El sector de la construcción vive un momento de incertidumbre. El Estado acumula una deuda superior a los US$ 200 millones con empresas contratistas, mientras que para el 2026 se proyecta una fuerte reducción del presupuesto destinado a inversiones públicas, que quedará en torno a los US$ 500 millones, casi US$ 180 millones menos que en el ejercicio vigente. Todo esto en un país cuya brecha de infraestructura ronda los US$ 30.000 millones.
José Luis Heisecke, presidente de la Cámara Paraguaya de la Construcción (Capaco), advierte que esta combinación de factores tendrá un fuerte impacto en las empresas que invirtieron en equipos y que hoy dependen de la continuidad de las obras públicas. “La disminución del presupuesto es un hecho inédito en mucho tiempo. Aunque el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) se esfuerza en lanzar licitaciones, el problema surge cuando no se cumplen los pagos, lo que obliga a frenar proyectos”, señala.
Enfatiza, además, que la inversión en infraestructura debe ser vista como una política de Estado y no como un gasto. “La infraestructura es la columna vertebral del progreso; donde no existe, el crecimiento se detiene. Ninguna nación puede avanzar sin inversión en infraestructura. Sin ella, se frena la competitividad, se estanca la producción y se limita el bienestar”, afirma.
El dirigente recordó que parte del déficit es mitigado por las inversiones de Itaipú Binacional, que actualmente ejecuta algunas obras viales y de infraestructura. Sin embargo, esto resulta insuficiente para suplir la reducción de recursos estatales en áreas críticas como rutas, pasos a desnivel, hospitales y sistemas de saneamiento.
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Paraguay ocupa el penúltimo lugar en infraestructura en Latinoamérica, una posición que refleja carencias no solo en materia vial, sino también en saneamiento básico. “En la capital aún existen zonas sin cloacas ni desagües, lo cual afecta directamente la calidad de vida. Además, hay varios hospitales concluidos y otros siete u ocho en proceso de inicio, que requieren continuidad”, agrega Heisecke.
La falta de pagos oportunos es uno de los principales obstáculos para la industria. Según Capaco, si la deuda con las contratistas no se regulariza, varias obras públicas corren el riesgo de paralizarse en el corto plazo, generando un efecto negativo en el empleo y en la cadena de proveedores.
Pese al difícil panorama, el gremio busca fortalecer al sector mediante la capacitación. Capaco mantiene convenios con instituciones como el Ministerio del Trabajo, el SNPP e Itaipú, y promueve entrenamientos en nuevas tecnologías aplicadas a la obra civil, como el uso de software BIM, topografía digital y laboratorios especializados.
“Nuestro compromiso es brindar herramientas a los profesionales y a las empresas para mejorar la competitividad”, destaca Heisecke.