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Según dice, las cuida con mucha paciencia, fumigándolas luego de días de lluvia, utilizando un buen sustrato de corteza de pino, coco y un poco de carbón triturados. Siempre controla que drenen bien para que no tengan humedad en exceso o no estén encharcadas para evitar que se pudran o les tome hongos.
“Controlo que no tengan cochinillas, si llegase a ver alguna limpio su hoja con un poco de alcohol en gel. También cada tanto le pongo a mis orquídeas una pequeña cucharadita de abono orgánico fermentado, y fertilizante especial para las que tengo puestas en tronquitos”.
Nuestra entrevistada prefiere “las canastas de madera, de cerámica y tronquitos para las orquídeas”. “Otras las coloqué en palmeras y el árbol de pomelo ya que les gustan los cítricos”.
Alba declara: “Estoy muy feliz porque crecen bellas y sanas; al principio decía ¿será que el humo de los vehículos y además tener un taller de pintura al lado de casa me dejaría que tenga plantas sanas? Pero gracias a Dios no les afectan, hice mis dos orquidarios, lejos de la muralla, tomando precauciones y están cada día más hermosas”.
Alba explica que “es la época de las dendrobium y phalaenopsis, si bien siempre hay cattleyas y vandas que son las preferidas de la mayoría, estallan las dendrobium y phalaenopsis (conocidas como mariposas). En esta época de bastante lluvia es necesario siempre controlar las macetas, que estén drenando bien y no junten agua. Se recomienda preparar el antihongo y fumigar las orquídeas, se puede usar flip, no hacerlo muy directo sobre las hojas porque la pueden quemar. Yo las mantengo bajo media sombra, creándole un microclima con otras plantas”. Para que crezcan sanas y fuertes debemos tener paciencia y mucho cariño, algunas tardan; ejemplo de ello es mi Myrmecophila tibicinis que floreció después de 10 años y ahora me regala su belleza y majestuosidad. La naturaleza es sabia y perfecta”, concluye.