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«No, eso sería un plagio: el verdadero autor es el pájaro campana que yo escuché en Caaguazú».
Respuesta del guitarrista Ampelio Villalba al arpista Félix Pérez Cardozo, quien le decía que registrara la polca Guyrá Campana (testimonio del músico Diosnel Chase).
El arpa diatónica llegó de Europa a la Provincia Paraguaria para ser instrumento litúrgico en los pueblos misioneros fundados en el siglo XVII por la Compañía de Jesús. Y, según el misionero jesuita Matías Strobel, fue el padre Antonio Sepp, nacido en el Tirol en 1655, quien fabricó, ya con madera de árboles crecidos en esta tierra, el primer ejemplar de lo que hoy conocemos como «arpa paraguaya».
Con ese nombre comenzó a ser llamada a fines de la década de 1950 –el arpista paraguayo Félix Pérez Cardozo ya había deslumbrado a Argentina con ella veinte años antes–, época de intensa promoción comercial de la música latinoamericana.
Pero fue la década de 1960 la que vio la irrupción a escala planetaria en la cultura global del vibrante sonido del arpa paraguaya cuando en el minuto 1:04 de la canción On With the Show, de los Rolling Stones (incluida en su sexto álbum de estudio, Their Satanic Majesties Request, de 1967), comenzaron a sonar –para reiterarse en varios momentos a lo largo de la pieza– los acordes de la más famosa de las composiciones para arpa paraguaya, la polca Guyrá Campana.
Good evening one and all!
We’re all so glad
to see you here.
We’ll play your favorite songs
while you’re all soak up
the atmosphere…
La «música nacional»
Bajo el gobierno del general Alfredo Stroessner, presidente de Paraguay desde 1954 hasta 1989, interesado en forjar una «identidad paraguaya», los programas de radio y televisión estaban obligados a dedicar gran parte de sus emisiones a la llamada «música nacional». Seguramente muchos recordarán todavía que durante las décadas de 1970 y 1980 todos los domingos a mediodía el Canal 9 de TV Cerro Corá (que luego cambió de nombre a Sistema Nacional de Televisión, SNT) llenaba los pantallas y los hogares paraguayos, a través del popular programa Domingos Folclóricos, de bandas típicas, bailarines de polca y de galopa, grupos de guitarras y arpas y artistas como Félix de Ypacaraí, Aníbal Lovera y su conjunto, Los Indios, y muchos otros.
La idea –aún vigente, incluso entre vastos sectores de quienes se declaran antiestronistas– de que cultivar la «música nacional» (el folclore) es enriquecer la «nación espiritual» quizá tiene su origen en esos años. Años en los cuales notables artistas fueron patrocinados por el gobierno de Stroessner para cumplir el «deber patriótico» de llevar la música paraguaya de gira por el mundo –deber cumplido con éxito innegable–.
El sentimiento de pertenencia a una nación indivisa, fomentado por el sistema educativo y los medios de comunicación y promovido desde el Estado (sentimiento que, naturalmente, suele facilitar el apoyo de la población a las autoridades de ese Estado), fue alimentado por Stroessner con grandes dosis de folclore, y me atrevo a decir que tal vez uno de los factores del misterioso apoyo popular que suele reconocerse que tuvo su régimen haya sido la promoción de expresiones artísticas adecuadas para su propósito de construir la «paraguayidad».
De la pensión La Confianza al puerto de Buenos Aires
Fue el músico paraguayo mencionado antes, Félix Pérez Cardozo, quien animó a seguir su vocación artística al arpista argentino Lorenzo Manlio Paris, médico de profesión nacido en Venado Tuerto, al sur de la provincia de Santa Fe, que lo conoció de niño. Y que le dedicó un libro, Félix Pérez Cardozo. Su vida y su música (1).
