Sentado en un pequeño rincón del también pequeño establecimiento, Stefan mira a través de la ventana parte del microcentro de Asunción; luego, fija la mirada en la taza y le da los últimos toques a la taza de café… Una flor, una hoja o un corazón cobran forma, según el gusto del cliente.
La historia de Stefan René González Alen es de sueños y perseverancia. Hijo único de una madre que luchó para sacar adelante a su retoño, este ejemplo dio sus frutos; fue constante hasta lograr su espacio dedicado a esa pasión de muchos: el café.
“Fue en el cumpleaños de mi mamá que me compré una cafetera y nació la idea de abrir una minicafetería en nuestro departamento”, rememora. Su madre, Ana María González Alen, nutre la conversación contando que Stefan fue a Bolivia a seguir sus estudios. “Estuvo dos años viviendo con su papá y fue en ese tiempo que su gusto por el café creció, y vino con la idea de abrir una cafetería”.
No fue fácil. Tomó tutoriales a través de internet durante tres años, en medio de sus compromisos laborales en una consultoría. Armó su espacio de café con un living que ya estaba en la casa, un portaplantera hecho de palets y una barra, con un paisaje espectacular de la costanera. Pequeños frascos de vidrio con plantas, también, abundaban en ese primer espacio. Y su cafetera, las tazas y jarritas, claro.
Para él, no hubo mucho secreto en ese primer intento. Fue solo trabajar y trabajar. Y estar atento para darle al cliente el mejor producto al mejor precio y de una manera eficaz. En definitiva, conseguir que quiera volver. Logró su objetivo. “Al principio fueron unos pocos; luego, se fueron sumando hasta que el espacio me resultó chico y tuve que remodelar”, cuenta.
Ahora, el piso de parqué luce diferente; con más brillo, como el negocio. Pintura nueva, nuevos muebles, lámparas con diseños y mucho color, una pequeña cocina también renovada, pero eso sí, el verde de las plantas continúa. Y el palet con las planteritas de frascos de vidrio y latas de bebidas también permanece. “Estoy dispuesto a dar lo mejor de mí para que la gente pase bien”, afirma mientras prepara su especialidad: el latte, que en italiano significa “café y leche”. Delicioso, por cierto. Es un poco de café expreso (espresso) y el resto es leche cremada, que se vacía sobre el café dando un efecto marmolado y creando figuras. Los corazones le salen a la perfección. No podía ser de otra manera. Tiene un corazón enamorado y la afortunada se llama Lincy Britos. Curiosos, preguntamos la historia y nos cuenta que fueron amigos en la infancia. Jugaban juntos, iban juntos a las clases de taekwondo hasta que se mudaron de barrio y por años perdieron contacto. El tiempo y Facebook hicieron de las suyas, y les unieron nuevamente. Se dieron cuenta de las similitudes y coincidencias, tanto que hoy están de novios. Lincy le apoya en la iniciativa. Ya está aprendiendo los trucos de Stefan. “El primer paso es moler los granos”, dice riendo.
Stefan completa la explicación mostrando paso a paso cómo logra un exquisito y humeante café. En su cocina no faltan los buenos granos. Sabe de los componentes lácteos y entre sus utensilios aparecen desde el molinillo hasta el recipiente utilizado en la degustación, pasando por la más que evidente cafetera. “Con el molinillo molemos el café. Luego, utilizamos el portafiltro y filtro; este último es por donde va el café molido; el tamper, que sirve para presionar el café molido dentro del portafiltro; el vaporizador, que es un tubo de vapor conectado a la cafetera, sirve para volver cremosa la leche; finalmente, la jarrita para la leche”, cuenta el barista.
Con dicha jarrita va manipulando el flujo de la leche y dibujando diseños; es lo que se conoce como latte art. “El arte del latte es considerado por muchos consumidores de café como el toque final”, expresa Stefan. “Es como ponerle la guinda a un expreso deliciosamente preparado”, agrega.
Debido a su presentación visual ante el consumidor y el aumento de su importancia en las cafeterías de todo el mundo, se preocupa porque el gusto nunca se convierta en algo secundario ante el arte.
