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A Samya Hermosa siempre le gustó el maquillaje. Tanto que desde hace tres años decidió dedicarse al rubro de manera profesional; específicamente, al de efectos especiales para cine. “La abogacía es mi profesión, pero el maquillaje es mi pasión”, revela esta abogada de 42 años, casada y madre de tres hijos.
Por eso, hace un tiempo organizó un taller —“un workshop”— de maquillaje de efectos especiales con un profesor argentino, quien le enseñó a hacer la impresión del rostro. “Es impresionante lo que se logra. Se realiza la impresión del rostro de la persona, para que después encaje perfectamente en las partes del mismo: mentón, nariz, etcétera”, explica.
Como parte del curso, el profesor le sugirió hacer la impresión del rostro de su familia; cuando ella vio cómo él realizaba el procedimiento, decidió: “Yo voy a hacer para bebés”. La idea le surgió hace dos años, porque en nuestro país todo lo referente a niños siempre tiene mucho éxito. Además, sabía que a las madres les gusta mucho tener el recuerdo de sus hijos.
Sus primeros modelos fueron sus tres hijos: Mateo, Morena y Santino. Cuando alzó la foto de las manitos a las redes sociales, le llovieron los pedidos de sus amigas. A partir de entonces, comenzó a hacer las piezas de las manitos y los piececitos de cuanta madre se lo pedía. Pero como su trabajo no era muy conocido, les dijo a sus amigas que le compraran los materiales, porque son caros, y ella no les cobraría. “Era una forma de promocionarme”, comenta.
Pero luego dejó de hacer las esculturas, para dedicarse de lleno al maquillaje de efectos especiales, hasta que hace poco decidió retomar la actividad. Alzó la foto de impresión de las manos de su familia y, luego, la de los bebés, y causó furor. “Es la impresión perfecta de la mano”; se ven hasta los últimos detalles.
Destaca que los productos que usa para realizar la escultura son los que se utilizan en tratamientos odontológicos. “Son muy seguros, absolutamente inofensivos, porque son los que los dentistas emplean para realizar los moldes de los dientes”.
Explica que el procedimiento consiste en introducir la mano o el piecito del bebé por unos 10 s en una especie de crema, que se realiza con el producto odontológico, y enseguida se solidifica y queda como una goma. El único cuidado que hay que tener es que el niño no mueva la mano, para que la impresión quede perfecta; por eso, se debe hacer con la mayor rapidez posible. “A ellos les encanta, porque es como una plastilina”. Posteriormente, prepara el segundo material: el yeso, de color verde, que se vierte en la goma y queda como una especie de guante para rellenarlo; se solidifica tan rápido como el primer material. Esta parte es, también, ya la culminación del proceso de creación. “Se rompe la goma y en el yeso queda la impresión perfecta de la mano. El proceso es mágico”, explica. Solo que el secado del yeso lleva más tiempo, casi dos días. Luego, se pinta del color de preferencia y el producto queda terminado; al tercer día ya puede ser retirado.
Asegura que el procedimiento no es estresante para el niño, puesto que solo tiene que meter y sacar la mano en la mezcla unos segundos, y está contenido todo el tiempo por sus padres. “La mano sale limpia; no quedan rastros del producto”.
La escultura, que puede tener una base de madera, por ejemplo, no exige ningún tipo de mantenimiento o cuidado especial, salvo que, como se trata de yeso, corre el riesgo de romperse si no se toman los recaudos necesarios.
Las piezas se pueden hacer todas juntas o separadas si se piensa tener más hijos. “En ese caso, se pone en cada una el nombre”. También, se puede hacer piezas con las huellitas del recién nacido. “Eso es más fácil, porque se usa solo yeso”.
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Fotos ABC Color/Gustavo Báez.