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Oller dice que nunca podrá compararse el cuero natural frente a los sintéticos. Y es ahí en donde radica el desafío.
“Lo que pasa es que de alguna manera un material orgánico, que requiere tecnología, investigación, desarrollo y tiene un costo, es de mayor calidad frente a lo sintético”, refiere Oller y agrega que “la industria del cuero viene aggiornándose a la competencia y la planta es parte de esto”.
A su tiempo, el ingeniero Mauro Melgarejo enfatiza en el hecho de que la mano de obra paraguaya fue crucial en todo este proceso.
Por su parte, Milciades Ortiz, encargado de la planta biológica y también de la química, puso el foco sobre otro aspecto que tiene que ver con estar acordes con la legislación.
“Ya teníamos una planta físico-química. Hoy por hoy lo que conseguimos con la planta biológica es llegar mejor y acordes a los parámetros que la legislación nos pide. Nosotros tenemos una legislación paraguaya que no permite ciertos parámetros para vertidos en alcantarillado y otros para el vertido en río. Hay puntos más notables que se tienen en cuenta. Actualmente estamos por debajo de los parámetros más altos de lo que se exige para el alcantarillado, y esa es una gran conquista”, acota.
Para Melgarejo la victoria en todo esto radica en que la inversión tiene obviamente beneficios en la fábrica, pero que este tiene su efecto expansivo en la comunidad con iniciativas de responsabilidad social, así como el compromiso de ser agentes multiplicadores de una forma de ver la empresa desde la sustentabilidad.