Ingenioso hidalgo de las tablas

Artista de pura cepa, a lo largo de su vida, Álvaro Ayala ha recorrido casi todos los géneros del arte: actor, cantante, compositor y escritor. Este año celebra sus 40 años en el teatro como debe ser: sobre las tablas.

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Con Álvaro Ayala, todas “las siestas son inolvidables”, y esta, nublada y fresca, se prestaba para los recuerdos, anécdotas, risas y hasta la nostalgia. Acompañado de Samuel Ayala Obama, su pincher negro, y Cleopatra, la reina felina de la casa, nos recibió en su hogar impregnado con el alegre tintineo del batido de café.

A sus 70 años, Álvaro Ayala (Asunción, 1945) puede decir que hizo todo lo que quiso en la vida. Basquetbolista destacado, en su juventud, los clubes Rowing y Libertad lo tuvieron en sus filas. Hasta llegó a integrar la Selección Nacional. Recorrió casi todos los géneros artísticos: actor, cantante, compositor y escritor. Además, periodista, conductor de radio y televisión, publicitario, y editor de libros y revistas. Fue uno de los fundadores del diario ABC Color. “Yo hice el logotipo del diario”, recuerda. Y del diario Última Hora.

A principios de los 70, cuando todo el mundo escuchaba boleros, él, con los Pussycats, de Nene y Papi Barreto, cantaban en inglés temas de Chicago; Blood, Sweat & Tears. Era la época en que la música argentina del programa de tevé Voltops hacía saltar a los jóvenes como “pequeñas langostas”. Su público, más que bailar, los miraba con cara de “¡qué hacen estos locos!”. Hasta que una cirugía de las amígdalas lo apartó del grupo definitivamente. “Fue una pena, porque, además de compañeros, con Papi Barreto éramos muy amigos”, señala.

Pero su lado bohemio no se quedaría esperando. Ya tenía en mente realizar un café concert cuando conoció al actor Odón Frutos. Consiguieron que el dueño de la heladería Amandau, don Modesto Leoz, les prestara su local y arrancaron. “Era un disparate lo que hacíamos, pero muy simpático”. Corría el año 1975. Se iniciaba así la carrera de Álvaro Ayala en las tablas.

El local rebosaba todas las noches. Eran tiempos de dictadura y persecuciones. Y 1975 no fue la excepción. Una noche, sabiendo que el lugar estaba repleto de público, Nila López, sin avisar, llegó al local y subió al escenario a declamar un poema contra los militares, de Nicolás Guillén. Enfrente vivía el jefe de la Misión Militar Argentina y como todas las noches, esa, también asistió al espectáculo. Antes de que López terminara la última estrofa, el oficial ya había abandonado el local.

El café concert estaba cortado. A la mañana siguiente, “antes de que el gallo cante”,… otro le había ganado: el militar argentino habló con el ministro del Interior, Sabino Augusto Montanaro. Para la tarde, el local estaba cerrado. Un personal policial comunicó al dueño la clausura por teléfono. “Y con voz temblorosa, don Leoz le preguntó: ‘Cómo que está cerrado, ¿heladería o?’. Antes de terminar la frase, le respondió: ‘Como night club’”, evoca Ayala y estalla en carcajadas. El show iba a continuar… en otro lado.

Dicen que nada sucede por casualidad, y puede que sea verdad, porque una de esas noches, Luis Alberto Frutos, el hermano de Odón, había ido a verlos. “Era la mano derecha de la compañía Héctor de los Ríos y le dijo a Edda (de los Ríos): ‘No sabés lo que son juntos esos dos’”, cuenta.

La actriz había estado escribiendo en secreto un guión. Al concluirlo, citó al dúo y les leyó Qué hacemos esta noche. Ayala consideró la obra tan genial que le dijo: “Vos la escribiste”. Edda, entre risas, le respondió: “Sí, a vos no te puedo engañar”. Fue el comienzo de una saga, cuyo eje sería la crítica social. “La gente se reía de sí misma”, señala. Pero no tenían local. El Teatro Municipal estaba “vedado”. Luego de una intensa búsqueda, encontraron una pequeña sala en el Touring Club, con capacidad para 200 personas.

A fines del 75, del café concert, la carrera actoral de Ayala despegó con las alas de la compañía De los Ríos. “Estuvimos cerca de dos meses. Todas las noches la sala estaba repleta, y eso nos llenó de ánimo”. Terminada la temporada, Ayala viajó a España para trabajar en una agencia de publicidad. Y le fue tan bien que regresó con intenciones de llevar a su familia. Ya estaba casado con Nicole Dijkhuis. Pero lo convocaron para trabajar en Última Hora. Y se quedó.

Con su retorno a la compañía surgió La Farándula, en el Ferrocarril. “Era un lugar hermoso”. Allí representaron la segunda obra de Edda, Esta noche nos quedamos en casa. Las funciones para 350 personas se llenaron los seis meses que estuvieron en cartelera. “También empezamos a darle cabida a muchos elencos y autores; entre ellos, Alcibiades González Delvalle y Toni Carmona adaptaron Mascarada en río revuelto, o Volpone o el zorro, de Ben Jonson, con el grupo Aty Ñe’ẽ.

