Cargando...
Han Kang (Gwangju, 1970) es la ganadora del Nobel de Literatura 2024 y la primera escritora asiática que recibe este premio. Algunos lectores ya la conocen como una autora lúcida con una visión crítica y cruda de la realidad. Su impactante prosa poética expone la debilidad humana, como expresaron los jurados del Premio Nobel. La literatura tiene de por sí una fuerza capaz de inquietar el alma humana, pero cuando se encuentra en las manos magistrales de Han, además de inquietar, deja una marca indeleble en la memoria y en la conciencia.
En una de sus obras más conocidas, La vegetariana, Han Kang cuestiona un acto humano tan natural como el comer. Las interrogaciones de Han no siempre encuentran respuestas; ella las lanza al vacío sin esperar réplica. Pero esas preguntas, «¿por qué comemos, qué comemos?», quedan flotando en la mente, y finalmente evocan la pregunta final: «¿por qué vivimos?».
Lea más: El coro de los muertos de Ssangyong
En Actos humanos, Han narra la lucha por la democracia en la década de 1980 en la ciudad de Gwangju y se interroga con mayor intensidad por la esencia de la vida humana. «¿Cómo puede hacer una autopsia de su muerte si él mismo no puede contarle esas cosas únicas que vivió?», escribe. Con voz resignada, casi nihilista, invoca al espíritu del ciudadano que falleció durante la lucha. Este episodio es un trauma histórico que mencionaron los evaluadores del Premio Nobel.
Leer su novela Blanco es como estar en un bosque con neblina. La situación podría causar miedo o temor, mas transmite serenidad, porque al final del camino uno se da cuenta de que tras la leve capa de neblina está la luz.
Lea más: ¿Crítica social en Parasite?
No es un milagro de Han Kang...
Cuando se publicó la noticia de su premiación, muchos se sorprendieron, ya que la lista de candidatos incluía nombres de autores asiáticos más reconocidos a nivel internacional, y además la autora es relativamente joven para ganar un premio tan prestigioso como el Nobel. Pero no se puede atribuir su éxito a un simple azar, como si se tratara de un «milagro de Han Kang» (1).
Hija de un escritor, Han inició su carrera como poeta en una revista literaria en 1993. Luego se dedicó a escribir novelas en las que denuncia la sexualización del cuerpo femenino, describe las luchas sociales y ahonda en traumas personales e históricos, prestando especial atención a la vulnerabilidad humana. La vegetariana fue galardonada con el premio Men Booker en 2016, y su nueva novela, No me despido, ganó el año pasado el Premio Médicis Extranjero. Han se ha convertido en una notable figura literaria de la actualidad por la calidad de su producción, pero, si bien sus logros personales son reflejo de su talento y creatividad, no se puede dejar de lado la filosofía de la cultura coreana, que desde la antigüedad valora la capacidad de «escribir bien» a tal punto que ha sido siempre, tradicionalmente, uno de los requisitos cruciales para acceder a cargos públicos.
Lea más: Tres cuentistas coreanas
Se dice que, durante los quinientos años de la dinastía Joseon, solamente setecientas personas ingresaron a la carrera del servicio civil, a través del sistema de evaluación «Jangwon», que básicamente consiste en redactar un ensayo sobre diversos temas de la época. El afán de escribir bien sigue vigente hoy en políticas de Estado que promueven la literatura como un pilar del conocimiento. Han fue en su momento una de las beneficiarias del programa de promoción de autores emergentes del Consejo de Promoción de Cultura y Arte de Corea (ARKO), y, una vez formada, contribuyó a su vez con el Consejo como editora de su revista literaria.
