreso de Mackrelle Beach.

Me veía ascendiendo El Tepozteco. Atravesando

la espesa oscuridad entre los rabiosos

ladridos de los perros.

Extrañaba Hermosillo Sidney y Tepoztlán

y todo a un mismo tiempo.

Extrañaba el cerca el junto y lo lejos

y todo a un mismo tiempo.

Mario Licón y Murielle Horry en Monte Albán, enero de 1980.
Mario Licón y Murielle Horry en Monte Albán, enero de 1980.

Midnight Blues

Una lluvia fina cae

sobre tus enredados cabellos

en altas horas de la noche

tú en la línea de la luz

yo en la línea del sueño

Market Street

casi desierta

Todo es un sueño

caminando lento

sueño entre tiempo y tiempo

Tú me das tu mano

que sale del viento

yo te doy un beso

que se pierde entre la niebla

y el ulular de sirenas invisibles

en la bahía

La lluvia

finos cuchillos de plata

van marcando

nuestros rostros

Mario Licón en Tepoztlán, 2023.
Mario Licón en Tepoztlán, 2023.

Bay Bridge Blues

Cruzar el puente para llegar a la niebla

que envuelve las torres y vuelve

misteriosos los rostros.

Llegar a Market St. y entre juglares, turistas

y pinky-punks, escuchar

el monólogo circular de Jenny, colectando

quoras y daimes para completar la dosis.

Llegar al Vesubio, pedir un café irlandés,

encender un Camello y ver como la lluvia cae

sobre los títulos más recientes de City Lights.

Ver además como la tarde enciende

las enormes tetas de neón de Carol Doda.

Cruzar el puente para llegar a Golden Gate Park

y caminar

sobre huellas de ácidas cenizas y escuchar

el flapéo de raídos estandartes acompasando

el sueño del penúltimo bisonte.

Llegar al Casino Tropical

y entre timbales y trompetas danzar

con Irene en un rincón, danzar

bajo un cielo de lentejuelas y palmeras

de cartón y un mar de ron.

Llegar al Café Trieste y compartir la mesa

con alucinados y auto-exiliados. Buscar

en la pared el rostro de Dashiell Hammet, y

en su lugar encontrar el vivo cuerpo de Aloha,

que se ofrece como un efímero manjar.

Llegar al Keystone Corner, haciendo eses

y equis y entre un brandy a solas escuchar a

Flora Purím, cuando todavía existían

Dexter Gordon, Charles Mingus y Obed Gómez Almazán.

Cruzar el puente para llegar a los muelles

con el eco de los cantos de Kenneth Rexhort,

ecos de luz, amor y coraje abriéndose paso

entre el espeso rumor de la niebla

de un futuro que fue.

La combi Volkswagen estilo Freak Brothers en la cual viajaban Licón, Albertani y compañía.

Notas

(1) Claudio Albertani: «Una larga amistad». En El Suplemento Cultural, ABC Color, 03/08/2025. Disponible en la edición impresa y en línea.

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