Harari, o la era de la perplejidad

Después de los éxitos comerciales de Sapiens y Homo Deus, Yuval Harari aborda temas de la actualidad y el futuro cercano en un nuevo libro, 21 lecciones para el siglo XXI. Carlos Martini ya lo ha leído y nos lo comenta hoy.

El historiador israelí Yuval Harari (Kiryat Atta, Israel, 1976), autor de Sapiens, Homo Deus y 21 lecciones para el siglo XXI
El historiador israelí Yuval Harari (Kiryat Atta, Israel, 1976), autor de Sapiens, Homo Deus y 21 lecciones para el siglo XXINicolás Stulberg

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Desorientados frente a la aceleración de los cambios. De acuerdo al historiador israelí Yuval Harari (Kiryat Atta, Israel, 1976), en estos tiempos se nos presentan dos opciones. Una, la del pánico, la que nos dice que el mundo va cuesta abajo. La otra, la de la perplejidad, menos arrogante, que dice: «Lo cierto es que no entiendo lo que está ocurriendo en el mundo» (p. 36). Él se asume perplejo. Hay demasiadas preguntas.

Después de los éxitos comerciales de Sapiens. De animales a dioses (2014) y Homo Deus (2016), se viene ahora con 21 lecciones para el siglo XXI (2018). Esta última obra es un conjunto de ensayos sobre temas que van desde la religión, el trabajo, Dios, la civilización, el terrorismo, las guerras hasta la posverdad, entre otros. Harari presenta en cada uno de esos capítulos reflexiones acerca de sus tendencias actuales.

En esta reseña queremos centrarnos en la educación tal como la ve Harari en este siglo.

Ya Heráclito de Efeso, más dos mil años atrás, había señalado que lo único cierto es el cambio, el devenir. Esta es la premisa central de Harari. Y agrega que debemos asumir que en este siglo, el de las revoluciones en Inteligencia Artificial, infotecnologías y biotecnologías, ya no sirven los parámetros de vida anteriores, donde la vida de una persona seguía ciertos pasajes y, por ejemplo, al conseguir un trabajo y formar una familia su vida estaba ya orientada. Eran vidas que atravesaban fases, un período de aprendizaje y otro de trabajo.

Sin embargo, «a mediados del siglo XXI, el cambio acelerado unido a una esperanza de vida más prolongada hará que este modelo tradicional quede obsoleto. La vida se descontrolará y habrá cada vez menos continuidad entre los diferentes períodos de la existencia. “¿Quién soy?” será una pregunta más urgente y complicada de lo que nunca fue» (p. 299). Esto nos llevará a altísimos niveles de estrés.

El eje central de nuestras vidas, y de la educación, es aprender una y otra vez, reinventarnos continuamente. Se trata de adquirir una enorme flexibilidad mental y reservas de equilibrio emocional (p. 292). Es la hora de aprender a aprender, lo que ya había anticipado la Unesco a principios de este siglo.

Por lo tanto, la cuestión es qué enseñar. Harari plantea las cuatro C. Tendríamos que hacer hincapié en las habilidades para la vida en general. Son las siguientes: «pensamiento crítico, comunicación, colaboración y creatividad» (p. 288).

Ahora bien, late en Harari cierto escepticismo con alguna pizca de pesimismo.Veamos. Con los avances tecnológicos, la manipulación de deseos será más factible. En sus palabras, «a medida que la biotecnología y el aprendizaje automático mejoren, será más fácil manipular las emociones y los deseos más íntimos de la gente, y resultará más peligroso que nunca seguir simplemente nuestro corazón. Cuando Coca Cola, Amazón, Baidú o el gobierno sepan como tirar de los hilos de nuestro corazón y pulsar los botones de nuestro cerebro, ¿podrás seguir apreciando la diferencia entre tu yo y sus expertos en marketing?» (p. 293).

Y su razonamiento pasa a ser lúgubre: «Están inmersos en la época de hackearte a ti y a tu sistema operativo orgánico. Quizás hayas oído que vivimos en la época de hackear ordenadores, pero eso apenas es una parte de la verdad. En realidad vivimos en la época de hackear a humanos» (p. 295).

En síntesis, para Harari, por más que flexibilicemos nuestro andamiaje educativo estamos en la fase en que somos cada vez más vigilados, controlados y manipulados.

En su visión de conjunto, para Harari no hay consuelo alguno. El universo es «un revoltijo sin sentido de átomos» (p. 324) y somos apenas «vibraciones efímeras» (p. 329).

Los grandes relatos, desde las religiones hasta las ideologías seculares, son eso, historias que nos inventamos para dar algún sentido a lo que no lo tiene.

¿Alguna esperanza? Harari cree que el amor en su inmensa intensidad es una apuesta valida. Y la búsqueda de horizontes espirituales. Pero recuerda que «no podemos estar seguros de las cosas concretas, pero el propio cambio es la única certeza» (p. 290).

Antes nos preocupábamos por el futuro que veíamos venir.

Ahora no sabemos lo que se viene.

Escuchando Power of Love en la versión de la inolvidable Laura Branigam. «No hay un guion divino, y nada externo a mí puede dar sentido a mi vida». La resistencia pasa por conocernos a nosotros mismos.

Yuval Noah Harari

21 lecciones para el siglo XXI

Colombia, Debate, 2018

400 pp.

carlosfmartini@gmail.com

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