A fines de la década de 1920 –probablemente en 1927–, tiene lugar el encuentro, que Paris relata, entre Félix Pérez Cardozo y otro músico paraguayo, el guitarrista Diosnel Chase: el «uno con su arpa, el otro con su guitarra –escribe nuestro autor– empezaron a cantar. Nacía el dúo Pérez-Chase».
Poco después, prosigue Paris, Pérez Cardozo y Chase «formaron un trío con el notable guitarrista caazapeño Ampelio Villalba» –sobre quien, por cierto, existen algunos artículos publicados en estas páginas (2)–. «Quizás este guitarrista –comenta Paris, refiriéndose a Ampelio Villalba– haya quedado en la historia un tanto opacado por la trayectoria de los otros dos integrantes del trío. Sin embargo, es necesario hacer resaltar que el magistral arreglo de Pájaro Campana fue realizado en base a la versión que escuchó Pérez Cardozo interpretada por Ampelio Villalba en guitarra, independientemente de las dudas [sobre] si Villalba fue el autor o no».
Félix Pérez Cardozo, Diosnel Chase y Ampelio Villalba, ya como trío de dos guitarras y un arpa, llegaron en 1928 a Asunción, se instalaron en la pensión La Confianza, que quedaba cerca de la estación del ferrocarril, y se dedicaron a tocar, ganando muy poco dinero, para los vecinos del contiguo barrio de la Chacarita. Más adelante, se presentaron también en los festivales de música folclórica del Teatro Granados, que organizaba por aquel entonces Aristóbulo Nonón Domínguez.
Así, en el ambiente noctámbulo del crepúsculo asunceno de los «locos veinte», conocieron un buen día al músico y poeta sanlorenzano Pedro José Carlés, en cuya casa pasaron desde entonces muchas largas y alegres veladas de bohemia.
Tiempo después, los cuatro amigos decidieron emprender la aventura de viajar al extranjero y partieron por río rumbo a la capital argentina, tocando música en buques cargueros para cubrir los gastos del trayecto. Y así Félix Pérez Cardozo, Ampelio Villalba, Diosnel Chase y Pedro José Carlés llegaron en 1931 al puerto de Buenos Aires.
Las noches del Paraguay y el Archivo del Terror
Es imposible no caer en digresiones en una historia tan rica; excusen, pues, los lectores que nos detengamos un minuto a recordar que se conoce a Pedro Carlés, entre otras cosas, como autor de la canción Noches del Paraguay:
Viejos recuerdos trae mi memoria
y llega el hado que es todo un ay.
Mi pecho enfermo dulce en ti piensa,
noches hermosas del Paraguay…
Noches del Paraguay, musicalizada por Samuel Aguayo hacia 1930, se volvió una canción internacionalmente conocida mucho después. Conocimiento, el de esta y otras canciones, debido en parte –factor independiente de una calidad artística muchas veces innegable– a las políticas culturales del partido tradicionalmente nacionalista que ha gobernado casi sin interrupción el país, el Partido Colorado (con esto no queremos decir que en la oposición –incluso en la que se autodenomina «de izquierda»– no existan continuidades ideológicas con ese partido. Existen, pero son negadas por consenso entre los académicos, periodistas e intelectuales paraguayos en general).
Ahora bien, si ya el gobierno del colorado Federico Chaves financió en la década de 1950 la difusión de la «música nacional» en Europa como una «Misión Cultural Oficial» a cargo de Luis Alberto del Paraná y el trío Los Paraguayos, su verdadero esplendor llegó en las décadas siguientes, las de 1960 y 1970, ya oficialmente designados por Stroessner como embajadores frente al mundo entero de lo definido por el régimen militar como la «cultura paraguaya», patriótico deber en cuyo cumplimiento viajaron con pasaportes diplomáticos y apoyo económico del gobierno.
Esto, por cierto, ya lo señalamos –y fuimos masivamente difamados por hacerlo– en otro artículo, «A propósito de Emilianore y el purahéi» (3). Las relaciones que diversos artistas (y posiblemente otras figuras actualmente prestigiosas) mantuvieron con el gobierno de Stroessner son hoy un tema incómodo.