Estas “obras payasescas de comunistas” representadas “en un monumento nacional” molestaron al diario Patria, vocero del Partido Colorado. El medio comenzó una guerra campal contra ellos, atacándolos en su parte más débil. Empezó a atosigar al director del Ferrocarril, Ricardo Garay, para obligarlo a echarlos. Pero con lo que no contaba era que, durante su estadía en España, Ayala había coincidido con Mario Abdo Benítez, secretario privado del presidente Stroessner y se hicieron amigos. Entonces, recurrió a él.

Abdo Benítez llamó a Garay y le dijo que no se preocupara porque Álvaro Ayala era “estatuto”. “Era la primera vez en mi vida que escuchaba eso”, comenta. La Farándula siguió allí tres años más.

En 1980, Ayala estrenó La fiaca, con Mercedes Jané, Alejandro González y Clotilde Cabral, y comenzó a trabajar en el diario Hoy. Después, con Edda, hicieron A mitad de camino (Bájese del árbol, mi general), de Peter Ustinov. También trajeron compañías argentinas y a El Galpón, de Uruguay. “Llegamos a hacer tres funciones por día, hasta los lunes, de Lección de anatomía”. De España vino el actor Sancho Gracia, quien hizo lectura de poemas con Edda de los Ríos. “Una maravilla. Una época muy linda”, hasta que se quedó de nuevo sin teatro.

Entonces representaron La Farándula se muda. Y sí, comenzó su periplo por las parrilladas. Primero, fue El Bosque, de Chiquitín Maluff. La noche del estreno asistieron 1200 personas y mucha gente quedó afuera. “Fue un éxito total. Hasta que un día Maluf, desapareció con todo el dinero”. Se mudaron enfrente, a la Carreta, con el mismo espectáculo y éxito.

Continuaron en el Teatro de las Américas, del Centro Cultural Paraguayo Americano, con Nuestros años grises, de Alcibiades González Delvalle; y El año que viene a la misma hora, de Neil Simon; después, La cantante Calva, de Eugène Ionesco. Gracias a una idea de Edda de los Ríos, organizaron espectáculos al aire libre como La noche del bolero. De ahí a participar en festivales internacionales fue poco el trecho. “Llevamos Perfiles morenos, de Néstor Romero Valdovinos, a Oporto, Madrid, Buenos Aires y Montevideo”.

Cuando comenzó a conducir programas de tevé, la cantidad de horas que le tomaba grabar los sketches mataban su vicio de autor y actor. “Ya no tenía tiempo de ensayar con Edda”, revela. Pero en 1986 llegó Kabarret 1 con Perlita Fernández, en el teatro Latino. “Fueron seis meses de éxito. En 1989, condujo en tevé Fantástico matinal, junto con Pilar Cox, en canal 13. En mayo de ese año, estrenó Kabarret 2. “Nos fue mejor todavía; estuvimos ocho meses”. Fue tal el éxito que tuvieron que representar la última función en El Palacio de los Deportes ante 7500 personas. Y como no hay dos sin…tres, sí, hubo Kabarret 3.

Entre el 91 y 92 comenzó su programa de tevé La siesta inolvidable, que resultó ser, justamente, eso. “Terminaba exhausto”, confiesa. Los sketches que hacía con Bicho Aquino, especialmente, Los árabes son memorables.

¿Y ahora qué? lo volvió a juntar con Edda. Era la tercera obra de la saga que comenzó con Esta noche nos quedamos en casa. Trataba sobre las expectativas que se tenía antes de la caída de Stroessner y la desilusión al comprender que nada había cambiado con su salida. “Por primera vez, nos unimos Edda, Perlita, Bicho y yo, junto a Humberto Gulino y Myriam Sienra”.

En el 2008, con Play back llegó el stand up. Es un recorrido por nuestra historia a través de la música. Interpretado por Ayala, se inició con un rocanrol de Elvis Presley de 1954, año en que Stroessner llegó al poder, y culmina con “Hello, Lugo”. Actualmente, conduce AaxRadio al Cuadrado en radio Monumental.

Este 2015, 40 años después de su primera actuación en una heladería, fue convocado por Pablo Ardissone para uno de los personajes de Toc toc, en el Arlequín. “Acepté sin condiciones”, revela. La obra, nuevamente, fue un éxito. “Y justamente haciendo Toc toc, me quedé un rato en el escenario y pensé: ‘Estamos en el2015 y volví a las tablas después de unos cuantos años’. ¡40 años de teatro!”, exclama.

Mientras repasamos cuatro décadas de trayectoria a través de las fotografías, poco antes de partir, surge la pregunta casi obligada: ¿Galardones? “Nunca fui santo de devoción de la rosca que maneja los premios”. Contundente.

mpalacios@abc.com.py

Fotos ABC Color/Arsenio Acuña/Gentileza.

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