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Debo decir, a fuerza de ser sincero, que no le tenía mucha fe a Belfast. Quizá porque me he ido despidiendo lentamente de aquellas épocas. También porque, de a poco, he ido curando mis lutos y heridas de los 70, y, pensé, ya no quiero volver a revivir momentos trágicos que ya no me hacen bien…
Pero una noche me armé de valor y me dispuse a ver la tan comentada y multinominada Belfast; por algo ha de ser, me dije, me acomodé en mi sillón y puse play… Desfilaron los créditos de rigor de la presentación, el logo de Universal y demás productores, comenzó a sentirse bajito para ir subiendo el volumen un saxo no muy alto, ese sonido vagamente familiar y sensual… pantalla negra y luego comienzan a salir imágenes –en un paneo lento– de unos astilleros, y de fondo, tomando un primer plano, un sonido increíble –yo no lo podía creer– con la voz del enorme Van Morrison, un héroe del rock irlandés de los 60/70, cantando uno de los más bellos temas que le haya escuchado en mi vida, «Down to Joy»… uff, mi corazón comenzó a acelerarse frente a las hermosas tomas aéreas de Belfast, todas estas en colores, para luego entrar definitivamente en la película.
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Esto es, Belfast, una película extraordinaria por su contenido, editada en blanco y negro y ambientada en una época de la cual fui participe; hasta me aventuro a pensar que el pequeño protagonista y yo teníamos la misma edad –claro, ambos en distintos puntos del planeta–. Mis recuerdos de aquella época son también en blanco y negro, el cine «clásico» todavía era en blanco y negro, así que me resultaron muy familiares esas escenas de barrio, un barrio parecido al mío, pero por suerte no con esa violencia religiosa de la Irlanda del Norte.
Diálogos sencillos –pero profundos–, como lo eran en aquel tiempo, con un mundo menos global, jugar en la calle, aterrizar en la casa del vecino sin problemas, saludar a todo el mundo y que todo el mundo te conociera… hasta que llegaron para ellos la violencia, el descontrol, el miedo y el terror, tiempos difíciles, economía frágil, igual que la actual pero con menos tecnología, unos con la pobreza del primer mundo y nosotros atrapados aquí, con la pobreza del fin del mundo.
Belfast, una historia que se resume en ese final: «un adiós y no mires atrás»… Me toca de cerca ese adiós, el desprenderse del lugar que uno termina sin remedio por amar, la incertidumbre que te acorrala… solo que para ellos ya era cuestión de supervivencia; es decir, la cosa ya era dura. De las actuaciones ni hablar, luminarias como Judi Dench –para mí hermosa, algo así como nuestra Lucy Yegros– en un papel de abuelita tierna pero curtida por el tiempo en un país siempre enfrentado con Inglaterra. Porque los irlandeses sí que son gente fiera y resistente. Su historia habla por sí sola: en sus astilleros se construyó el Titanic; es decir, hablamos de gente fuerte. La actuación del niño es de una inocencia tierna, pantalones cortos, casi una radiografía mía… y la personificación de Ciarán Hinds como el abuelo compinche es simplemente genial. Las de la madre y el padre del niño fueron fabulosas; parecía que yo hubiera viajado en el tiempo: verla a ella –la mamá– era como ver a mi vieja, hermosa, tan bien vestida como en los 60, churra ella con su peinado tan bien arreglado, igual que la actriz –mi mamá bella–…
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Y la banda de sonido… bueno, esto merece un aplauso aparte y muy especial: nada más y nada menos que construida por uno de los héroes del rock, el grandioso Van Morrison, que conserva hasta hoy la fuerza vocal que me impactó cuando lo vi y escuché por primera vez en esa monumental película dirigida por el genial Martin Scorsese, The Last Waltz, en la despedida de la banda The Band. Aquella vez, en el viejo cine Granados a principios de los 80 –para mí fue una de las mejores salas de cine de Asunción–, me quede atónito por la grandeza de su fuerza interpretativa, así que se imaginarán cómo saltó mi corazón cuando comenzó a sonar su música al principio de la película. Si el filme ya comenzaba así, el resto tendría que ser de primera. No me quedó otra opción que sumergirme y disfrutar. Sin duda, su buen gusto estético merece un aplauso de pie.
Belfast no tiene muchos adornos, muchas figuritas de efectos especiales, pero sí diálogos intensos, imágenes sutiles, y el blanco y negro fue una decisión magistral. Una película «Para quienes se quedaron, para quienes se fueron y para todos aquellos que perdimos”». Si pueden, véanla y disfrútenla. Aunque no se haya llevado todos los premios Oscar. Y para entrar en clima les dejo un regalito: «Down To Joy», canción bella por donde se la mire: https://youtu.be/ZKO4dn-U71c
Belfast / Ficha técnica
Título original: Belfast
Dirección: Kenneth Branagh
Guión: Kenneth Branagh
Producción: Kenneth Branagh
Fotografía: Haris Zambarloukos
Música: Van Morrison
Reparto principal: Jamie Dornan / Caitriona Balfe / Judi Dench / Ciarán Hinds / Colin Morgan / Jude Hill / Lewis McAskie
Montaje: Úna Ní Dhonghaíle
Vestuario: Charlotte Walter
Duración: 98 minutos
Género: Drama
País: Reino Unido
Idioma: Inglés
Año: 2021