Ligas mayores

¿Qué tienen en común Barack Obama, Bill Clinton y John F.

Ser estudiante en una universidad Ivy League es acceder a un nivel superior y estar ligado a la elite social, excelencia académica y selectividad en las admisiones. Harvard, Princeton, Columbia, Yale, Dartmouth, Brown, Penn y Cornell son las ocho del clan. Ingresar es casi una misión imposible. Hoy, tres paraguayos muestran que ese "casi" es un obstáculo que sí se puede sortear.
 
Aporte al mundo

Juan Pablo Nogués tiene 30 años, doce de los cuales ha vivido y estudiado en los Estados Unidos. Actualmente estudia en la Universidad de Princeton, institución que le paga por hacer sus investigaciones, las cuales ya han dado resultados que pueden aplicarse a nivel mundial: se trata de buscar cómo capturar el dióxido de carbono de usinas eléctricas y prevenir que suba a la atmósfera para evitar que se incremente el efecto invernadero.
Una de las razones por las cuales decidió quedarse en ese país fue su pasión por la investigación, algo para lo que no había oportunidades en Paraguay. "La investigación es muy particular; en una empresa, el tiempo que vos te esforzás haciendo algo tiene que estar directamente aplicado a un rendimiento financiero;  en la investigación, el conocimiento y las finanzas no van por la misma escala. Vos podés trabajar un año en algo y quitar una idea, y esa idea a vos nomás te favorece".
Pero ¿cómo hacer para estudiar en una de las mejores universidades del mundo y que además te paguen por eso?  "Si yo pude, cualquiera puede. Yo no soy medalla de oro. Tenés que ser buen alumno, tener perseverancia y si te dicen ‘no’, pero vos crees que sí podés, lo mismo seguí nomás. Empezar lo antes posible para llegar más rápido a tu meta", ese es el secreto, cuenta Nogués, un ingeniero ambiental que se encuentra estudiando el último año de su doctorado en Princeton.
Llegar ahí le llevó 12 años; su historia empezó cuando al culminar la secundaria del colegio Americano, decidió postularse para el Comité Paraguay-Kansas, un programa que permite a paraguayos acceder a estudios universitarios en Kansas a un precio más accesible.
Una vez allá se dio cuenta de las numerosas oportunidades para seguir capacitándose; así que después de graduarse de ingeniero civil,  fue a la universidad de Stanford en California –también rankeada entre las mejores del mundo– donde cursó un máster en Ingeniería Civil y se especializó en recursos hídricos, luego trabajó como consultor ambiental y de ahí finalmente a Princeton.


Sistema flexible

Andrés Engel (26) decidió estudiar fuera de Paraguay porque no estaba seguro de cuál carrera seguir. "Quería un sistema más flexible y poder decidir con más experiencia, no con 18 años recién salido del colegio; tengo muchos conocidos que en el segundo año de la carrera se tienen que cambiar". En EE.UU. el sistema permite que los alumnos tomen clases los primeros años sin tener que decidirse por una carrera específica.
Engel ingresó primeramente a la universidad de Miami, en Florida, con una beca que cubría la mayor parte de sus gastos. Una vez terminada su carrera de Finanzas y Ciencias Contables, no le fue difícil conseguir trabajo. "Cuando te va a bien en la universidad, las compañías vienen a contratar ahí. Yo había enviado mi currículum a una empresa de Nueva York; tres semanas después, me enviaron el pasaje, me entrevistaron un día entero y a la semana me ofrecieron un puesto laboral".
Engel trabajó en un banco de inversiones en el área de energía renovable y biotecnología. Al mismo tiempo soñaba con estudiar en Harvard. El proceso de solicitud de ingreso "es muy competitivo, especialmente ahora que el mercado está difícil;  mucha gente solicita; fueron exámenes, escribir ensayos, recibir recomendaciones."
Luego del proceso, fue finalmente aceptado al máster de Administración de Empresas, y para su suerte, el elevadísimo costo del curso fue pagado por la empresa en la que trabaja. "Nunca imaginé que iba a terminar en Harvard, pero siempre supe que lo quería", confiesa Engel.
Engel explica que se trata de "una increíble oportunidad para conocer profesores interesantes, jefes de compañías y gente famosa que viene a la universidad a hablarte y estudiar los casos de las empresas exitosas. También te da contactos con personas de todo el mundo con experiencias superdiversas".
Después de ocho años fuera del país, Engel sigue fanático de la Albirroja y del chipa guasu. Pudiendo trabajar en cualquier parte del mundo con su prestigioso título Engel dice: "Me encantaría a futuro trabajar en una entidad pública, porque la base del crecimiento privado es tener una red pública que fomente el crecimiento y que ayude a la gente a generar crédito y  generar oportunidades para el sector privado".
Su consejo para los jóvenes es: "Al final del día mientras más altas tus metas, mejor porque uno se esfuerza más para llegar ahí arriba. Obvio que es a largo plazo decir ‘me voy a ir a Harvard,’ pero tenés que empezar lo antes posible. Si empezás antes, mas rápido vas a llegar a tu meta. Paraguay necesita gente con educación que tenga el coraje de volver".

