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Payo, como lo conoce la gente, dice de sí que es anarquista. A veces ha dicho que es un «anarquista romántico» y otras veces no ha puesto adjetivo a la declaración. No hay una encuesta que nos diga si esa declaración le trajo los casi 700 mil votos que consiguió. Su declaración ha sido recogida por la prensa, el gremio de analistas y opinólogos y sus oponentes políticos. El electo presidente Santiago Peña asumió la declaración y llamó «anarquista» a Payo, sin ninguna connotación positiva en la mención.
Las pocas veces que el anarquismo tiene prensa resulta ser mala prensa. El anarquismo es de esas cosas, como el clima, de las que se habla mucho y se conoce realmente poco. Que Payo se haya declarado anarquista ha hecho que la prensa mencione el anarquismo como nunca en la historia paraguaya… ni siquiera en tiempos de Barrett o de la Toma de Encarnación se habló tanto de anarquía y anarquismo en la prensa paraguaya.
No hemos de preguntarnos qué clase de anarquista es Payo sino, más bien, ¿cuándo es anarquista? Empecemos: lo de estar preso es muy de anarquista. Bien lo sabía Emma Goldman, quien –precavida– portaba siempre consigo un libro para las partes aburridas del encarcelamiento (las partes torturantes nunca facilitan la lectura). Muchos anarquistas, como Abel Paz, empezaron a escribir sus memorias en la cárcel, y hay mucho de la cárcel en esas memorias. No hay anarquista que no haya estado encarcelado; por eso se debe sospechar de cualquiera que se diga anarquista y no haya pisado nunca una celda.
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De anarquistas es el confrontar a la autoridad legal. Es casi una obligación para ser anarquista lo de oponerse e impugnar a quien ejerce el poder, puesto que los y las anarquistas ven como un obstáculo para la sociedad la institucionalidad estatal, empresarial, religiosa, policial, militar y patriarcal, entre otras. No por esos motivos sino por otros, Payo enlaza con este cometido anarquista, como se puede ver en sus redes sociales: ha atacado a jueces, policías y senadores hasta lo escatológico. A jueces y policías, en su condición de autoridad; a los senadores, en condición de par. Confrontar a la autoridad trajo muchos adeptos al anarquismo en sus tiempos gloriosos, porque representaba un anhelo común a la mayoría de la gente: poner en su lugar al jefe. Payo también ha recibido mucho apoyo popular por confrontar a senadores a jueces.
Denunciar las injusticias también es muy propio del anarquismo. Payo Cubas lo hace denunciando el fraude cometido, afirma, en estas elecciones. La denuncia anarquista de la injusticia se sostiene metodológicamente en la acción directa, que es la intervención de los propios afectados en la resolución de las injusticias que les afectan. Manifestarse para detener el fraude que, dice, le afecta, y revertir esa situación, es una acción directa que emparenta a Payo con la tradición política del anarquismo, y más si ha ido preso por ello.
Payo convocó a otros y otras a que se manifestaran y ejercieran presión para resolver lo que sentían como una injusticia común, contra él y sus votantes: el fraude electoral. Convocar, motivar, llamar a la revuelta para conseguir cambios en las condiciones que nos afectan es algo muy propio del anarquismo también. Por ello impulsa siempre la organización de los y las trabajadoras en sindicatos –anarcosindicatos, para ser más exacto, es decir, sindicatos sin jefes ni autoridades y que negociarán con la empresa a base de huelgas y medidas de presión (nada de acuerdos a puertas cerradas entre dirigentes y empresarios)–. Payo, en esto, se emparenta con el anarquismo más clásico, el de los Mártires de Chicago, que, con la revuelta de Haymarket y la masacre cometida por la policía que le siguió, instalaron para siempre la exigencia mínima de la jornada de 8 horas.
Tras la caída del muro de Berlín y, consiguientemente, del Telón de Acero que sostenía a la Unión Soviética, el anarquismo ha tenido un repunte desde su posición marginal posterior a la Revolución Española (1936-1939), último momento de relevancia mundial de las organizaciones anarquistas clásicas. En estas últimas décadas el anarquismo ha adquirido, con otras formas orgánicas, una relevancia mundial desde la Contracumbre de Seattle (1999) hasta la Revuelta Social de octubre (Chile, 2019). España, Grecia, el Kurdistán son reconocidos por una presencia anarquista decisiva en lo sociopolítico. Posiblemente hoy el anarquismo tiene un alcance geográfico y cultural más extenso que en su período clásico, como atestigua la solidaridad anarcosindicalista con el exilio anarquista afgano. El anarquismo es conocido en la actualidad política y por ello no es difícil suponer que Payo ha podido asumirlo sin contexto ni conocimiento alguno.
¿Habrá leído Payo algo de o sobre Ciriaco Duarte, Ignacio Núñez Soler o Chester Swann, llamado el último anarquista en Paraguay? Uno de los tópicos de la mala prensa del anarquismo es el del «último o único anarquista», diciendo con eso que es algo ya acabado, finito, terminado, de lo cual solo sobrevive una figura que, llegado el momento, desaparecerá. No es raro que haya gente interesada en la desaparición simbólica o física del anarquismo, puesto que está contra toda autoridad (1) y, como sabemos, autoritarismos duros o blandos hay por miles en lo político, nacional e internacional.
