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Historiador, periodista y escritor, además de catedrático, Gustavo Laterza nos sorprende con esta valiosa entrega sobre la vida del madrileño Felipe de Cáceres, que en el siglo XVI cruzó el Atlántico en reiteradas ocasiones, pasando por circunstancias muy particulares. El relato combina lo histórico con lo autobiográfico de manera magistral.
El autor de esta novela debió haber investigado con gran rigor la época y la situación de la España de la Conquista, porque demuestra una gran precisión en los hechos y en el manejo del idioma, con terminología y giros idiomáticos adecuados a ese tiempo. Logra así que el lector se instale realmente en la Sevilla del siglo XVI y en el todavía inexplorado territorio del Cono Sur americano.
El protagonista tiene como interlocutor a Nicolás Monardes, médico andaluz, herborista y alquimista de gran reputación dentro y fuera de la España de la época, a quien relata los detalles de la conquista del Río de la Plata y cómo, al final de dicha conquista, la provincia paraguaya se volvió el patio trasero de la misma. La gran contribución de este libro es dar detalles de acontecimientos históricos de manera atractiva, algo que a menudo solo puede lograrse a través de una novela.
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Don Felipe había estado en Sevilla en 1534 –cuando se enroló en la armada de don Pedro de Mendoza, primer adelantado del Río de la Plata–. En la novela lo encontramos de vuelta en esa ciudad más de sesenta años después, absolutamente convencido de que sus días de conquistador son asunto del pasado. «Esta mañana abrileña, cálida y luminosa, don Felipe se pone en marcha temprano, a fin de cumplir con la ocupación que lo trae a Sevilla. Deja atrás el albergue, en el vecindario del Hospital San Gregorio, pasea una mirada nostálgica por calles y fachadas, entretanto dirige sus pasos hacia el sur…».
Y recorremos con él ese puerto marítimo atravesado por la algarabía de las fiestas profanas y por la solemnidad de las procesiones y liturgias en las fiestas de guardar –«Arriban a este puerto andaluz las especias, la seda, el marfil, el ámbar, el oro, la plata el azúcar tanto como las perlas y pedrería, la corambre fina y una plétora de productos apetecidos en las cortes de toda Europa»– en busca de Monardes, a cuyo establecimiento acuden viajeros de Amberes, Lancaster, Bari, Palermo y otros puertos lejanos. No tarda en encontrarlo.
La riqueza de detalles sorprende en los diálogos de don Felipe con el herborista andaluz. La imaginación y el gran conocimiento histórico del autor nos llevan a revivir los albores de nuestra República del Paraguay a través de un ameno relato en el cual los hechos reales son enriquecidos por la ficción. La dieta del Nuevo Mundo, por ejemplo, es uno de los diversos temas de las conversaciones entre el contador y el médico: «Y también aprovechamos los huevos de avestruz, en caso de que los hallásemos en los nidos que estas aves ponen en campo raso. Y los carios se espantaban viéndonos almorzar tortillas, como si cometiésemos sacrilegio. Tales escrúpulos en ellos que gustan de carne humana…». Tampoco está ausente en el libro la observación aguda, irónica o crítica, de la realidad de la época; así, por su parte, al notar que desde Paraguay no llegaban riquezas metálicas, Monardes, más adelante, reflexiona: «Es que en el relato de la conquista del Nuevo Mundo, don Felipe, ninguna empresa que no allegue a la Corona oro, plata, perlas o especias merece en España llamarse hazaña».
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El autor nos va narrando de esta manera los entretelones de la vida de los conquistadores en cada capítulo de su libro con enorme maestría, erigiéndose en un verdadero cronista de Indias del siglo XXI. Y esta es una valiosa condición que indica que todavía hay espacio, en la era de lo audiovisual, para aventuras escritas tan fascinantes como detalladas.
Gustavo Laterza Rivarola
El contador don Felipe
Asunción, Servilibro, 2021
359 pp.