El trabajo y servicio son su mayor felicidad

SAN PEDRO DE YCUAMANDYYÚ (Omar Acosta, corresponsal). Doña Margarita Delacruz Ramírez a sus 69 años sigue trabajando con tenacidad para sostener económicamente su hogar.

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2260

Como muchas otras valientes mujeres cumple el rol de mamá y papá, con mucho sacrificio y honradez. Tiene una sola hija y cinco nietos a quienes demuestra todo su amor.

Resume que su felicidad está basada en “el trabajo y el servicio a los demás”, actividades que le generan mucha felicidad

Doña Margarita es muy admirada, valorada y querida en esta ciudad, debido a su sacrificio y buen humor.

Con simpatía dice que es sumamente importante mantener el buen humor y la buena relación con la gente. “Todos me aprecian y me quieren, porque yo aprecio y quiero a la gente”, comenta.

Con mucha gracia se la ve vendiendo en los escenarios de fútbol o actividades sociales helados u otros dulces. Pero lo que ningún vecino quiere perderse es su llegada a las ferias campesinas con su compañera de lucha: la carretilla. Con ella acarrea mandioca, maíz u otro producto agrícola.

Con mucha o poca carga, ayuda a los demás incluso a organizar sus exposiciones.

Desde hace unos 45 años acude normalmente a las ferias campesinas. “Voy a las ferias y vendo remedio”, dijo.

El servicio para con los demás lo toma como una pausa para luego seguir ofreciendo remedio refrescante (cola de caballo) a sus ya fijos clientes que la aguardan cada mañana para complementar el tereré.

Con alegría y orgullo cuenta que desde hace casi nueve años se dedica a la venta de helados, pero, “si hay lluvia no hay venta de este producto. Entonces busco cola de caballo para vender y así gano dinero para que podamos comer bien y tener para nuestro viático”, dice entre risas.

Es un ejemplo de lucha, sacrificio y honestidad para los pobladores sampedranos, especialmente para los jóvenes.

¿Espera recibir regalos este domingo? Sí, y es el saludo de la gente que día a día la ver pasar para ganarse el pan de cada día.

“Pero no voy a rechazar algún regalito especial”, dice sonriendo.

Su mayor orgullo y razón de vivir son sus cinco nietos.

“Están creciendo conmigo, yo los necesito. No quiero que me dejen. Si estoy enferma ellos me cuidan”, expresa.

Enlance copiado