De cuando los maká aprendieron a vivir de su cultura

Un breve reportaje de 1971 de la televisión argentina, que muestra cómo eran las visitas turísticas de entonces a la comunidad de los maká, permite al antropólogo Marcelo Bogado introducirnos en una historia que se prolonga hasta el presente, la de un pueblo que pasa a mostrar su cultura para ganarse la vida.

Portada del programa de la representación maká "Aldea India", realizada en 1939 en Buenos Aires. Fuente: Giordano, 2004: 385.
Portada del programa de la representación maká "Aldea India", realizada en 1939 en Buenos Aires. Fuente: Giordano, 2004: 385.

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Desde el siglo XVIII, los antepasados de los maká fueron conocidos como «enimagás», o alguna variación de esta palabra. Se menciona que vivían en las inmediaciones del río Pilcomayo y que estaban en continua guerra con sus vecinos, pues ambicionaban cueros cabelludos como trofeos de guerra y cautivos para servirles, tal como otros pueblos de la zona (1).

Le debemos a Félix de Azara la primera descripción de este pueblo, que pinta de manera exótica. Al mencionar sus costumbres, como la manera de cortarse el cabello o de usar aros en las orejas, el español los retrata, de paso, «tan holgazanes, que no hacían sino cazar y la guerra». La manera en la cual los hombres usaban labretes debajo de los labios la describe en estos términos: «Solo a los varones al nacer, hacen una cortadura horizontal en el labio inferior que penetra hasta la raíz de los dientes, y les ponen en ella una tablita delgada cada vez mayor de modo que se le va agrandando la cortadura (...) Como no pueden ajustar el barbote ó tablita perfectamente a la cortadura sino en los ángulos o extremos, se les salen continuamente por la cortadura la saliva y las babas, dando asco al mirarlos» (2).

El general ruso Iván Belaieff, amigo y protector de los makás (Archivo de ABC Color).
El general ruso Iván Belaieff, amigo y protector de los makás (Archivo de ABC Color).

Durante casi cien años no se tuvieron noticias de los enimagás. En 1903 se los menciona por primera vez como «makás». En la década de 1920 entran en contacto con el ejército paraguayo y se vuelven baqueanos al servicio del general ruso Iván Belaieff, quien se convertiría en su amigo y protector. A instancias suyas, al finalizar la guerra del Chaco se instalaron en las inmediaciones de Asunción, e hicieron representaciones de escenas de su vida cotidiana para el público asunceno, y también en la capital argentina (3). En 1944 consiguieron un terreno frente a Asunción, al otro lado del río. Se creó así la Colonia Fray Bartolomé de las Casas. En este asentamiento vivirían hasta que salieron del lugar en 1985, luego de una serie de crecidas del río Paraguay. Durante ese tiempo, los makás cobraban entrada por recibir en su comunidad turistas a quienes vendían artesanías y dejaban tomar fotos, a cambio de un pago (5).

En un reportaje de 1971 de la televisión argentina se presenta lo que eran aquellas visitas turísticas. La nota dura 4 minutos y fue realizada por el periodista José Manuel Carrizo (4). Empieza con la voz en off del periodista que va introduciendo al espectador al escenario para describir luego a la comunidad. Mientras realiza la introducción, se muestra una vista panorámica de Asunción, donde se aprecian modernos edificios. A continuación, se ve al grupo de guías a orillas del río Paraguay esperando a los turistas para conducirlos en su excursión a la toldería maká. Siguen imágenes del viaje en lancha hasta el exótico destino turístico. Ya en tierra, se muestra un primer plano de una vivienda, algunos paisajes de la comunidad y se enfoca al cacique Rafael, que está en compañía de algunas mujeres. Mientras se proyectan estas imágenes, el periodista las explica de la siguiente manera: «Asunción, capital de la República del Paraguay, ubicada sobre el río del mismo nombre. 450 mil habitantes. Ciudad a la vez colonial y también moderna, como este edificio que estamos observando; uno de los tantos que se han construido en los últimos meses. En nuestra breve estadía supimos del afecto de sus pobladores a todo lo que es argentino. En la margen oriental del río Paraguay y a través de esa lancha que estamos observando se llega cruzando el río al Chaco Boreal. Toda esta gente que nos rodea son guías, guías que llevan a los numerosos turistas que arriban a esta zona a visitar las tolderías de los indios maká. El cruce dura aproximadamente 10 minutos. Generalmente esta lancha está atiborrada de gente. Quinientos pobladores que viven en alrededor de 180 chozas. Todo en un predio de 350 hectáreas, números para nuestra estadística. El cacique Rafael y varios indios maká». En este momento, el periodista lanza algunas preguntas a un hombre paraguayo, Elizeche, quien, se subentiende, trabaja de guía en el lugar:

Todavía hoy, los makás siguen obteniendo el grueso de sus ingresos económicos de la venta de artesanías (Archivo de ABC Color).
Todavía hoy, los makás siguen obteniendo el grueso de sus ingresos económicos de la venta de artesanías (Archivo de ABC Color)

–Elizeche, ¿más o menos, cuántos pobladores tiene esta colonia?

–Bueno... Esta colonia más o menos se compone de 480 a 500 maká, más o menos.

–¿Esta gente de qué vive? ¿Del turismo?

