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Isabel Allende, la mujer de los espíritus, escritora y periodista, chilena nacida en Perú y nacionalizada estadounidense. La misma que ha vivido en el exilio, y encontró en el arte del papel y la pluma un desahogo ante la nostalgia, una forma de lucha y expresión, y una salvaguarda para sus recuerdos.
El pasado mes de junio, Latinoamérica y España pudieron celebrar la llegada del verano con la lectura invernal de su última novela, que verá la luz en los Estados Unidos cuando llegue el otoño: Más allá del invierno. Ahora, la reputada autora cumple 75 años, pero sigue entregada a la escritura, al amor y la reflexión al igual que los primeros días.
Infancia multicultural
Isabel Allende nació en Perú. Su padre, Tomás Allende –primo de ese histórico presidente de Chile llamado Salvador–, era secretario de la Embajada chilena en Lima. Tanto de él como de su madre, Francisca Llona Barros, heredó la ascendencia española, aunque es por su progenitora que también corre sangre portuguesa por sus venas.
A los tres años, el divorcio de sus padres le hizo retornar a Chile junto con su madre y hermanos. Allí, Francisca conoció a su segunda pareja, Ramón Huidobro, al que Isabel siempre ha considerado su auténtico padre.
Entre 1953 y 1958, la labor diplomática de Huidobro llevó a Isabel Allende de Chile a Bolivia, donde estudió en una escuela estadounidense, y al Líbano, donde lo hizo en un colegio británico. La multiculturalidad ha sido, por tanto, uno de sus rasgos distintivos.
En 1959 volvió a Chile, donde finalizó sus estudios de periodismo y, tras cuatro años de su regreso, se casó con su primer marido, el ingeniero Miguel Frías. Con él tuvo dos hijos, Paula (1963-1992), a quien dedicó la novela homónima de 1994, y Nicolás, quien nació en 1967.
Tras divorciarse de Frías, contrajo matrimonio con el estadounidense Willie Gordon en 1988. Se separó de él en el 2015, tras 27 años casados. En la actualidad, ha vuelto a encontrar el amor de la mano de un estadounidense que comenzó siendo un fan y que, según confesó la novelista, se ha mudado con ella a California, donde reside desde su segundo divorcio.
Se trata de un rico abogado neoyorquino, de su misma edad, llamado Roger Cukras, quien sufrió una larga enfermedad hasta el fallecimiento de su esposa y que se relacionó con la escritora tras escucharla en un programa de radio.
El exilio, su inspiración
Mas de 15 años vivió Isabel Allende en el exilio, entre Venezuela y España, como consecuencia de la dictadura de Pinochet. Es ahí, en la nostalgia por su lejano país, donde reside la clave de su dedicación literaria. “Escribir La casa de los espíritus fue un ejercicio de nostalgia, pues estaba perdiendo la memoria del pasado”, confesó en un encuentro reciente con los medios.
No fue hasta 1990 cuando Isabel pudo regresar a casa, para recoger el Premio Gabriela Mistral, de manos del presidente Patricio Aylwin. Antes y después de eso, de que comenzase su andanza novelística entre espíritus ha visto reconocida su labor en decenas de ocasiones.
Entre las menciones recibidas destaca el Premio Nacional de Literatura (Chile, 2010), pero se encuentran también varios reconocimientos como autora o novela del año en distintos países y épocas e, incluso, un galardón de Feminista del Año (Estados Unidos, 1994).
Los estudiosos catalogan su obra dentro del llamado posboom o la “novísima literatura”. El estilo de Allende toca varios palos, desde la ficción histórica, la temática romántica hasta la novela juvenil fantástica.
Las vivencias personales y los tintes autobiográficos están presentes en varios de sus títulos, así como el realismo mágico que impregna gran parte de su obra.
Desde su debut con La casa de los espíritus (1982), éxito mundial que incluso fue llevado a la gran pantalla, en 1993 (The house of the spirits, dirigida por Billie August), con actores de la talla de Meryl Streep, Antonio Banderas, Winona Ryder o Jeremy Irons; la obra literaria de Allende no ha parado y continúa en la actualidad.
Eva Luna (1987), Cuentos de Eva Luna (1990), Paula (1994) e Hija de la fortuna (1999) son algunos de sus primeros títulos. Su trayectoria vivió el cambio de milenio, con obras como La ciudad de las bestias (2002), El Zorro, comienza la leyenda (2005), Inés del alma mía (2006) y La isla bajo el mar (2009).
Comenzó la última década con El Cuaderno de Maya (2011), recopiló bajo el título Amor (2012) sus mejores escenas románticas, se atrevió con el género policíaco con El juego de Ripper (2014) y publicó El amante japonés (2015).
El amor no tiene edad
El 2017 le ha llegado el turno a Más allá del invierno, una novela que, pese a su título, llegó en el primaveral mes de junio a las librerías de Latinoamérica y España, y viajará en otoño a los estantes de los Estados Unidos.
Sobre este último trabajo, la autora confiesa que, como siempre, comenzó a escribirlo un 8 de enero, mientras vivía “una especie de invierno”, fruto de su segundo divorcio. La misma etapa que cree que está viviendo los Estados Unidos. “Con Donald Trump vivimos lo peor que le puede pasar a un país”, declaró a los medios durante la presentación del libro.
Sin embargo, Allende cree que esta estación invernal política dará paso a un “verano invencible”, y confiesa que, si bien se planteó abandonar los Estados Unidos hasta que llegase ese cambio estacional en lo político, no lo ha hecho por amor. “Me he enamorado por tercera vez, a los 75 años”, relató durante la rueda de prensa la escritora, quien cree que “no hay amor sin riesgo”. Seguramente, a esta novelista chilena le queden todavía muchas andanzas por recorrer entre la literatura y el amor.
“La muerte no existe, la gente solo muere cuando la olvidan”, es una de las citas más célebres de su novela Eva Luna. Está claro que Isabel Allende será –con 75 o 100 veranos– inmortal.
EFE/Reportajes