La autodefinición de Payo como anarquista parece ser más bien una respuesta ingeniosa a algún periodista sin capacidad de contrapregunta. Los anarquistas paraguayos ya han dicho que no es de los suyos (2), pero así como Payo tiene sus momentos anarquistas, tiene más momentos no anarquistas, contrarios en todo al anarquismo. Un primer ejemplo fue cuando, presos por decenas, sus seguidores le pidieron algún apoyo jurídico al Cubas abogado y líder. Payo se negó a prestarlo, aduciendo que la cárcel es más bien una medalla para quien hace lucha social. Con este dicho de Payo los y las anarquistas estarían de acuerdo pero al mismo tiempo antepondrían la obligación ética anarquista de la solidaridad. El caer en la cárcel es una medalla en la lucha social, pero para los anarquistas la presencia en la cárcel debe ser la mínima posible porque se busca una sociedad sin cárceles, ya que esta envilece (y el bienestar base es la libertad). No ayudar en tanto abogado a obtener la libertad de sus seguidores aleja hasta la contradicción a Payo del anarquismo, más aún si se considera que él cuenta para su defensa legal con dos o tres abogadas.
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Es esencial en la ética anarquista hacerse responsable de los actos propios y asumir sus consecuencias. La confrontación con el sistema de justicia, para el anarquismo, es en los estrados, mostrando en los hechos y las actas la actuación jerárquica, elitista, parcialista del poder judicial, que fue hecho para sostener el desorden que es el sistema actual. Argumentar por qué y bajo qué criterios se hizo lo que se hizo forma parte de esa confrontación. A esto se opone la estrategia jurídica de Payo: según las abogadas que lo defienden, será negar que convocó y llamó a manifestarse.
Tener seguidores es algo contrario al anarquismo. Bakunin, Malatesta, Durruti se hubiesen ofendido y molestado con las demostraciones de los seguidores de Payo hacia su líder. Ser líder en sí mismo es contrario a las prácticas anarquistas, que prefieren el trabajo colectivo de individualidades que se apoyan mutuamente. Levantar una candidatura formal, legal a cualquier cargo no es propio del anarquismo, y menos crear un partido político con ese objetivo. Las elecciones, para el anarquismo, son parte y renovación del problema al mismo tiempo. Cierto que existió el Partido Liberal Mexicano de los hermanos Flores Magón, liberales que se hicieron anarquistas al profundizar críticamente su amor por la libertad (contra el porfirismo); ellos prefirieron mantener el mote de Partido Liberal por la mala prensa del anarquismo. Así, en tanto anarquistas, el magonismo inició, anticipó y adelantó la Revolución Mexicana (1910-1917). Respecto a las elecciones, el anarquismo participa de ellas como política performática levantando candidaturas, muchas veces cómicas, por fuera y arriba de la legalidad electoral: en algunas partes del mundo el anarquismo ha llamado a votar por Rick Astley puesto que él
Never gonna give you up
Never gonna let you down
Never gonna run around and desert you
Never gonna make you cry
Never gonna say goodbye
Never gonna tell a lie and hurt you.
Otros ejemplos de algo contrario a las prácticas anarquistas en la candidatura Cubas son su propuesta económica (un capitalismo neoliberal no sólo ajeno al socialismo libertario que propone el anarquismo, sino también contradictorio con el nacionalismo que Payo proclama a voz en cuello) y su defensa machista de un candidato de sus listas parlamentarias imputado por abuso sexual infantil (que contradice absolutamente la naturaleza feminista del anarquismo, que desde Voltairine de Cleyre y Louise Michel se opone a cualquier desvío misógino en la Idea (3), incluso de parte de «figuras» anarquistas, como lo muestra la oposición –en su momento y lugar– a las opiniones misóginas de Proudhon, opiniones que quedaron fuera del consenso anarquista).
Además, circula por redes sociales un video en el cual Payo ataca a pasajeros y pasajeras de un colectivo, como parte de su campaña electoral. Payo (presidenciable) en ese momento estaba en una posición de autoridad; por eso difícilmente alguien se iba a parar en ese colectivo a hablarle (o a gritarle, según se ve que hace él en el video) como a un igual. Desde esa posición de autoridad, Payo maltrató a pasajeros del colectivo, alejándose totalmente del anarquismo con eso. Estar del lado del más débil es lo que afirma el anarquismo, incluso si ese más débil hace parte de lo que le oprime.
Payo no es anarquista, y, según lo que hemos visto, no lo será. De hecho, tiene más posibilidades de ser presidente del Paraguay que de fundar, alguna vez, un anarcosindicato o un ateneo libertario con sus amigos (seguidores). No encontraremos despliegue anarquista en las candidaturas y campañas electorales, dentro de partidos o encarnado en figuras carismáticas y mediáticas que quieren alcanzar el poder tradicional, ya sea ejecutivo o legislativo. La presencia anarquista encara la lucha por el cambio social desde la sociedad y contra el Estado y Payo, lo vemos, no está contra el Estado ni a favor de la sociedad, a la que también da latigazos si no le sigue. Payo encarna un aspecto de la cultura y del Estado Colorado (4): aquel que pretende ser popular, pero se queda en populista. El anarquismo, finalmente, está en otras partes (en todas partes) menos en Payo y el payismo.
Notas
(1) Excepto la de mamá, dice el meme.
(2) https://ea.net.py/blogs/paraguayo-cubas-no-es-anarquista-ni-de-lejos/
(3) Así llamaban clásicamente los y las anarquistas al anarquismo.
(4) https://www.elciudadano.com/academia-ciudadana/el-estado-colorado-de-paraguay-1/11/23/