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Ysanne Gayet, consagrada artista plástica, animadora y gestora cultural, llegada al Paraguay en 1970, me honró invitándome a presentar su libro The Road to Chiquitos, diario de un viaje que incluye la Chiquitanía boliviana, donde posteriormente, por invitación de la agregada cultural de la embajada de Bolivia, la querida Lourdes Martens, compartiríamos la inolvidable experiencia de los conciertos en los Festivales de Música Renacentista y Barroca Americana del año 2002.
Ysanne, ciudadana de la Commonwealth nacida en la isla de Ceilán, en el océano Índico, formada en Bélgica e Inglaterra y egresada en Floricultura, actualmente está instalada en Areguá, donde anima el Centro Cultural del Lago.
The Road to Chiquitos es el pormenorizado relato de un viaje que comenzó el 14 de octubre de 1995 en compañía de Tito Maldonado e incluyo Capiatá, Pedro Juan, Campo Grande, Corumbá, Pantanal, Mato Grosso do Sul, Puerto Suárez, Robore, Concepción y, ya en la Chiquitanía, en el departamento de Santa Cruz, en Bolivia, las reducciones jesuitas que, venidas a menos luego de la expulsión de los jesuitas de los territorios americanos y españoles en 1767, fueron recuperadas en muchos casos gracias a la labor del arquitecto suizo Hans Roth.
Un poco de historia
Los jesuitas en el Nuevo Mundo concentraron su tarea evangelizadora en tribus nómadas que redujeron en comunidades llamadas precisamente «reducciones» con el propósito de iniciar a los indígenas en la vida religiosa, productiva y cultural cristiana. En lo religioso, los sacerdotes de la Compañía de Jesús practicaban una vida de disciplina cuyos días comenzaban y terminaban con oraciones, misas y cánticos. En materia productiva, implementaban las cosechas de alimentos para su comercialización en el resto de la provincia, entonces denominada Alto Perú. En materia cultural, aparte de las primeras letras y la lectura de los textos sagrados, los indígenas reducidos recibían una solida formación musical.
De todas las tareas a las que se consagraron los jesuitas, los pueblos conservados son testimonio de su excelencia en arquitectura, tallado en madera, imaginería y, muy especialmente, música. En conmemoración de la experiencia jesuítica, cada dos años se organizan en la región Festivales Internacionales de Música Renacentista y Barroca Americana. El cuarto de ellos, en el 2002, fue ocasión para introducirnos en ese maravilloso universo del oriente boliviano.
Los sacerdotes José Arce y Antonio Ribas fundaron la primera misión de la Chiquitanía el 31 de diciembre de 1691; la llamaron San Francisco Xavier. La Compañía, siguiendo la política oficial del Imperio español, inició la tarea colonizadora y evangelizadora inspirándose en la experiencia de los treinta pueblos de guaraníes hoy dispersos en territorio de Paraguay, Brasil y Argentina, la Paracuaria. Y así fundaron otras reducciones en la Chiquitania, como San Rafael, en 1696; San José, en 1698; San Juan, en 1699; Concepción, en 1709; San Miguel, en 1721; San Ignacio, en 1748; Santiago, en 1754; Santa Ana, en 1755; y Santo Corazón, en 1760. Esta ultima a escasos siete años de la expulsión de los jesuitas de los territorios americanos y españoles por orden del rey borbón Carlos III.