Para muchos países, uno de los desafíos al dar a conocer la producción de sus escritores más allá de sus fronteras es contar con una buena traducción literaria. Por eso, el gobierno de Corea creó en 1996 el Instituto de Traducción Literaria, con el objetivo de impulsar el conocimiento de la literatura coreana en otros idiomas. Actualmente, el Instituto imparte clases a 1490 traductores y ha traducido 2032 obras a 44 idiomas. Además, realiza actividades literarias alrededor del mundo. No sólo la traducción es importante: hay otras áreas que deben estar estratégicamente conectadas para que el mundo literario pueda crear. Por eso, existen agencias de promoción de publicación de libros y promoción de la lectura y casas de literatura que buscan resguardar el valor de las letras coreanas y, al mismo tiempo, incentivar a los autores emergentes.
Lea más: El K-Pop, ‘Squid Game’, el Óscar y el Nobel, la fuerza de la cultura surcoreana
Las misiones diplomáticas coreanas en todo el mundo se suman a este esfuerzo colectivo de promoción de la literatura y la lectura organizando eventos culturales. En este marco, la Embajada de Corea en Paraguay lleva a cabo periódicamente reuniones del club de lectura y debate de literatura coreana en español con el nombre de «Noche de Literatura Coreana», que abre un amplio espectro de diálogo y comparación cultural, enriqueciendo tanto la experiencia personal como el entendimiento mutuo. Pero el verdadero valor de este tipo de espacio es que se convierte en un lugar donde uno puede sentirse identificado con el otro, sin importar la nacionalidad, la barrera cultural o el background personal, porque ese es el poder de la literatura. Enseña la universalidad de los valores humanos.
Lea más: Yi Sang poliglotón
Un libro hacia el mundo
Ampliando un poco la perspectiva, es importante destacar la repercusión que tuvo la noticia de la premiación de la escritora surcoreana Han. Muchos no conocían la historia coreana, el trauma colectivo del pueblo coreano, los desafíos que tiene que enfrentar día a día una persona común de Corea, etc. Por lo general, cuando se habla de la cultura coreana, o de la ola coreana (hallyu), se piensa solamente en series de Netflix, K-pop o gastronomía. Este Nobel ha evidenciado que la ola coreana es mucho más amplia y multidimensional. Es el claro resultado de un esfuerzo conjunto entre el extraordinario talento personal de una escritora, las políticas públicas de un gobierno que impulsa la cultura, el esfuerzo de una Academia por acompañar la formación de nuevos referentes y el aprecio de una ciudadanía que valora sus propias producciones culturales.
Además, este tipo de premiación da visiblidad al país de origen de los galardonados, destacándolo en la comunidad internacional. No sería exagerado afirmar que la literatura también puede ser una estrategia válida para posicionar un país en el mundo. En este sentido, vale la pena mencionar como un logro la promulgación de la primera ley de fomento de la lectura el año pasado en Paraguay; ojalá sea un paso para que la literatura cumpla un papel importante en el proceso de desarrollo nacional y haya una Han Kang paraguaya.
Lea más: Pioneras del feminismo coreano
La literatura es peligrosa porque penetra en la vida humana en forma sutil pero con el poder de transformar. Por algo la Biblioteca de Alejandría sufrió tantos ataques. Pero el alma de un libro no se pierde, se queda y transforma. Por eso hay que cuidarlo como ese cristal que Han menciona en Actos Humanos:
El cristal es transparente y se rompe con facilidad. Esa es su naturaleza. Es por eso que tenemos que tratar con cuidado todo lo que está hecho con ese material, porque si algo hecho de cristal se agrieta o se rompe, ya no sirve y hay que tirarlo.
Antes teníamos dentro un cristal que no se rompía. No sabíamos si era cristal o qué, pero era algo auténtico, sólido y transparente. Haciéndonos trizas el cuerpo les demostramos que teníamos alma. Les demostramos que éramos seres humanos hechos de cristal de verdad.
Notas
(1) El vertiginoso desarrollo económico de Corea se conoce comúnmente como «el milagro de Han kang (el milagro del río Han)»; de ahí el juego de palabras con el nombre de la autora.
*Silvia Jung es licenciada en Administración Cultural y de Arte y asesora política y económica de la Embajada de Corea en Paraguay.