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No todo lo que nos trae este año es malo. El 1 de abril se formó el primer sindicato en una planta de Amazon, en gran medida gracias al esfuerzo de un extrabajador de dicha multinacional, Chris Smalls, que, junto con varios otros empleados, fue despedido por la compañía de Jeff Bezos –el tercer hombre más rico del mundo, según Forbes–, al comienzo de la pandemia de covid-19, en marzo de 2020.
En los últimos meses, siguiendo este ejemplo, los trabajadores de otras grandes empresas, como Starbucks y Apple, han votado también para formar sindicatos.
En realidad, los trabajadores de dos locales de Starbucks de la ciudad de Búfalo, en el estado de Nueva York, se adelantaron votando para formar el primer sindicato en la historia de la famosa cadena de cafeterías ya en diciembre del año pasado. En otros locales de la misma cadena se hizo lo propio a partir de ese hito, calificado con razón de histórico.
Naturalmente, las empresas nunca han visto con buenos ojos la organización de los empleados en sindicatos, por lo cual no debiera sorprendernos que el martes pasado, dando el aviso con solo una semana de antelación, Starbucks anunciara el inminente cierre de unos de sus locales, el de College Avenue, en Ithaca, Nueva York, donde los trabajadores habían votado también a favor de formar un sindicato propio hace cerca de un mes.
Esta historia nunca ha sido fácil, pero a pesar de eso, o por eso mismo, cabe esperar un resurgir del movimiento sindical en Estados Unidos y, ojalá, en el mundo entero. Lo que esta historia nos enseña es que la lucha por los derechos de los trabajadores no es tan solo una lucha por mejores condiciones materiales de vida, sino, y en primer lugar, una lucha por el respeto a la dignidad de todas las personas en cuanto tales. Por eso, pese a las dificultades, e incluso a las tragedias, que tal lucha conlleva, estas son buenas noticias.
Y como en El Suplemento Cultural somos amantes declarados de los cómics, celebramos que se haya prendido nuevamente esta mecha con una pequeña guía –no exhaustiva– para aquellos lectores interesados en descubrir unos cuantos de los variopintos reflejos del mundo laboral en el noveno arte. Van a continuación, en el debido desorden, algunos de nuestros autores y títulos recomendados.
Crónicas de juventud
Guy Delisle (Quebec, 1966) nos transporta con su trazo esquemático y su paleta de grises –color tan industrial...– al remoto verano de sus dieciséis años, cuando consiguió un empleo temporal en la misma fábrica de papel en la cual su padre llevaba tres décadas trabajando: esta es la historia que nos cuenta Chroniques de jeunesse (Decourt, 2021; publicada en castellano por Astiberri en el 2021 con el título Crónicas de juventud), un viaje en el tiempo hasta los inicios en el universo del trabajo y el primer encuentro con sus tareas repetitivas y sus, a veces, pintorescos personajes. Universo aquí evocado con cierta ternura, casi con nostalgia.
Puta fábrica
Jean-Pierre Levaray (Mont-Saint-Aignan, 1955), que fue trabajador durante treinta años en una fábrica de productos químicos de Grande-Paroisse, en Grand-Quevilly, cerca de Rouen, publicó hace ahora dos décadas su novela Putain d’usine (Éditions de l’Insomniaque, 2002), entrecortado y asfixiante retrato de una existencia hecha de humillaciones crónicas y accidentes laborales, de desgaste cotidiano y muerte rutinaria, de compañeros perdidos entre el alcohol y la inercia, de vidas desperdiciadas. Con la ominosa, sorda voz en off de Levaray como narrador omnisciente y los dibujos de Efix (seudónimo de François-Xavier Robert, Lille, 1967, Premio al Mejor Autor en el Festival de cómic BDécines 2000), ilustrador que eligió el blanco y negro para perfilar a los personajes sobre copias hechas a carboncillo de fotografías tomadas en fábricas, la adaptación de la novela al cómic apareció publicada originalmente en francés por el sello Petit A Petit en el año 2007, y la versión en castellano se lanzó en España con el título Puta fábrica, editada por el sello La Oveja Roja en el 2008.
Ocho horas
Alfons López (Lleida, 1950) y Pepe Gálvez (Fuentes Claras, Teruel, 1950) firman Ocho horas (La Oveja Roja, 2022), novela gráfica que desgrana aquella histórica huelga de La Canadiense que en 1919, en medio de circunstancias de extrema violencia antisindical, paralizó la ciudad de Barcelona durante un mes y medio, puso contra las cuerdas la alianza criminal entre la patronal y el Estado y consiguió las mejoras salariales exigidas, la readmisión de los obreros despedidos, la liberación de los miles de detenidos durante el tiempo que duraron los paros y la implantación por ley de la jornada laboral de ocho horas.
Esclavos del trabajo
Daria Bogdansk (Varsovia, 1988) debutó en el mundo del cómic con Wage Slaves (Ordfront Galago, 2016; publicada en castellano con el título Esclavos del trabajo por Astiberri en el año 2018), divertida aunque angustiosa novela gráfica de tinte claramente autobiográfico que habla de la experiencia sindical, de la experiencia migrante y de la experiencia de vivir en las precarias e inciertas condiciones laborales que se han generalizado en nuestro tiempo. Retrato ameno y sin autocomplacencia de un mundo desencantado, prácticamente zombi, ya casi sin espacio para las ilusiones, fue parte de la selección oficial del Festival de Cómic de Angoulême 2018 y finalista del premio Artemisia 2018.
