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La última película del director Walter Salles, Aún estoy aquí (en portugués, Ainda estou aqui), además de su impecable factura fílmica posee el significativo atributo de abordar la cuestión de las consecuencias humanas de la violencia política, en particular del terrorismo de Estado sistemático, ejercido por las dictaduras mediante el secuestro, la tortura, el encarcelamiento y la desaparición física de quienes se oponen a ellas.
Este recuerdo de las trágicas pérdidas y el dolor que traen consigo la violencia política es valioso para el Brasil, donde la ley de amnistía de 1979, sancionada durante el gobierno militar, dificulta aún hoy la investigación de los crímenes de lesa humanidad del periodo 1964-1985 pero también para todos los países en una escena mundial cada vez más protagonizada por el encono y la intolerancia.
El desaparecido
En 1962 el ingeniero civil Rubens Beyrodt Paiva, de una prominente familia paulista, es elegido diputado por el Partido Laborista Brasileño, organización de inspiración «getuliovarguista», una de cuyas figuras destacadas era Leonel Brizola. Durante su mandato como congresista Paiva se ganó el odio de la derecha: presidió una comisión investigadora que consiguió e hizo pública evidencia de pagos a periodistas e intelectuales que alertaban en la prensa sobre el «peligro comunista» durante el gobierno del presidente Goulart (1961-1964). El dinero provenía de dos instituciones que nucleaban a la alta burguesía y a los altos mandos de las fuerzas armadas, el Instituto de Pesquisas e Estudios Sociais (IPES) y el Instituto Brasileiro de Acción Democrática (IBAD), think tanks de la derecha brasileña.
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Los militares desalojaron del poder a Joao Goulart el primero de abril de 1964, Rubens Paiva tomó el camino del exilio, primero en Yugoeslavia y luego en Francia. Convocado a Montevideo para reunirse con los también exiliados Goulart y Brizola, Rubens Paiva decidió que ya había tenido suficiente política en su vida y, en una escala, tomó un vuelo a San Paulo y se reunió con su familia, con la que después fijo residencia en Río de Janeiro.

La película
Recién en este momento de la historia comienza el relato cinematográfico en el filme de Salles. Las imágenes nos presentan al ingeniero Rubens Paiva, encarnado por el actor Selton Mello, su esposa, Eunice Facciolla Paiva, papel a cargo de Fernanda Torres, y sus cinco hijos llevando una vida cotidiana agradable en la casa familiar, a pocos pasos de una playa carioca. El exdiputado parece dedicarse exclusivamente a su actividad profesional y al bienestar de los suyos. Conforme avanza el metraje, nos percatamos de que este idílico panorama es tan solo superficial, de que el país está bajo el poder de una rígida dictadura militar que ejerce un control policiaco sobre sus habitantes y de que hay una ofensiva que se materializa en el secuestro extorsivo de diplomáticos extranjeros para exigir la liberación de presos políticos, acciones llevadas a cabo por el grupo guerrillero Vanguardia Popular Revolucionaria (VPR). Estamos en la navidad del año 1970.
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Sin revelarlo a su familia, Paiva ayuda a sortear el cerco de silencio que impone la dictadura, hace llegar discretamente a medios de prensa extranjeros denuncias de las torturas y ejecuciones clandestinas que práctica el régimen. El 20 de enero de 1971, un comando de militares vestidos de civil se presenta en la casa de Rubens Paiva y lo llevan detenido. Días después, su esposa y una de sus hijas son apresadas. Eunice Paiva es sometida a sesiones de interrogatorios y tortura psicológica. La película retrata la celebrada reputación de eficacia que los oficiales de la inteligencia militar brasileña supieron obtener en esos siniestros menesteres. Luego de unos días, tan arbitrariamente como habían sido apresadas, ambas mujeres son liberadas. Lo que sigue de la trama del filme se centra en la persistencia de Eunice Paiva para sobrellevar la desaparición del ser querido, su capacidad de rehacerse, sostener económicamente a sus hijos, guardar la memoria de los hechos y exigir justicia.

Basada en el libro autobiográfico de Marcelo Rubens Paiva, hijo de Rubens, la película muestra la pericia de Salles en la edición y el montaje creando acertadamente un clima de época y lugar. La factura fílmica y la composición son clásicas pero no se priva de recursos como imágenes captadas con cámara súper 8 mm o imágenes de archivos televisivos. En la recreación fílmica también cumple su papel la música de la banda sonora, que incluye temas de Erasmo Carlos y Joao Gilberto, entre otros.
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Mención aparte para el trabajo de dos grandes actrices, Fernanda Torres y Fernanda Montenegro; la primera, en su rol protagónico, sostiene la película sobre sus hombros con la única herramienta de su destreza y capacidad actoral, moviéndose con suficiencia en los distintos registros que la historia y el personaje demandan. La madre de Torres, Fernanda Montenegro, aporta una breve presencia en pantalla que resulta más que suficiente para obtener el emotivo y logrado final del filme. Galardonada con el premio al mejor guión en el Festival de Venecia (2024), Aun estoy aquí obtuvo el Oscar a la mejor película internacional (2025), categoría antes conocida como mejor película extranjera o de lengua no inglesa.
A la sombra de la impunidad
La película de Salles tiene el mérito de rescatar del olvido el terrorismo de Estado en Brasil, país que, conducido por los militares, optó socialmente por la amnesia selectiva. Recién en 2014, con el informe de la Comisión de la Verdad instituida por el gobierno Rousseff, se abrieron las puertas a la posibilidad de la investigación penal, pero los cambios políticos posteriores, que incluyeron el lapso de poder del bolsonarismo, y el hecho de que la mayoría de los perpetradores hayan fallecido configuran un difícil panorama para la justicia. En el hermoso país vecino, como en todas partes, en este tiempo de bombardeos masivos e indiscriminados sobre población civil, guerras de agresión, ejecución sumaria de prisioneros de guerra y otras atrocidades, los crímenes cometidos por el poder político se encuentran amparados por la impunidad.

*Gustavo Reinoso es abogado por la Universidad Nacional de Asunción (UNA), con estudios de Filosofía Política en la Universidad de Navarra (UNAV), España, y crítico cinematográfico. Ha publicado trabajos sobre temas que van desde las ideas estéticas de Heidegger y Lukács hasta el derecho laboral en varios medios de prensa y colabora regularmente en El Suplemento Cultural con artículos sobre el cine y sus relaciones con cuestiones de historia, música y literatura.