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El Nobel de Medicina 2022 lo ha ganado el biólogo sueco Svante Pääbo por sus descubrimientos sobre el genoma de dos especies humanas extintas, los neandertales y los denisovianos. El Nobel de Física 2022 ha sido compartido por el francés Alan Aspect, el estadounidense John Clauser y el austríaco Anton Zeilingier por sus trabajos pioneros en el campo de la información cuántica. El Nobel de Química 2022 también ha sido para tres investigadores, el danés Morten Meldal y los estadounidenses Carolyn Bertozzi y Barry Sharples, por el desarrollo de la química click y de la química bioortogonal. Y el Nobel de Literatura 2022 lo ha recibido la novelista francesa Annie Ernaux «por el coraje y la agudeza clínica con los cuales descubre las raíces, extrañamientos y frenos colectivos de la memoria personal».
Suele aceptarse que evaluar la calidad literaria en sí misma es un ejercicio ajeno a la gimnasia de la Academia Sueca, que cada año busca y recompensa una figura moral ejemplar, un modelo de conducta aleccionadora. Los libros de la escritora francesa Annie Ernaux, Nobel de Literatura 2022, ¿se agotan en cumplir debidamente ese cometido edificante? A responder esta pregunta con una negativa rotunda se dedica el novelista y periodista argentino Alfredo Grieco y Bavio en el artículo «Annie Ernaux, o los recuerdos de egotismo de una realista socialista tránsfuga».
Para Tomás de Aquino, Dios es único en sentido metafísico, teológico. Para la paleogenómica, el Ser Humano es único en sentido genético, biológico. Las investigaciones de Svante Pääbo, reza el comunicado oficial sobre el Nobel de Medicina 2022, «proporcionan la base para explorar lo que nos hace únicos a los humanos [lo que nos hace «únicamente humanos», uniquely human]». ¿Qué supuestos introduce en la investigación paleogenómica la premisa de la unicidad humana y en qué medida la defensa inconsciente de esta premisa condiciona la interpretación de aquellos hallazgos que puedan poner nuestra «unicidad» en cuestión? Este es el problema epistemológico que la poeta y filósofa española Montserrat Álvarez analiza en el artículo «Svante Pääbo, Nobel de Teología».
Una investigación científica puede llevar décadas, carecer de aplicación práctica y tomar a veces caminos errados, características todas poco atractivas para posibles auspiciantes o inversores, lo cual puede relegar proyectos valiosos pero no lucrativos. El hecho de que el jurado de los Nobel parezca inclinarse cada vez más a premiar a científicos diestros en desarrollar investigaciones comercialmente interesantes puede ser, por este motivo, contraproducente para los fines propios de la ciencia. Sobre estos polémicos asuntos habla nuestro reportero de guerra Julián Sorel en su artículo «Premios Nobel al capitalismo».