Estos pueblos perdieron su esplendor y se dedicaron a la sobrevivencia por espacio de dos siglos. La recuperación de las reducciones de la Chiquitanía se dio bajo la dirección del arquitecto suizo Hans Roth, que llegó en 1972 con pasaje de regreso y se quedó restaurando los pueblos por 24 años con patrocinio de la Iglesia católica alemana, además de la invalorable gestión de monseñor Eduardo Bosl; así se erigió el producto de turismo cultural más exitoso de la región. Una población camino al desarrollo sustentable por sus propios esfuerzos, con espectáculos musicales originales con instrumentos del lugar, que dieron y dan trabajo y sustento a los pobladores. Que es, además, un centro de investigación, con partituras originales en latín, castellano y chiquitano rescatadas, clasificadas y almacenadas en repositorios apropiados, como el Archivo de la Ciudad de Concepción, abierto a los estudiosos. En la década de 1980, la fundación Paracuaria de Frankfurt, Alemania, con el apoyo del entonces provincial de los jesuitas del Paraguay, Antonio González Dorado, promovió la filmación de dos documentales para la televisión alemana a través del musicólogo jesuita Clemente Mac Naspy, quien animó el renacimiento de la música de Doménico Zipoli, con dos estudiosos paraguayos, Luis Szarán y Jesús Ruiz Nestosa, cumpliendo un papel destacado. La obra Música de las reducciones jesuíticas de América del Sur: colección de instrumentos de Chiquitos, Bolivia, fue publicada en Asunción en 1999.
Entre 1691 y 1760, jesuitas centroeuropeos, bávaros, bohemios y suizos llevaron a Moxos y Chiquitos la visión del Barroco europeo, que fue el arte de la Contrarreforma. De la mano de compositores como Doménico Zipoli, Juan José Mesner, Knogler, Massa, Bretner, Schmid, llegó la música europea para hacerse americana con sangre india de chiquitanos y mojeños y para que la descubriera y la sacara a la luz el joven sacerdote polaco Piotr Nawrot. El polifacético Martin Schmidt se dedicó a construir instrumentos musicales como órganos, violines, violoncelos y contrabajos con finas maderas de la zona. Introdujeron, por otro lado, clavicordios, espinetas, arpas, trompetas, chirimías y muchos otros instrumentos. El padre Schmid trajo a la Chiquitanía en 1730 el primer órgano de seis registros construido en Chuquisaca, que viajó a lomo de mula por más de mil kilómetros hasta San Rafael.
Hans Roth falleció en 1999, no sin antes crear una escuela, que más tarde sería diestramente dirigida por Villavicencio, uno de los aprendices que trabajaron de cerca con el arquitecto suizo, aprendiendo de su inmensa sapiencia y bondad y capacitándose para reemplazarlo cuando la ocasión lo requiriera.
Un texto que se inscribe en la memoria de nuestros países
The Road to Chiquitos es un diario de viaje de enorme envergadura por todo lo que la autora describe con maestría y en su lengua madre. Es una mirada socioantropológica y también es la mirada de la artista, testigo de su tiempo, con anécdotas y registros de memoria de enorme interés para los estudios sobre Paraguay y esa región de Bolivia, la Chiquitania. Anécdotas como su encuentro en Bolivia con don Francisco Frías, de 86 años, ex combatiente de la Guerra del Chaco que había estado preso en Asunción, o el contacto con indígenas ayoreos, industriosas mujeres con sus artesanías, o aquella misión del padre Elmar Klinger, franciscano austriaco. Un viaje con algunas incomodidades, por la precaria infraestructura en ese entonces del territorio recorrido, el excesivo calor, los cortes de luz y otras contingencias, superadas por la magia de la aventura.
Valiosas fotografías de edificaciones, rostros humanos, tallas en madera, imaginería, paisajes, fauna y flora de Tito Maldonado ilustran el rico relato. En el Capítulo 24, llegan al Chaco paraguayo, Fortín Villazón, General Garay y Cruce de los Pioneros. El Capítulo 27 contiene referencias bibliográficas y especificaciones de inmenso valor. El Capítulo 28 ofrece mapas del curioso y largo trayecto del viaje. Es un texto que se inscribe en la memoria de nuestros países, en el corazón de América del Sur, y, particularmente, del Paraguay, que Ysanne hizo suyo y al que tanto ha aportado.
* Para saber más, ver el documental Viaje a la Chiquitanía (cámara: prof. Juan José Bosio; guión y relato: prof. Beatriz Gonzalez de Bosio, Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción, 2005; en línea: https://youtu.be/kvQRquWeEkc.