En cuanto a la autoría de Noches del Paraguay, existe controversia. De acuerdo a algunos estudiosos, Emiliano R. Fernández escribió en Puerto Casado, en abril de 1927, un poema a las noches de Paraguay al cual Belisario Medina –violinista y compositor de Paraguarí– le puso música, y la versión de Samuel Aguayo –que habría encargado a Pedro Carlés que le escribiera otra letra– sería un plagio de esta obra. Al parecer, Emiliano demandó a Aguayo por plagio; sin embargo, otros investigadores desmienten esto (4).
Dijimos que las relaciones entre los artistas y Stroessner son hoy un tema incómodo. En el Archivo del Terror se conservan intercambios epistolares que podrían documentar esta interesante historia. A propósito de Samuel Aguayo (una de cuyas más famosas polcas, por cierto, se llama General Stroessner), hay en ese archivo una nota del 17 de junio de 1987 en la que Stroessner le agradece por la polca Apóstol de la paz, a él dedicada, le aconseja («Continúe usted exaltando los valores eternos de la patria») y lo alienta («pudiera llegar usted a ser una de las más altas expresiones del arte musical paraguayo»). Aguayo, por su parte, adjuntará esa nota a una misiva del 21 de julio de 1987 dirigida a Pastor Coronel, jefe de la Policía de macabra memoria, para solicitar una suma de dinero a fin de grabar un LP con la polca agradecida de puño y letra por el presidente. Esto lo cuenta una columna de la prensa local publicada hace cinco años (5). Más abundantes son los intentos, sostenidos y reiterados pero en general inconsistentes, de arrojar tierra sobre el caso. Como dijimos, es hoy un tema incómodo; quizá comprometedor –el pasado suele serlo–.
El recuerdo de Diosnel Chase
Volviendo al viaje a Buenos Aires de nuestros cuatro aventureros, Félix, Diosnel, Ampelio y Pedro José, también lo cuenta Lorenzo Manlio Paris en su libro. En el que, además, relata que en cierta ocasión un amigo paraguayo le envió de regalo un cassette con la grabación de una entrevista hecha a Diosnel Chase en Radio Cardinal (AM 730). La entrevista debe ser de 1988, comenta Paris, muy poco antes del fallecimiento de Chase. En esa entrevista, Chase recuerda un episodio de la historia de la famosa polca con la cual, como comentamos al principio de este artículo, los Rolling Stones sorprendieron al mundo: Guyrá Campana. Dice la voz de Diosnel Chase en ese cassette:
«Antes de irnos nosotros a Villarrica, Ampelio Villalba se fue a Caaguazú, lo llevó un tal Pedro Gullai para estar unos días con ellos y llevó su guitarra, y en una siesta estando en una hamaca escuchó el pájaro campana pero él no sabía qué era eso, y en ese momento pasó un peón con un balde y le preguntó en guaraní qué era eso que escuchaba. Y el peón le contestó: Es el guyrá campana.
Estuvo unos veinte días en ese lugar y volvió a Villarrica. Estando ya en su casa, tomó la guitarra y trató de sacar el mismo sonido que hacía el pájaro punteando con la guitarra, y estaba la esposa allí cerquita nomás, en la cocina, haciendo café, y viene corriendo y le dice: ¡Ampelio! ¿Qué es eso que estás tocando? ¡Qué lindo! ¡Pero qué lindo! Y Ampelio le dice: es un pájaro que yo escuché en Caaguazú, y estoy probando, y sale muy bien en la guitarra. Después vino un muchacho y lo invitó a su casa; la señora, que era profesora de piano, se sentó al piano e hizo lo mismo que tocaba Ampelio y le puso los bajos. Así nació el Pájaro Campana. Y cuando fuimos a Buenos Aires yo le dije a Ampelio: tocá un poco de ese pájaro; ¿cómo era ese pájaro que vos escuchaste en Caaguazú? y agarró la guitarra y empezó a tocar. Pérez Cardozo estaba tomando tereré allá en el patio y al escucharlo se vino con tereré y todo junto a nosotros y le dice a Ampelio: tocá un poco otra vez eso que tocaste, y comenzó a ejecutar otra vez. Pérez Cardozo fue a buscar el arpa y comenzó a ejecutar junto a Villalba, y entonces le gustó mucho a Pérez Cardozo y lo grabamos en Buenos Aires como arreglo de Félix Pérez Cardozo. A él se debe la difusión de esta polca y todo el mundo le pedía en Buenos Aires que toque el Pájaro Campana y el público, delirante, aplaudía de pie.
