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Nos encanta. Nos enorgullece la mentira. ¿Por qué decimos esto? Porque nos regocijamos ante cualquier falsedad que aparece. En estos días estamos babeando porque “por primera vez en la historia” se están ensamblando vehículos en nuestro país. Y eso es… mentira.
Una laaarga historia
Antes de salir a la venta los vehículos que en estos días acaparan la atención, mucha agua ya corrió bajo el puente, con mayor o menor ruido. Un antecedente medianamente cercano son las motocicletas y motocarros que hoy inundan las calles de las ciudades.
Algunas de estas plantas también ensamblan camiones, como la inaugurada en el 2013 por la firma AM Reguera, que también, desde hace varios años, ensambla biciclos. Ese mismo año se presentó el primer automóvil Fusca, de propulsión eléctrica, desarrollado en el país. Yendo más lejos, podemos mencionar que en 1980 se inauguró, en la ciudad de Pilar, la fábrica Ciclomecánica Pilar, que además de fabricar bicicletas de la marca Milano, ensamblaba motocicletas Suzuki y Cagiva.
Autos y camionetas
Allá por 1976, la firma Acisa (Automotores Comercial e Industrial SA), propiedad del recientemente fallecido Antonio Rodolfo Zuccolillo, representante en el país de los vehículos fabricados por la General Motor (GM) Corporation, ensambló en su planta industrial del km 16 de la ruta 2, aledaña al entonces autódromo Aratirí, algunos cientos de camionetas con partes fabricadas por las marcas de la GM y a las que se les dio el nombre de Mitaí: motores y chasís Vauxhall y Bedford, cubiertas Goodyear y cabinas de producción nacional. Aún hoy, 40 años después, algunos Mitaí siguen circulando con sus provectos carruajes las calles de nuestras ciudades.
Era un vehículo del que, precisamente, no podía decirse que era el summum del diseño automotriz. Era feo, pero simpático y querible.
Un antecesor del Mitaí, como vehículo ensamblado en el Paraguay, fue el Alfa Romeo de la empresa Iapsa (Industria Automovilística Paraguaya SA), de don José Vianini. Algunos de los modelos ensamblados por dicha fábrica fueron Giulia y GT.
Vianini —de nacionalidad italiana— se inició en la firma Alfa Romeo y llegó a ser agente oficial de la firma en Turín. Conoció la prisión en la posguerra y, luego, emigró a la Argentina, para dedicarse a la importación de maquinarias y herramientas.
Ingresó como socio minoritario de Industrias Kaiser Argentina. Posteriormente, se convirtió en importador oficial de automóviles Alfa Romeo, motocicletas Guzzi y Aemarchi, a través de Vianini Argentina.
A fines de 1966, Alfa Romeo dejó de operar en la Argentina y la firma Vianini pasó al Paraguay, donde fundó la empresa Iapsa, con una fábrica en Luque. Poco después, esta dejó de operar y cerró por cuestiones poco claras. El señor Vianini falleció en Buenos Aires, en 1974.
En la Guerra del Chaco
Haciendo retrospectiva, durante la Guerra del Chaco, además de los requisados, se importaron cientos de chasís motorizados de las marcas Chevrolet, Ford e International para el Ejército en campaña. A estos fueron ensambladas carrocerías fabricadas por firmas como los talleres Arestivo, Cusmanich, Caló, Mayor y Sapucai.
También, a estos camioncitos o automóviles fue ensamblado material rodante ferroviario —las célebres autovías— para transitar por las vías del ferrocarril Casado y otras tanineras del Chaco.
En la posguerra y ya durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, muchos recurrieron a la transformación de sus vehículos para hacerlos andar a gasógeno, producido por leña o carbón vegetal.
Como muestra de la inventiva del paraguayo y una manera de enfrentar la crisis petrolífera de principios de la década de 1970, los hermanos sanlorenzanos Eladio y Raúl Elizalde, de Tayasuapé, modificaron el sistema de alimentación de combustible de un Ford Fairlane, modelo 1960, y crearon —al menos, en nuestro país— el primer automóvil movido a gas licuado de petróleo.
Aviones made in Paraguay
Luego de la experiencia de Paillette y Pettirossi, muchos otros aparecieron entusiasmados con la idea de volar. Uno de ellos fue José del Pilar Ávalos, un carapegüeño de profesión mecánico, docente y presidente del concejo municipal de Paraguarí.
En su afán de construir un avión, perdió sus ahorros acumulados en años de trabajo. Tal vez de haber tenido algún apoyo —de algún mecenas u organismo estatal— podría haber hecho algo, como lograr volar en su propio aparato de aviación. Falleció durante la Guerra del Chaco.
Otro ensamblador de aviones fue el piloto Francisco Cusmanich, quien se ofreció a volar en filas gubernistas durante la Revolución de 1922. Con su colega inglés Stewart trajeron sus respectivos aviones en barco; en Asunción, los transportaron en tren hasta Campo Grande, donde se improvisó una pista y un hangar, y allí ensamblaron sus aviones.
Pero quienes cumplieron el sueño del carapegüeño Ávalos fueron los señores Walter Fagúndez y José Repka Kusy —el del museo al aire libre de la autopista al aeropuerto—. Fagúndez fue el técnico, estructuralista y diseñador; Repka, piloto y copropietario con el primero de la empresa Aerotalleres Guaraní. Juntos construyeron el primer avión de fabricación paraguaya, en 1981. Aparato que aún vuela y puede verse en el aeroclub de San Bernardino.
En cuanto a navegación fluvial, la lista es larga, tan larga que sería un despropósito decir que por primera vez se construyen barcos en el Paraguay.
Por Luis Verón surucua@abc.com.py • Fotos ABC Color/Gustavo Báez/Archivo.