Algo inesperado

Gabriel Prieto (28), oriundo de San Lorenzo, siempre soñó con estudiar en grandes universidades, pero nunca se imaginó que iba a terminar en la universidad Columbia, en Nueva York.
Prieto estaba en el colegio San Ignacio de Loyola cursando el cuarto curso cuando se enteró de la oportunidad de una beca otorgada por el Colegio del Mundo Unido. Gabriel fue seleccionado gracias a sus aptitudes académicas y a los 16 años partió a Hong Kong donde vivió sin su familia por dos años. "El primer semestre fue un poco terrible, porque todavía no hablaba inglés, no tenía casi cómo comunicarme con el resto del mundo", comenta Prieto y agrega, "fue una experiencia única, viajé como a 15 países en dos años, conocí estudiantes de 80 países, gracias a eso tuve todas las oportunidades que tuve después".  Prieto recibió otra beca al terminar el colegio, ofrecida exclusivamente a estudiantes de su institución. En la universidad de Oberlin, en Ohio, cursó la carrera de Economía. Su camino recién empezaba.
Una vez graduado, consiguió trabajo en Boston como consultor en microeconomía, enfocado en la industria de petróleo, gas y electricidad. "Fue muy interesante, porque mis proyectos eran todos internacionales, trabajé con gobiernos en Sudáfrica, Irlanda, China". Este compatriota tampoco se conformó con un buen trabajo y se postuló para un máster en Administración de Empresas en Columbia: "No estás compitiendo sólo contra los americanos calificados, sino con gente de todo el mundo. En mi año, por ejemplo, aceptaron sólo al nueve por ciento de los postulantes".
Hoy, puede pagar los US$ 150 mil que cuesta el máster con el dinero, fruto de su trabajo. Actualmente es pasante en la empresa Fresh Wind Energy que desarrolla y opera campos de energía eólica.

El coraje de volver

Aunque todo parezca perfecto, Prieto confiesa que no sabe si volver o no a Paraguay, "en mi profesión no sé si haya mucho qué hacer en Paraguay; yo trabajo en energía para el sector privado, y en Paraguay la energía la maneja el sector público; trabajaría en él si encontrase una posición que no dependa demasiado de la burocracia que hay".  Pero también reconoce que si se diera la oportunidad, volvería: "Paraguay necesita mucha gente que tenga ese tipo de educación y que tenga el coraje de volver.  Yo todavía quiero aprender más de esta oportunidad y de este negocio; no me siento listo para volver".
Al igual que los presidentes de EEUU, estos paraguayos también tienen más de una cosa en común: apuntaron siempre a la excelencia académica, buscaron recursos y contactos, se trazaron altas metas y no tuvieron miedo de jugarse por ellas. Internet, las embajadas y los profesores son una excelente herramienta al alcance de todos para enterarse de las oportunidades. En nuestras manos está la posibilidad de educarnos y trabajar para nuestra sociedad que tiene tanto potencial de mejorar. Puede sonar cliché, pero lo dijo un estudiante de Harvard: "La base para conseguir tus metas es el esfuerzo y el trabajo".



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