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«Todos podemos ser artistas si conservamos el niño que vive en nosotros». Lo dice Pablo Atchugarry, artista uruguayo que vivió muchos años en Italia y tuvo su taller en Lecco.
Fue una maravillosa experiencia toparnos con el magnífico paisaje natural en el cual está emplazado el Museo de Arte Contemporáneo en Punta del Este, Uruguay, construcción del afamado arquitecto uruguayo Carlos Ott.
Pablo Atchugarry, escultor abstracto, creó una fundación sin fines de lucro que tiene como objetivo promover las artes visuales, la música, la literatura, la danza y otras formas de arte para su comunidad y de los visitantes.
Tuvimos el privilegio de visitar la exposición de Christo Javacheff, conocido artista nacido al pie de los Balcanes, en Gabrovo, Bulgaria, relacionado con el Land Art. Christo utilizaba telas para envolver tanto instalaciones creadas por los hombres como estructuras de la naturaleza. Él y su esposa marroquí, Jeanne Claude, famosos por envolver monumentos, estatuas, e intervenir espacios, hicieron del arte su estilo de vida, legando a la humanidad momentos inestimables. Todo eso se puede apreciar en la exposición del MACA a través de testimonios gráficos (Surrounded Island, en Miami, en 1984; Pont Neuf Wrapped, en París en 1985; Wrapped Reichstag en Berlín en 1995; The Gates, en Nueva York en 2006, The Floating Piers en el lago Iseo, The Umbrellas en 1991, y el empaquetamiento del Arco de Triunfo, en París, entre otros), con sus correspondientes explicaciones.
Jorge Helft describe la obra de sus amigos con reverencia: «Debo mencionar unas pocas cifras de las dimensiones inverosímiles de estas obras. 430 obreros y más de 600 mil metros cuadrados de polipropileno flotante rosado en Miami. 100 mil metros cuadrados de tela de polipropileno azul para empaquetar el Reichstag. Para The Gates, 7.503 portales de cinco metros de alto de tela color azafrán sobre 37 kilómetros de caminos en Central Park». Todas estas instalaciones fueron acompañadas por voluntarios del lugar, asesorando a miles de turistas, ofreciendo folletos y vestidos con ropa creada para el evento.
El principal propósito era causar una fuerte emoción, señala Helft. Eso que Duchamp llamaba «eco estético».
Diversos aspectos biográficos y geopolíticos influyen en Christo. Lorenza Giovanelli, historiadora de arte y arquitectura, señala que Christo desarrolló tempranamente una gran inclinación hacia la creatividad, y que fue en eso apoyado por su madre, Tzveta, que había sido secretaria del director de la Academia Nacional de Arte de Sofía. El niño comenzó a tomar clases de dibujo y pintura muy temprano, a los 6 años.
Como consecuencia del avance del gobierno pronazi, muchos de los artistas amigos de Tzveta se instalaron en Gabrovo, y ella los animaba a hacer retratos de todas las personas que pudieran pagarlos.
También contrató artistas y arquitectos que necesitaban subsistir para que le dieran clases privadas a su hijo, cuya infancia fue afectada por la inestable situación política de Bulgaria. Había periodos de evacuaciones y de cierre de colegios, y los niños Javacheff quedaban entonces protegidos en una casa aislada en las montañas, cerca de Grabovo, en Katchori, un apacible lugar con campos de trigo y colinas pobladas de vacas y ovejas.
Ese periodo significó una galería de cientos de retratos que mostraban un mundo separado del siglo XX. Cansadas expresiones de viejos granjeros, la piel arrugada de las mujeres trabajadoras y la belleza inconsciente de los jóvenes, comenta Lorenza Giovanelli, agregando que los lápices fueron su lengua, las líneas y los claroscuros fueron su voz.
El arresto de su padre en 1948 tuvo un impacto emocional permanente en Christo, que fue siempre tímido y solitario. En ese tiempo empezó a manifestar su pasión por el teatro, leyendo y adaptando varias obras de Shakespeare. Era un chico de 12 años que manejaba figuras de papel a modo de títeres.
En su país, Bulgaria, los libros de arte eran obsoletos, o estaban censurados por el régimen estalinista. Christo no tenía conocimiento de las expresiones del avant-garde. Los libros de historia del arte terminaban en los primeros trabajos de Édouard Manet, y fue a través de su madre que pudo conocer la vanguardia rusa. Ser aceptado en la Academia de Bellas Artes de Sofía que significó mucho para él, señala Giovanelli. Bajo la hegemonía del realismo socialista, con la individualidad suprimida y la imaginación destruida, Bulgaria se volvió impenetrable para las formas de expresión que habían comenzado a florecer en la Europa Occidental. Christo decidió partir, y reconocería después que su renacimiento comenzó en Praga, donde se sintió libre para dibujar.
Pero Praga tampoco era un lugar seguro para vivir cuando empezó la Revolución Húngara. De modo que emigró a Viena, y después a Ginebra, y en 1958 llegó a París. Allí quedó atrapado por el aura artística de la ciudad. En París contactará con los Nuevos Realistas, en un contexto que lo llevó a la experimentación con estilos y técnicas, pinturas abstractas y esculturas.
Para subsistir, puso en práctica los conocimientos académicos adquiridos en la Academia de Arte de Sofía y se dedicó a pintar retratos para gente de la alta sociedad, que firmaba como Javachev.
Pero el punto de inflexión fue 1964: en año en el cual él y Jeanne Claude se mudaron a Nueva York. La pareja siempre aseguró la independencia artística que hizo de sus proyectos expresiones de absoluta libertad, alegría, belleza y participación. Sus proyectos, realizados con fondos propios fueron tildados de empresas sin sentido. Locos, utópicos, imposibles, megalomaníacos pero al mismo tiempo tan mágicos que dejan sin aliento.
Sus intervenciones en ambientes urbanos y rurales estuvieron frecuentemente asociadas con sus primeros estudios en la Academia de Arte, cuando el régimen comunista les impuso, a él y a sus compañeros, trabajar con granjeros locales para mejorar el aspecto del terreno que rodeaba las vías del ferrocarril del Expreso de Oriente y mostrar a los viajeros del bloque occidental una imagen idealizada del sistema socialista. Concluye Giovanelli que, lejos del arte conceptual, en el que el pensamiento no se traduce en acción, lo que Christo y Jeanne Claude nos ofrecieron con sus proyectos fueron experiencias reales. Sus intervenciones se alimentaban de los verdaderos sentimientos de las personas y de la interacción humana. Como decía Christo, hay tantos trabajos de arte que son solo ilustraciones, decoraciones, ideología.
El Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry, en Uruguay, representa un gran aporte para la cultura de Latinoamérica y el mundo, y solo cabe expresar admiración y gratitud.
Bibliografía
Jorge Helft: Recuerdos de mi amigo. Compilación. Christo y Jeanne Claude en Uruguay, 2021.
Lorenza Giovanelli: El viaje comienza con un dibujo. Compilación. Christo y Jeanne Claude en Uruguay, 2021.