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Una muestra de dibujos, pinturas y grabados realizados por el artista Nelson Martinesi se exhibe a partir del 5 de setiembre a las 19:30 hasta fin de mes, en la Casa Castelví del Centro Cultural de la Ciudad “Carlos Colombino”, de Asunción. “Una nueva exposición, después de mis eternos viajes entre Brasil y Paraguay, tras 30 años de trabajos constantes en el arte”, refiere Martinesi.
Sus primeros escarceos con la pintura fueron en el preescolar cuando su madre le regaló materiales para pintar. A los 12 años ya le pidió que le compre las pinturas y un bastidor. Luego fue a la Escuela de Bellas Artes.
“Comencé a pintar con el profesor Viedma y luego fui a los talleres de Libio Abramo a la noche. También estudié arquitectura hasta el cuarto curso y luego le dije a mi madre que tomaría un año sabático, pero no volví más”.
Martinesi siempre tuvo claro que su madre quería que fuera pianista. Y estudió piano, “pero no era lo suyo”. A él le gustaba dibujar. Y eso lo descubrió desde la escuela porque tardaba más tiempo dibujando que escribiendo las tareas. “Me gustaban más los colores. Leía muchos libros y revistas de historietas, desde Mafalda hasta El Tony. Y entonces comencé a dibujar los personajes, como el Pato Donald, Mickey o lo que sea. Una cuestión pop. Mi gusto tanto en arte como en música es pop”.
Cuenta que en los años 80 se formó el grupo de Pro Rock Ensamble. "Y yo estaba en esos movimientos con artistas como Roberto Thompson y otra gente del inicio que hizo parte de mi generación a la que justamente vengo a recordar ahora con estos 30 años de trabajo”.
Esa fue una década muy difícil en el Paraguay. Para la dictadura, los artistas no eran bien vistos. “Al mismo tiempo, no te daban mucha importancia. No estabas en el esquema. Pero mucha gente trabajaba también de 'los vagos'; de estos salieron muchas cosas”.
En esa época ganó varios premios, como el Benson para artistas jóvenes, y en la Bienal Martel dos veces, así como menciones en otros concursos. Pero se fue del país por consejo de Abramo, para no ir preso igual que sus otros amigos.
Estaba en movimientos universitarios y el ambiente era peligroso. En la facultad había policías. “Y yo siempre tuve un espíritu justiciero, no rebelde. No me gusta la rebeldía por la rebeldía. Me gusta más la justicia que la rebeldía, a la cual no le veo mucho sentido”.
Vivir fuera del Paraguay le vino bien, aunque nunca lo dejó del todo. “Una cosa es irse; otra dejar. Todos los años venía a visitar a mis amigos, a realizar exposiciones, pintar, trabajar en publicidad, teatro u otras actividades vinculadas con el arte”.
Parafraseando a Picasso afirma que los pintores venden lo que pintan; los artistas pintan lo que venden. “Me considero un artista y mi pintura es el resultado de mis búsquedas estéticas. No puedo calificar mi pintura con un estilo. Es mi marca personal. Cualquier persona que me conoce vincula mi nombre con la pintura”.
Comenta que permanentemente reinventa el mercado del arte, porque nadie tiene necesidad de comprar pintura, “pero un pintor que se destaca, vende”. Piensa que no todos los pintores pueden llegar a ser artistas, pero algunos desenvuelven esa capacidad. “La palabra artista define la cosa”.
Según Martinesi, el artista es como un poeta que interpreta la vida, sus emociones, su sentir paraguayo o del mundo. “Eso es lo que yo permanentemente retomo, porque a veces uno se olvida. Uno quiere ser pintor nomás para que su cuadro se venda, pero el artista tiene que retomar en todo momento su vena, su sangre; el arte pulsa en las personas; tampoco creo en el artista que vive todo el día criticando a la sociedad.
Confiesa que para esta exposición pintó y realizó grabados en Brasil y también aquí. El año pasado se quedó por cinco meses en Casa Amarilla, Areguá; este año también. Los grabados son mitad brasileros, mitad paraguayos. “Algunas pinturas que hice en Brasil las traje; traslado muchas cosas siempre y para mí esa es una de las riquezas que yo genero, porque los artistas antes que generar pintura generan riqueza”.
Revela que su exposición se denomina Setiembre porque es un mes muy poético y en él están todas las estaciones, todos los colores. Por ello, una parte de su exposición, una suite, se llama “Los colores de setiembre”. “Entonces yo rescato muchas cosas del color local paraguayo. Aquí tenemos nuestro microclima y nuestras flores; por ejemplo, el lapacho me gusta muchísimo. Tengo dos obras sobre el lapacho; uno amarillo y uno rosado”.
Entonces, utiliza ese pretexto para sus grabados y los presenta unas veces de forma muy abstracta, y otras muy figurativa. Setiembre se trata de eso: de todos los temperamentos, temperaturas y colores. Destaca que su arte es expresión y comunicación. “Tengo que comunicarme con el público porque si me expreso solamente y el público no interpreta, no hay comunicación, entonces intento disminuir la distancia entre el público y mi obra, que se acerque a la sociedad, a intelectuales y estudiantes de arte”.
Sostiene que como el Paraguay está también en la globalización cada vez hay más gente a la que le interesa el arte, muy al contrario de los 80. “Entonces, vivo esa transición, que es pasar de una situación en la que el artista era visto de una manera compleja, a la época contemporánea en que ya es bien visto y se lo considera un generador de riquezas”.
Respecto a la muestra, expresa que quiere mostrar nuevas direcciones para que sirvan para próximas exposiciones. Ya no cree en el artista que busca la fama, sino en el que busca el arte, que trabaja para eso; el arte por la estética, no por interés político o social. “También pasé por varios momentos; me interesó aparecer socialmente. Hoy lo que deseo es que el arte sea valorizado, que el Paraguay reconozca a sus valores artísticos como una cuestión identitaria paraguaya, porque muchos artistas están en el exterior, ya que nuestro país es un lugar muy árido para las artes; hay millares de artistas que tienen valor, pero aquí la sociedad no reconoce eso”.
Expresa que en el fondo es un problema político y que a lo que se debería aportar es al arte, a los artistas y no los políticos de segunda. “Se va mucho dinero detrás de eso para nada y a los artistas, gente que merece, no tiene nada o muy poco, y yo estoy muy preocupado por las políticas públicas respecto al arte, porque cada vez estamos más elitizados; no hay tolerancia”.
Señala que su misión como artista es decir verdades respecto a la sociedad; duelan o no. Eso es lo que lo mueve a hacer esta exposición, seguir trabajando y teniendo fe en el arte, que siempre va a ser una actividad interesante porque las personas nunca se van a cansar de admirar al que se dedica a esto. “En el mundo hay cada vez más arte porque la tecnología permite la divulgación de las ideas y el arte es infinito”.
Finalmente, exhorta a que la gente incorpore en su actividad ir a galerías y museos. “Nuestra gente tiene mucho valor intrínseco que todavía el Paraguay tiene que descubrir”.
mpalacios@abc.com.py