El arte de volar
El escritor Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952) y el dibujante Kim (seudónimo de Joaquim Aubert Puigarnau, Barcelona, 1941) nos cuentan en El arte de volar (Ediciones de Ponent, 2009) una historia real en cuatro capítulos. En el primero, vemos a un hombre de noventa años subir al último piso del asilo de ancianos donde está recluido, trepar al alféizar de una ventana y arrojarse al vacío. A partir de ahí, en las siguientes páginas conoceremos su vida, una larga vida que antes, durante y después de la guerra estuvo hecha casi enteramente de trabajo duro, detalle a detalle, golpe a golpe, derrota a derrota. Un testimonio que deja en la boca el sabor amargo de los sueños rotos. Premio a la Mejor Obra, el Mejor Guión y el Mejor Dibujo en el 28º Salón Internacional del Cómic de Barcelona y Premio Nacional de Cómic 2010 (España), merecidos.
Entretelas
Rubén del Rincón (Olesa de Montserrat, 1978) firma Entretelas (La Cúpula, 2011), la historia real de un grupo de obreros (entre ellos, su propio padre) que, cuando los dueños de su fábrica desaparecieron en medio de una crisis, se lanzaron a pelear por gestionarla ellos mismos bajo un régimen de cooperativa. Estamos en la década de 1980 en una Cataluña cuya industria textil, antaño potente, poco a poco va desapareciendo para ceder el paso a los actuales imperios de ropa de mala calidad fabricada en talleres lúgubres de la periferia global: viajamos así a los inicios de este nuevo mundo cosido a golpes de sueldos bajos, trabajos precarios y dueños en la lista Forbes en cuyos infernales bucles seguimos atrapados hasta hoy.
La mala gente
Étienne Davodeau (Botz-en-Mauges, 1965) nos cuenta las actividades juveniles de sus padres –que son los personajes principales en este cómic– como obreros y sindicalistas veinteañeros, al tiempo que nos lleva de paseo por aquella Francia de los años que median entre 1950 y 1981 en Les mauvaises gens (Delcourt, 2005; publicado en castellano con el título La mala gente por el sello Ponent Mon en el 2010), cómic-documental sobre el movimiento sindical francés y sobre la vida de toda una generación que le valió el Premio al Mejor Guión y el Premio del Público en el Festival International de la Bande Dessinée de Angoulême en el año 2006.
Ha muerto un hombre
También recrea Étienne Davodeau la gran huelga de la construcción que tuvo lugar entre marzo y abril de 1950 en la ciudad bretona de Brest, destruida cinco años antes por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, y nos acerca a las manifestaciones y los violentos enfrentamientos de esos días, así como a aquel trágico 17 de abril, cuando la policía disparó indiscriminadamente contra la muchedumbre, y a la historia –real– del joven cineasta René Vautier, que, convocado por la CGT, acudió al lugar para filmar directamente los acontecimientos, en las viñetas de Un homme est mort (Futuropolis, 2006; publicado en castellano con el título Ha muerto un hombre por Ponent Mon en el 2009).
Subterráneos
Romain Baudy (Auvergne, 1984) consigue unir una fantasía sci-fi heredera de Wells o de Verne con elementos steampunk y con el retrato descarnado de las infernales condiciones laborales y las dramáticas luchas de los mineros franceses de la década de 1930 en su impactante novela gráfica Souterrains (Casterman, 2017; publicada en castellano con el título Subterráneos por el sello Ponent Mon en el 2020). La faceta más misteriosa de las minas aparece cuando las entrañas de la tierra revelan un mundo de criaturas escalofriantes y de aterradoras proporciones en este feliz cóctel de política y ficción.
La balada del norte
Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981) dedica a la historia de la sociedad asturiana del siglo XX una monumental trilogía, La balada del norte (Astiberri, 2015, 2017 y 2019), que comienza en el Madrid de los años 30 con el señorito Tristán Valdivia dejando la capital para volver al norte, donde le esperan su padre, el marqués de Montecorvo, y su particular feudo, la Compañía Minera del Noroeste, para ser testigo de cómo, desde la oscuridad de los valles mineros, surgen personajes luminosos: el relato nos lleva a la Revolución del 34, con las sordas tensiones y las durísimas condiciones laborales de los trabajadores de la mina, tensiones que fueron el caldo de cultivo y el contexto de la insurrección obrera y la brutal represión que la siguió, y que imprimió en la Segunda República ese cierto clima feroz que dos años más tarde terminaría desembocando en la guerra civil del 36.
Los Años Sputnik
Baru (seudónimo de Hervé Barulea, Meurthe-et-Moselle, 1947), en su serie de cuatro cómics Les Années Spoutnik (publicados originalmente en Francia por Casterman entre 1999 y el 2003; publicados en castellano por Astiberri en el 2013 en un solo volumen titulado Los Años Sputnik), retrata la vida de las clases populares del norte de Francia en 1957 a través de la mirada de los niños de un barrio minero lleno de inmigrantes. Es el testimonio de un capítulo de la historia que, con el cierre de muchas de las fábricas y empresas que marcaron el paisaje urbano de aquellos tiempos, desapareció para siempre. Serán los niños quienes nos muestren vívidamente cómo era vivir en ese mundo, entre franceses, italianos, argelinos, polacos, ucranianos, entre travesuras y racismo, entre partidos de fútbol y discriminación, entre explosiones de violencia y momentos de aventura, entre huelgas y risas, entre peleas con los niños de otros barrios y amargos conflictos latentes, entre luchas políticas y vecinos que, finalmente, se ayudaban a pesar de todo.