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Ya en las distintas culturas ancestrales las utilizaban como referencia para saber si llovería o no; con el tiempo, los estudios se fueron profundizando. En la actualidad existen dos ramas de la ciencia dedicadas a ellas: una para su observación y predicción meteorológica inmediata, y otra para la investigación microfísica.
El director de Meteorología e Hidrología, Julián Báez, explica que, en esencia, son minúsculas gotas de agua y se dividen en dos formas: altura y forma. A su vez, cada una tiene categorías: el primer grupo son las nubes bajas que van desde la superficie (la niebla es una forma de ellas) hasta los 3 km, las medias se ubican entre los 3 y 6 km del suelo, y todas las que superen esa distancia son altas.
En la división por formas, las cumuliformes son las que parecen pompitas de algodón o pelotitas y son las más frecuentes. Cuando vemos el cielo cubierto, a veces con huecos que dejan pasar apenas la luz del sol, estamos ante las estratiformes; “son las que parecen sábanas”, manifiesta el profesional. La tercera categoría es la de cirriformes, que son las de mayor altura, blancas y su aspecto es fibroso, como un plumero o cabellos muy finos.
A su vez, hay un tipo de nube que no entra en ningún tipo de categoría: cumulonimbus o cirrus. Su base es plana, pero al observarlas con perspectiva su formación es ascendente y rotatoria, de enormes dimensiones. Estas, según Báez, son las más peligrosas, porque generan lluvias fuertes, descargas eléctricas y tormentas.
Todo lo que pasa o va a pasar con el clima se puede leer a través de ellas. “Si no hay nubes, los rayos de sol llegan casi a pleno y la presión atmosférica es mayor. Asimismo, por el tipo de nube se puede saber si son capaces de crear lluvias o no, si van a ser intensas o pasajeras. Son parte fundamental en nuestro día a día”, añade.
Además, son las responsables de fenómenos clasificados en fotometeoros, como los arcoíris, halos solares y lunares, e iridiscencia, que fue lo que se vio en nuestro país la semana pasada. Báez explica que estas (ver fotografía de apertura) no son más que nubes –gotas de agua– cristalizadas que, al entrar en contacto con los rayos del sol, reflejan estos colores en forma plana y permanecen por un tiempo considerable. Otro tipo de fenómeno son los meteoros; aquí entran las lluvias, descargas eléctricas, granizos, nieve, tornados y huracanes.
Aunque Báez asegura que a través del tiempo “no han cambiado y es muy difícil que cambien de aquí a muchos años”, existe una iniciativa de la Organización Meteorológica Mundial de impulsar la revaloración de las nubes por ser indispensables para el tiempo, clima y agua, y cuál es el impacto del cambio climático en ellas.
Concurso
“Entendiendo las nubes” es el lema del Día Meteorológico Mundial, que se celebró el pasado jueves 23, y es el nombre que recibe el concurso de fotografía, video y pintura que realizará la Fundación Paraguaya junto con la Dirección Nacional de Meteorología, con apoyo de las Naciones Unidas. Ricardo Candia Estragó, organizador de la competencia, indica que muy pronto se dará a conocer el pliego de bases y condiciones para los participantes, así como los premios que preparan.
Esto es con la intención de que el Paraguay cuente con su propio catálogo de nubes en un futuro próximo, pero también celebrar su belleza estética, ya que durante toda la historia han sido fuente de inspiración para artistas visuales, plásticos y músicos.
mbareiro@abc.com.py
Fotos ABC Color/Marta Escurra/Juan Carlos Meza/Fotociclo.