Manos amigas

Una a dos personas son amputadas por día en nuestro país, pero los costos de las prótesis no están al alcance de todos. Uniendo la tecnología con las ganas de ayudar nació Po Paraguay, una “mano amiga” que da nuevas oportunidades a las personas con prótesis impresas en 3D.

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La impresión en tres dimensiones, como su nombre lo dice, es una tecnología para crear maquetas o piezas volumétricas a partir de un diseño hecho en la computadora. Desde su invención no ha parado de evolucionar y brinda una infinidad de posibilidades. Una de ellas es la realización de prótesis para personas que sufrieron algún tipo de amputación o nacieron sin alguna extremidad.

Esto se hace desde hace varios años y en muchos países, como Sudán, donde el índice de amputaciones es uno de los mayores a nivel mundial. En nuestro país, jóvenes compatriotas ―apasionados a esta tecnología y al servicio social― decidieron transformar lo que era un sueño en un objetivo y trabajan incansablemente para brindar oportunidades, sobre todo en lo que se refiere a miembros superiores, es decir, dedos, manos y brazos.

La idea nació de Eric Dijkhuis y Fernando Vallese, estudiantes de Medicina e Ingeniería Electrónica, respectivamente, que “de casualidad” se encontraron con un video en YouTube, en el que se veía el proceso de impresión de prótesis en 3D y hablaba de las ventajas de este producto en comparación a los materiales convencionales. Al verlo, quedaron asombrados. “Pensamos en lo bueno que sería eso en el Paraguay, más ahora con la cantidad de accidentes de tránsito que ocurren, pero es tan difícil que vengan las empresas extranjeras a instalarse acá. Porque la idea que uno posee es que siempre tienen que venir de afuera a hacerlo, enseguida también asumí que si venían iba a costar muchísimo dinero y que, finalmente, no estaría al alcance de todas las personas”, comenta Eric.

Mientras se iban informando y haciendo contactos en otros países ―para llevar a cabo este proyecto― conocieron a Mateo Acosta, quien ya tenía varios años de experiencia con las impresiones en 3D y que, incluso, había creado su propia impresora. Así nació lo que hoy llaman Po Paraguay.

Es una fundación sin fines de lucro, que ya lleva entregadas más de 20 prótesis. “Nosotros no regalamos las prótesis, sino que las vendemos a precios muchas veces inferiores a lo que serían unas convencionales, pero creemos que es importante que quien las reciba valore las piezas y no las tome como algo descartable. Ofrecemos oportunidades para todos, incluso, si llega alguien que verdaderamente no tiene condiciones ni con actividades benéficas o algo; ofrecemos un sistema de padrinazgo”, cuenta Eric.

Estas prótesis, al estar elaboradas con un material plástico aprobado científicamente para el uso humano, pesan apenas 140 g y pueden ser realizadas en varios colores. Cada pieza se hace a medida y de acuerdo a las necesidades del beneficiario. El costo mínimo de una Po es de G. 600.000 y varía según las características solicitadas.

Entre la mayoría de los que recibieron en nuestro país se encuentran los niños, quienes personalmente se encargan de elegir los colores. Eric comenta que “los que más nos piden son de superhéroes, y es una forma de que no solo se sientan cómodos y les sirva, sino también orgullosos de sus prótesis”. Además, a medida que van creciendo y en cuanto haga falta cambiar las piezas, no habrá problema porque se podrá readecuar o cambiar, dejando las usadas para su reciclaje total o para que una nueva persona pueda utilizarlas.

Algo nuevo, cada día

Hasta hace un año y medio, Elías Benítez (35) llevaba una vida plena, trabajando en una mueblería y haciendo una vida normal. Cuando en uno de esos momentos de descuido ―que nos suelen ocurrir a todos en medio de la rutina― todo cambió para él. La cierra con la que trabajaba le cortó casi toda la mano derecha. Le sobrevinieron el susto y varios días de hospitalización en los que debía enfrentarse a la realidad de aprender a vivir con una sola mano. Además del dolor de la herida en sí, Elías se sentía destrozado por el impacto de una situación tan difícil como esa.

Desde el principio pensó en todo lo que esto le iba a limitar profesionalmente y en su vida cotidiana. Le encanta tocar la guitarra, por ejemplo, pero debía ir despidiéndose de esa idea. Pero ni bien se recuperó, empezó a movilizarse junto con toda su familia para conseguir una prótesis. “Fueron momentos muy difíciles, pero que pude superar solo gracias a la ayuda de mi familia. Golpeamos varias puertas, acudimos a varias fundaciones y oficinas estatales, pero no hubo caso”, dice.

“Una de las prótesis que averigüé me iba costar más de USD 22.000 y esa es una suma exorbitante para alguien de clase media; incluso, una persona de clase media alta no podría acceder a ese monto. Las posibilidades eran muy limitadas y uno en esa situación, muchas veces, se desmotiva. Po fue el último lugar al que iba recurrir, llegué sin muchas ilusiones, pero fue algo sensacional. Me devolvió la confianza, la alegría y una inmensa gama de posibilidades que creía haber perdido”.

Desde que cuenta con su Po, para Elías cada día es especial, en el que aprende algo nuevo, va mejorando las técnicas de uso y manejo de la prótesis. “Me voy dando cuenta de que todo depende tan solo de que me anime a intentar”, dice mientras escribe en una libreta durante la sesión fotográfica.

Al principio, no siempre es fácil, cuesta porque es algo extraño en el propio cuerpo. “Pero rápidamente uno se acostumbra y se vuelve indispensable para todo. Creo que voy a poder escribir varias páginas ahora”, dice sonriendo.

Elías colabora con Po en el desarrollo de accesorios utilitarios, es el ejemplo de un tenedor que se adapta perfectamente a la nueva mano y le permite alimentarse con comodidad. Luego estos ítems ya van a quedar abiertos a la exclusividad. “Una de las ventajas que tenemos con las impresoras 3D es que podemos ir desarrollando los elementos basado en la necesidad de cada persona que llega hasta la fundación”, explica Eric.

Pero un par de semanas atrás, se produjo un hecho histórico que nos relataron con gran emoción: Elías, después de tantos meses desde aquel desafortunado episodio, pudo por primera vez ejecutar una guitarra gracias a una púa diseñada especialmente para su Po.

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