Lo cierto es que su esfuerzo y perseverancia están dando buenos resultados. En un local de copias de documentos y afines, también, tiene a la venta sus especialidades. Quedan atrás aquellos días poco alentadores cuando “la gente no venía a tomar mi café”. Entre risas cuenta la experiencia, pero hoy el lugar le queda chico. “Estamos viendo otro departamento más amplio en este mismo edificio, con mejor vista, para recibir a más personas”.
Y darse a conocer, claro, por los amantes del café más exigentes, quienes buscan opciones diferentes para adentrarse en este mundo aromático. “El café prendió en mí un switch que me apasionó y está cambiando mi vida. Igual, no descuido mis estudios universitarios; estoy estudiando Ingeniería Comercial, a distancia. Estoy encontrando mi camino... Cuando llegué de Bolivia, quería vender chocolates Snickers, pero alguien se me adelantó, así que fui buscando otras opciones hasta quedarme con el café. Mamá era una mis degustadoras; así nos volvimos adictos”, confiesa entre risas.
Stefan emprendió un negocio y le agregó un factor esencial: innovación más un espacio acogedor para que los clientes se sientan como en casa. “Sabemos que el mercado del café está creciendo. Es momento de sembrar”, puntualiza.
Para quienes son amantes del café o buen desayuno por la mañana y gustan sentarse a disfrutar tranquilos de ese momento, la minicafetería de Stefan tiene una vista a la costanera de Asunción desde el piso 12, departamento C, del edificio 14 de Mayo, ubicado en Benjamín Constant y 14 de Mayo, para degustar esta bebida en las diversas opciones que ofrece la carta.
Guía de cafeterías
Café Martínez: es una propuesta que se encuentra en varios puntos. En Pinedo Shopping, Shopping Mariscal, Shopping del Sol, Market Place, en la esquina de Palma y Yegros, y en Encarnación. En sus locales pueden disfrutar de un rico café moca, colombiano, descafeinado, tostado italiano, capuchino.
Café Juan Valdez: la primera cafetería del renombrado café colombiano se encuentra en el Shopping Mariscal, en el segundo nivel. El chai latte y latte campesino son algunos de los preferidos.
Café Consulado: trae su propio blend de cafés de todo el mundo al centro de Asunción, en O’Leary entre Palma y Presidente Franco.
La cafebrería: se integró en el mercado con varias innovaciones, implementando dentro de su local varios gustos, como librería, devedés, Blu-Ray, cafetería, bodega de vinos, restó. Malutín 675 c/ Lillo Robles.
Havanna: reconocida principalmente por sus ricos alfajores. Ubicado en el Shopping Mariscal, en el primer nivel; Senador Long y Lillo, España esquina Pitiantuta.
Café Literario: Mcal. Estigarribia 456 entre México y Caballero, y el Café Literario Van Gogh, de la parroquia San Rafael (Cruz del Chaco 1690), dos propuestas que ofrecen una exclusiva colección literaria para todas las edades y gustos.
Medialunas calentitas: las variedades, para la merienda o el desayuno, les van a encantar. Palma esquina Caballero.
El café de acá: ambiente hogareño, con detalles originales y nomenclatura de menús inspirados en la idiosincrasia paraguaya. Tte. Vera 1390 esq. Dr. Morra.
Coffee Bean & Tea Leaf: cadena internacional especializada en sabores exóticos de café y, también, té. Charles de Gaulle y Quesada.
El molinillo de café: variedades de cafés de Colombia y complementos para acompañar. España c/ Dr. Bestard.
Bouleveard Café: una propuesta diferente para hacer una pausa o reunirse con amigos. Brasilia 1767 y Del Fuerte.
Confitería Honey: mucho café y variedad de facturas para acompañar. Vicepresidente Sánchez 395 y 25 de Mayo.
Definitivamente, el mercado de café en el Paraguay está creciendo desde el 2008, aproximadamente; esto posiciona al país como un gran potencial para la industria.
Producción y estilismo. Fabián da Silva. Modelos: Andrea Asta, Dana Escobar, Christian Castillo. Maquillaje: Juan Florenciáñez.
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Fotos ABC Color/Gustavo Báez/Gentileza.