–Bueno. Esta gente vive del turismo, aparte de eso son... Viven de la caza y de la pesca. Inclusive la gente, digamos. La gente, mujeres, viven de trabajos manuales como flechas, plumeros, fajas, collares. Todas estas cosas...

Sin dejarle terminar la respuesta, el periodista interrumpe en seco a Elizeche y le pregunta:

–¿Los podemos ver trabajando?

– Sí. ¿Cómo no? Se puede ver.

Una vez que Elizeche ha concedido el permiso, la cámara enfoca en primer plano a una maká de unos 30 años en cuclillas, urdiendo una faja en un telar de madera, mientras el periodista narra la escena de manera poética: «El cielo se ha obscurecido y ha comenzado a lloviznar. Sin embargo, observamos a esta joven que prosigue trabajando en un telar, fabricando una faja, una de las tradicionales fajas indígenas, tan conocidas».

Luego de esto, un primer plano muestra a unos hombres construyendo una vivienda con postes de karanda’y y techo de paja bajo la atenta mirada del cacique Rafael, mientras el periodista explica a los televidentes: «Otros indígenas construyendo sus chozas». Sobre esta acción, el periodista entabla la siguiente conversación con Elizeche:

–¿Aproximadamente cuánto dura esta construcción?

–Esta construcción más o menos dura 3 días.

–Bastante primitivo.

–Bastante primitivo; es lógico.

–Bien.

A continuación, el periodista se acerca al cacique Rafael, que observa a los hombres levantar la choza. Micrófono en mano, se abalanza rápidamente sobre el cacique, lo toma del hombro y dice: «Y aquí al lado, el cacique Rafael, con el que nos damos las manos».

Aquí pregunta, sin intermediarios, al cacique Rafael:

–¿No habla español? ¿No?

–No.

–¿No? ¿Guaraní?

–Guaraní.

–Guaraní.

Luego de una pausa, el periodista vuelve a preguntar al cacique:

–¿Vienen muchos argentinos aquí?

–He.

–¿Vienen? ¿Argentinos?

–Argentinos.

–Muy bien.

Al no poder comunicarse fluidamente con el cacique, el periodista recurre nuevamente a Elizeche:

–¿Cuántos años tiene el cacique Rafael?

–Bueno, el cacique Rafael tiene aproximadamente 58 años.

En la siguiente escena, el periodista se acerca a un maká de unos 50 años que tiene unas artesanías en la mano: «Buen día. ¿Y esto vende?», le pregunta. «He», responde el hombre. «¿Cuánto vale? ¿Cuánto cuesta?», inquiere el periodista. «500», es la respuesta. El periodista nuevamente pregunta «¿500 guaraníes? ¿Y más barato?». El hombre niega con la cabeza. «¿300?», regatea el periodista. «No», responde el maká. «¿400?», insiste el periodista. «500», responde el maká. En un último intento, el periodista pregunta: «¿450?». Recibe un «no» como respuesta. Vencido, el periodista interrumpe la negociación con el vendedor de artesanías y afirma: «Los indios maká no saben del regateo. Siempre firmes en el precio. Y si no, no venden. Una de sus características».

La siguiente escena muestra a unos niños maká jugando al fútbol a la orilla del río, mientras la voz en off del periodista afirma: «Aquí, los indios como los blancos gustan del que nosotros llamamos el más popular de los deportes, el fútbol».

Luego, la cámara enfoca a un anciano maká con una serpiente enroscada al cuello. Mientras se ve al hombre con tan peculiar bufanda, se escucha al periodista decir: «Uno de los personajes más importantes de esta colectividad, un anciano indígena que muestra a los asombrados visitantes esta serpiente, esta víbora enroscada en su cuello. Claro que posa ante nosotros como si fuera una cámara fotográfica». La cámara hace un paneo y muestra una choza tradicional maká, hecha a la antigua usanza. Con esta imagen del pasado maká en la pantalla, que aún se veía en 1971, el periodista cierra la nota diciendo: «Ahora observamos una de las tantas chozas. Precisamente aquí vive este indígena». Fin del reportaje.

Cincuenta y un años después de esta nota, los maká aún obtienen el grueso de sus ingresos económicos de la venta de artesanías. Muchas cosas, sin embargo, han cambiado para este pueblo. El mundo del que salieron, en el Chaco, ya no existe. El mundo al que vinieron ya no es el mismo. Y ellos, nueve décadas después, enfrentan grandes desafíos, como todos los grupos humanos.

Notas

(1) Susnik, B. (1981). Los aborígenes del Paraguay. III/1. Etnohistoria de los Chaqueños. 1650-1910, Asunción, Museo Etnográfico «Andrés Barbero», pp. 56-57.

(2) Azara, F. (1847). Descripción e historia del Paraguay y del Río de la Plata. Madrid, Imprenta de Sánchez, pp. 251-252.

(3) Giordano, M. (2004). «De Boggiani a Metraux. Ciencia antropológica y fotografía en el Gran Chaco». Revista Chilena de Antropología Visual, V. 4, pp. 365-390.

(4) Cantero, M. (2016). De plumas a estampados. Una configuración de la imagen maká, Tesis de Máster en Estudios Latinoamericanos. Foz de Iguazú, Universidad Federal de la Integración Latinoamericana, pp. 14-16.

(5) Enlace de YouTube a la nota de 1971: https://youtu.be/4PGd8fNYf5A

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