Como allí se registraba la música, Pérez Cardozo le dice a Ampelio que vaya a registrar lo que hizo en la guitarra. No, le contesta Ampelio, eso sería un plagio: el verdadero autor es el pájaro campana que yo escuché en Caaguazú, porque no es mía esa música».
«El verdadero autor»
El «verdadero autor», para Ampelio Villalba, de la increíble canción que un día lejano escuchó desde su hamaca en algún perdido rincón de Caaguazú, es el guyrá campana. El padre Charlevoix ya hablaba de este cantor, conocido también como güirapú, en 1756 en su Histoire du Paraguay, y el padre José Guevara –lo cuenta Juan Max Boettner en su Música y músicos del Paraguay (6)– comparaba su vigorosa y cristalina voz con un repicar «de campanillas de plata». Esos trinos mágicos son los que electrizan el arpa de la polca Guyrá Campana y atraviesan irresistiblemente On With the Show, de los Rolling Stones.
Please pour another glass,
time to watch the cabaret.
Your wife will never know
that you’re not really working late…
Es el mismo apasionado músico que hasta hoy, siempre desde las ramas más altas de los árboles, lanza con potentísima voz sus notas «casi simultáneamente» –se admiró el gran compositor de la «generación de oro» Mauricio Cardozo Ocampo– y «de la tónica pasa glisando a la dominante», que repite primero en forma espaciada y que «luego aumenta más y más hasta llegar a un acelerando, como si fuese realmente un repique de campana».
La historia humana es complicada y turbia, tanto como la del ave es simple y clara. Y es él, el guyrá campana, según la noble protesta de su honesto discípulo Ampelio, el verdadero autor de la polca que con justicia lleva su nombre, y que probablemente sea la más famosa de todas las canciones paraguayas. Aunque no sabemos si nuestro alado artista la llamaría así, porque los pájaros, bien sabido es –gloriosas criaturas–, nunca han tenido patria.
Notas
(1) Lorenzo Manlio Paris, Félix Pérez Cardozo. Su vida y su música, Asunción, Servilibro, 2008, 198 pp.
(2) Catalo Bogado: «Ampelio y las tragedias del artista paraguayo», El Suplemento Cultural de ABC Color, 07/11/2021, y «Génesis del Pájaro Campana», El Suplemento Cultural, 05/12/2021,.
(3) Julián Sorel, «A propósito de Emilianore y el purahéi», El Suplemento Cultural de ABC, 15/07/2019. E
(4) Así, de acuerdo a Ángel Gini Jara, citado por el periodista Mario Rubén Álvarez, hubo un pleito judicial entre ambos, pero por otros motivos (ver: Mario R. Álvarez, «Noches del Paraguay», Última Hora, 31/07/2010. En línea: https://www.ultimahora.com/noches-del-paraguay-n344363.html).
(5) Raúl Ramírez Bogado, «Artista pidió G. 150.000 a torturador de la Policía para disco a Stroessner», Última Hora, 07/05/2017. En línea: https://www.ultimahora.com/artista-pidio-g-150000-torturador-la-policia-disco-stroessner-n1083922.html.
(6) Juan Max Boettner, Música y músicos del Paraguay, Asunción, Autores Paraguayos Asociados, 1956 (reeditado por la Revista FA-RE-MI en 1997).