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André Maurois
(1885-1967) Novelista y ensayista francés.
“El arte de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza”.
Charles Chaplin
(1889-1977) Actor y director británico.
“El tiempo es el mejor autor: siempre encuentra un final perfecto”.
Napoleón Bonaparte
(1769-1821) Emperador francés.
“Hay ladrones a los que no se castiga, pero que roban lo más preciado: el tiempo”.
Albert Einstein
(1879-1955) Científico alemán nacionalizado estadounidense.
“No pienso nunca en el futuro, porque llega muy pronto”.
Una idea dominguera
El nombre “domingo” proviene del latín dies Dominicus (día del Señor), porque era cuando los cristianos celebraban la Resurrección de Jesús. Pero en los albores del cristianismo se consideraba la primera jornada de la semana y no la séptima: el día bíblico de descanso seguía siendo el sábado, igual que para los judíos. Según el Nuevo Testamento, los apóstoles se reunían los domingos para la partición del pan, pero ello no significaba que el sabbat (en hebreo significa “descanso”) hubiera perdido su lugar como día de reposo obligado. Por otra parte, en la Antigua Roma llamaban a este día dies Solis (día del Sol; de ahí el sunday inglés o el sonntag alemán), pues estaba dedicado a la divinidad pagana denominada Sol Invictus, muy importante en el culto imperial. Fue el emperador romano Constantino I el Grande quien fusionó ambas tradiciones en una sola. Así, el mismo César, quien había legalizado la religión cristiana por el Edicto de Milán en el año 313 –y que más tarde fundaría Constantinopla como capital romana de Oriente y sería santificado–, decretó el 7 de marzo de 321 que el todavía llamado dies Solis sería observado como de asueto civil obligatorio.
No obstante, la confirmación “oficial” de este cambio por parte de la Iglesia católica tardaría en llegar más de mil años. Fue en el Concilio de Trento, celebrado en el siglo XVI: “Complace a la Iglesia de Dios que la celebración religiosa del día sabbat se debe transferir al día del Señor: el domingo”. A consecuencia de ello, en casi todos los países de tradición cristiana quedaron prohibidos los trabajos manuales, el comercio y el baile los domingos. Se hacían excepciones en casos de trabajos urgentes o para ciertas corporaciones gremiales. Finalmente, tras la Revolución francesa (1789), el descanso del domingo fue asimilado en el derecho laboral y, en la actualidad, está admitido en casi todas las legislaciones. Según Benedicto XVI, “el sábado, séptimo día de la semana, fue sustituido como día de descanso, porque durante el domingo, el primer día de la semana, Jesús resucitó y se reunió con sus discípulos”.
(*) Fuentes: https://www.muyhistoria.es - http://w2.vatican.va - http://proverbia.net
Recopilación: mpalacios@abc.com.py