El Gran Hospital General de Itapuá, en el departamento de Itapúa, fue habilitado oficialmente, en Encarnación.
La obra estuvo a cargo del Consorcio Hospitalario del Sur, representado legalmente por Luis Gulino y Marcial Manuel López Cano. Está compuesto por la Sociedad Constructora del Chaco SA, representada por Marcial Manuel López Cano y Luis María Gulino Canese; la Constructora Díaz Martínez, representada por el ingeniero Ricardo Díaz Martínez; ASCENT SA, representada por Juan Esteban Carrón, Sebastián Cabello y Juan Carlos Ruggeri; y Estructura Ingeniería SA (EISA), de Alberto Palumbo.
La construcción implicó una planificación integral y de eficiencia. El éxito radica en una planificación estructurada y multidisciplinar. “Articulamos equipos para abordar simultáneamente arquitectura, estructuras, instalaciones críticas, bioseguridad y logística”, destacó López Cano.
Esta sinergia, basada en experiencia nacional acumulada, permitió coordinar múltiples frentes de trabajo y garantizar plazos y estándares técnicos rigurosos.
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Contó el ingeniero que priorizaron criterios esenciales como la circulación diferenciada (pacientes, personal, materiales), facilidad de mantenimiento y expansión futura.
El diseño arquitectónico se alineó meticulosamente con protocolos hospitalarios modernos.
“Implementamos sistemas críticos de alto nivel: gases medicinales, salas de aislamiento, climatización zonal de precisión y redundancia energética”, describió.
Compromiso tangible

El ingeniero citó en el contexto del compromiso ambiental la eficiencia energética para lo cual optaron por la iluminación LED, climatización eficiente, automatización eléctrica y soluciones pasivas (iluminación/ventilación natural en áreas no críticas).
También, la gestión hídrica revolucionaria que tuvo en cuenta una planta de tratamiento de aguas residuales (PTAR) de última tecnología que trata los efluentes con máximos estándares, protegiendo los cursos hídricos.
Asimismo, la autonomía hídrica que incluye dos pozos profundos, con sistema de almacenamiento, desinfección UV y distribución interna, garantizan suministro continuo incluso en contingencias externas.
Los desafíos complejos fueron ampliamente superados con profesionalismo.

La gestión simultánea de frentes altamente especializados (quirófanos, redes eléctricas hospitalarias, gases medicinales) y la logística de materiales fueron los principales obstáculos, pero “los superamos con planificación dinámica, control de calidad en tiempo real, estrecha colaboración con proveedores y técnicos nacionales”, enfatizó López Cano que lideró el proyecto.
Acerca del impacto socioeconómico y legado técnico se menciona al proyecto como un motor económico con la generación de unos 400 empleos directos y otros 2.000 indirectos/inducidos.
“Fortaleció capacidades locales en instalaciones hospitalarias, electricidad, sanitarios y automatización, con estrictos protocolos de seguridad y capacitación permanente”, resaltó.
El ingeniero también se refirió a los aspectos técnicos, sociales y simbólicos que resaltan en la obra de gran impacto social para la región de Itapúa y el país en general.
“Desde el punto de vista técnico, destaca la integración precisa de múltiples sistemas complejos: climatización, gases medicinales, energía ininterrumpida, automatización hospitalaria, y gestión ambiental. Socialmente, el hospital representa un acceso más equitativo a la salud pública de calidad para todo el sur del país”, añade que “en el plano simbólico, es una señal clara de descentralización, modernización del sistema sanitario y compromiso con el bienestar de la población. Además, la provisión de agua subterránea mediante dos pozos profundos, junto con su sistema de desinfección y distribución interna, garantiza autonomía operativa total, reforzando la resiliencia del hospital frente a cualquier escenario.