Atomic Blonde: espejos rotos reverberando hacia el presente

En los últimos años, las largas calles de la historia reciente, con sus violencias, sus agitaciones, sus tantas veces traicionadas rebeldías, vuelven a ser recorridas por el cine y por el cómic, entre otras disciplinas artísticas. En algún punto de las postrimerías del siglo XX, como reflexiona en este artículo Manuel Pérez, un mundo desapareció para dar paso a otro, en apariencia menos opresivo, o quizás, meramente, opresivo de una forma más sutil.

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Solía decir el director francés Frédéric Rossif, recordando su reconocida obra Morir en Madrid, que su película buscaba rescatar del olvido la palabra y las experiencias de vida de aquellos miles que habían forjado la Historia durante los años de la guerra civil española. «La última guerra de la humanidad, la primera guerra total», según su propia expresión.

Rossif también añadía una sentencia implacable: «Durante esos años, un mundo murió, y otro (el nuestro) nacía...».

Algo no muy distante podríamos afirmar igualmente al ver el film Atomic Blonde (David Leitch, 2017), basado en la novela gráfica La ciudad más fría (The Coldest City, 2012), de Antony Johnston y Sam Hart.

Situados casi enteramente en la ciudad de Berlín, los sucesos transcurren apenas una semana antes de la caída del Muro. Alguien muere (es asesinado, en rigor), con información de vital importancia en su poder, y una guerra sin cuartel se desata entre gobiernos, servicios de inteligencia y mercenarios de todo pelaje que esperan sacar su tajada de semejante carnicería, cual hienas tras la carroña.

Mentiras, delación y especulación desgarran el lazo social. Nadie es quien dice ser.

Pero como los tiempos de la Historia no guardan compás con los de oscuros burócratas, la vida, simultáneamente, sigue su curso: la crisis capitalista que golpea de forma brutal a los países centrales desde principios de los años 70 se recrudece a principios de los 80, solo para ser exportada, con sus explosivas contradicciones, a los de la periferia y la semiperiferia. Entre ellos, los del bloque oriental soviético.

Como eco retumbante, la crisis social, la rebeldía (especialmente, de la juventud) y la agitación política permean todo el relato de principio a fin (apenas en los primeros cinco minutos del film, podemos ver un cartel propagandístico que nos recuerda la campaña internacional de boicot al régimen del apartheid sudafricano).

Uno de los mayores logros de los realizadores de este largometraje está en la minuciosa reconstrucción estética. Una Berlín gris y plomiza, y a la vez rebosante de vida y colores, opresiva y contestataria en un mismo movimiento, resucita gracias a los guiños de época (ahí está el sutil homenaje a Andrei Tarkovsky y su obra Stalker, en la escena de la pelea en el cine) y a la excepcional banda sonora, que incluye desde grupos y artistas como The Clash y David Bowie hasta los exponentes más destacados de la Neue Deutsche Welle (Nueva Ola Alemana).

Es verdad, un mundo murió. Y el que le ha sucedido probablemente no nos resulte menos caótico, impredecible y hostil. Quizás (solo quizás) por momentos sea menos opresivo. O tal vez el yugo del Deutsche Bank haya conseguido ser más sutil que aquel de la Stasi.

En todo caso, ahí está el pasado para volverlo a interrogar.

Atomic Blonde / The Coldest City: historias de la guerra fría.
Atomic Blonde / The Coldest City: historias de la guerra fría.

Atomic Blonde / The Coldest City: historias de la guerra fría

A continuación, Julián Sorel brinda a los lectores de El Suplemento Cultural una breve glosa a la reseña del profesor Manuel Pérez con información adicional sobre el contexto, el film y el cómic:

La trama

En los días previos a la caída del muro de Berlín, un espía del MI6 que lleva consigo importante información, es asesinado. Pero cuando las autoridades encuentran el cadáver, esa información ha desaparecido. El servicio de inteligencia británico envía a esa ciudad a Lorraine Broughton, una de sus agentes más experimentadas, con la misión de recuperar la información perdida para evitar que salga a la luz. Bajo una identidad falsa, Broughton se sumergirá en los enredos de los últimos coletazos de las redes de espionaje antes de la caída del Telón de Acero, un mundo donde las traiciones están a la orden del día, en medio de una tensión social que ha transformado Berlín en un polvorín a punto de estallar.

El cómic

De esa premisa parte The Coldest City, novela gráfica del género de espionaje escrita por Antony Johnston e ilustrada por Sam Ward, lanzada en el 2012 con la intención de que fuera la primera parte de una serie de historias ambientadas en el Berlín de los años de la Guerra Fría. En el 2016 apareció una precuela, titulada The Coldest Winter. Ambos cómics fueron publicados por el sello editorial Oni Press. The Coldest City fue publicada en castellano en el 2017 por el sello Planeta Cómic con el título de La ciudad más fría.

La película

En el Festival de Cannes del 2015, Focus Features anunció que había adquirido los derechos de distribución en Norteamérica de The Coldest City. Dirigida por David Leitch y protagonizada por Charlize Theron, la película, retitulada Atomic Blonde, se estrenó en el festival de cine South by Southwest el 12 de marzo del 2017. En castellano fue retitulada como Atómica.

(J. S.)

lamoneda73@gmail.com

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