A lo largo de la historia, la cerámica ha seguido dos caminos paralelos: el de la utilidad artesana y el de la belleza artística. Si bien esas rutas no son incompatibles y la frontera entre arte y artesanía nunca ha estado clara, y menos aún desde que la industria masiva atropelló y conquistó los espacios de utilidad de lo artesanal.
La estética, entonces, dejó de ser un accesorio deseable, pero no imprescindible, de la pieza útil del ceramista para ocupar el centro de su razón de ser. Sin embargo, aún se echaba en falta un detalle: la artesanía se volvió arte en un sentido tradicional: su búsqueda cambió de objetivo, sin embargo no había aún emprendido el camino del mejor arte contemporáneo: la introspección.

En su más reciente exposición individual, Cuentos mestizos (Casa Mayor 2024), apoyándose en el poema de Gregorio Gómez Centurión «Ñandépa máva ha’e», que imprime literalmente sobre una de sus esculturas cerámicas, Jorge Enciso da una interesante pista, porque la pregunta más antigua de la filosofía (quiénes somos) puesta en guaraní paraguayo, idioma mestizo por excelencia, no solo ilustra el mestizaje al que alude el título de la muestra vinculando la filosofía clásica con la lengua vernácula, sino que remite también al propio sincretismo mestizo del barro, que lo arriesga todo en un triple salto mortal que vuela peligrosamente sobre el innominado vacío que media entre la cerámica tradicional y la escultura. Empero, sin riesgo no hay arte, sino decoración de objetos que quizás sean lindos, pero que nunca alcanzan a ser verdaderamente bellos.

Es entonces cuando la propia materia prima se vuelve objeto de introspección: no se pregunta ya solamente qué puedo expresar, sino qué soy, hasta dónde puedo llegar, en qué diablos me puedo convertir. Esas preguntas están en la base de la investigación del material que ha emprendido Jorge Enciso. Y, desde luego, no se limita a una de sus exposiciones sino que impregna toda su obra, sistemáticamente centrada en esa tensión dramática entre lo tradicional y lo contemporáneo.
En su búsqueda de formas atípicas y texturas novedosas, su recurso a la tan tradicional incisión geométrica conlleva un intento, casi obsesivo, de que las geometrías que llenan sus superficies sean no una decoración sino una trasfiguración del material en una imagen idealizada de sí mismo, y así logra que la materia cerámica sea tanto materia prima como contenido, tanto hecho tangible como objeto de estudio de una imaginación que desprende al barro del barro y vuelve a hacerlo barro.

En cierto sentido, el trabajo de Jorge Enciso es lo más genuinamente mestizo, porque sincretiza un universo estético rabiosamente contemporáneo con la más furiosa sujeción de sus raíces al corazón mismo de la tradición de la cerámica popular paraguaya, los volúmenes propios de la escultura y las armonías propias de la artesanía tradicional.
La pregunta por la identidad no es retórica, ni se limita al estrecho concepto sociopolítico. Claro que se pregunta por la identidad personal y la social, pero sobre todo se pregunta por la identidad de su propio trabajo como artista y, en último análisis, por la materia prima, el barro, el agua y el fuego, que tantas culturas han puesto en el epicentro de sus orígenes míticos, arcilla, humedad y calor que trasfiguran la naturaleza en artificio, artificio que, por supuesto, siempre comienza con la misma pregunta: quién soy yo, artífice; en qué quieres en verdad convertirte tú, materia prima primordial. «Ñandépa máva ha’e».
Esas siluetas atípicas, esas incisiones geométricas, esas aperturas que parecen fisuras o heridas en una piel por lo demás perfecta, son algo más que una propuesta estética abstracta: son una interrogación no a una identidad, sino a todas las identidades tanto del artífice como de su material, que es algo más, mucho más que materia prima: la arcilla misma de la creación, porque en el principio: el barro. El proceso: la introspección. El resultado: el arte.

*Ángel Luis Carmona Calero es periodista, docente universitario y crítico de arte, de vasta trayectoria como columnista y autor de artículos de fondo en distintos medios, esencialmente en áreas culturales y de opinión, pero también en política internacional. Ha publicado Crítica de la sinrazón pura: epigramas ajaponesados o epihaikus (AranduBooks Ediciones, 2024).