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Esta es la primera muestra individual que realiza Jorge Enciso (46). Aunque ya había participado en exposiciones colectivas, prácticamente desde que se inició en esta actividad. El artista, abogado y licenciado en Lengua Francesa, cuenta que siempre dibujó y pintó de forma autodidacta, pero comenzó a trabajar con el barro recién hace unos cuatro años, como una forma de combatir el estrés.
Admirador del Museo del Barro, comenta que lo visita con frecuencia. En una ocasión, obsequiaron a los visitantes unos pedacitos de arcilla en unas cajitas. “Tomé tres e hice unas figuritas y las dejé allí. Parecía una cosa insignificante, pero pensé que, tal vez, esa era una señal”, recuerda.
Esto lo llevó a investigar en internet y encontró que se estaba dictando un taller en Areguá. La instructora era la reconocida ceramista Julia Isídrez. Y se lanzó de lleno. Cuando finalizó el curso, Enciso ya estaba fascinado y quería continuar. Habló con Isídrez y la convenció de que le siguiera dando clases en su casa en la ciudad de Itá. “A partir de entonces, no paré”, señala.
Todos los fines de semana, los últimos cuatro años su actividad era ir, por lo menos un día, al taller de Julia a aprender, trabajar y producir. No pasó mucho tiempo para que sus obras comenzaran a ser apreciadas y expuestas. “Después, mucha gente del extranjero también vino a comprar. Y así me inicié en este camino y encontré el equilibrio, realmente”, confiesa.
Enciso ejerce la profesión de abogado. Se recibió en 1995. “Ya tengo más de 20 años de profesión”, afirma. Pero llegó un momento en que la necesidad de estar en armonía con su entorno y la naturaleza influyó y desembocó en volver a algo como la tierra. “Tocar la tierra y conectarme con la naturaleza en general. Así también, ir al interior los fines de semana hizo que yo mismo me volviera a conectar con mi propio interior. Dicen que trabajar con la cerámica es como una meditación activa. Uno está en silencio, concentrado, muy enfocado en lo que está haciendo y genera un montón de cambios. Yo, particularmente, experimenté un montón de cambios desde los inicios hasta ahora”, admite.
Más allá de mostrar lo que hace, considera que el mayor beneficio que obtuvo al trabajar con la cerámica ha sido lograr su equilibrio. Es así que esta actividad ocupa un lugar muy importante en su vida. “Todos los días me levanto a las 5:30 y trabajo en la cerámica hasta las 8:30. Después arranco con mi vida profesional. Al final de la tarde, le hago unos retoques y, al día siguiente, lo mismo. También en vacaciones”, revela.
Cuenta, a modo de anécdota, que los primeros tiempos no quería vender sus obras, pero que en la zona de Itá y Tobatí tienen una serie de elementos culturales de raíces muy profundas que hasta hoy en día conservan. Creen que uno no puede negarse a vender una pieza porque eso trae mala suerte. “No era mi finalidad, pero me dijeron que si no vendía mis piezas, que no fuera más ahí. Así me convencieron”, menciona.
Sus obras son únicas. Modela a mano. Utiliza la técnica precolombina de los guaraníes de la cual quedaron elementos muy fuertes, como el pellizco y el colombín. “Esa técnica se hace con unos rollos, sin moldes ni torno. Son rollos que se superponen y se van alisando hasta que se llega a la forma. Es la forma básica del cántaro o del plato. Y a partir de esas formas básicas que uno aprende, desarrolla el resto de las figuras”, detalla.
En la exposición, que constará de, aproximadamente, unas 40 piezas de diversos tamaños, el artista pretende mostrar la cerámica popular paraguaya, que está identificada fuertemente con la alfarería de las mujeres y la elaboración del cántaro. Explica que en la cerámica popular paraguaya hay como dos vertientes: una, que viene de lo precolombino, pasa por la cerámica mestiza y a lo que las mujeres hasta hoy se dedican, y otra, que viene con Andrés Campos Cervera, Josefina Plá y Laterza Parodi, quienes se formaron en Europa. “Entonces, lo que trato es conservar la tradicional y tengo algunos elementos de la nueva cerámica. Soy un ferviente admirador de la cerámica paraguaya, con sus técnicas tradicionales y antiguas. Me apasiona”, revela.
Resalta que su propuesta con esta exposición es que la gente mire el resultado de estos años de trabajo. “Quiero que se fijen en las obras que realicé con mucho cariño, por sobre todas las cosas, y con mucha responsabilidad. Creo que el respeto a lo nuestro es algo fundamental. Considero que si nosotros no lo valoramos, la autoestima colectiva no puede crecer mucho. Quiero que la gente sienta que las piezas están inspiradas en nosotros, en lo nuestro”, enfatiza.
Enciso se siente muy agradecido con Julia Isídrez, por haberle abierto las puertas de su casa y, además, hacerle conocer la realidad de los ceramistas, que es muy dura. “Su trabajo no se valora en toda dimensión”, apunta. Y la exposición de hoy no es una casualidad, sino fruto de la profunda admiración hacia Ysanne Gayet y su trabajo en el CCDL. “Quise que mi primera exposición se realice allí y se lo agradezco mucho”, concluye.
Sepa más
Instagram: @jj.enciso
Facebook: Jorge Enciso
Fotos: ABC Color/Virgilio Vera/Gentileza.