Miranda! trae una fiesta pop donde también cabe la vulnerabilidad

El próximo 30 de agosto, Miranda! se presentará en el Puerto de Asunción, en un show que promete ser una verdadera fiesta pop. Antes de subir al escenario paraguayo, Ale Sergi —quien junto a Juliana Gattas da vida al dúo— conversó con nosotros sobre el nuevo disco, las contradicciones emocionales que atraviesan sus canciones y los desafíos de hacer arte en una sociedad cada vez más vertiginosa.

Miranda!
Miranda!Gentileza

En tiempos donde la música se consume como un suspiro, Miranda! sigue apostando a una narrativa integral, que no solo se escucha, sino que se vive: en los colores, los videoclips, el juego teatral y la nostalgia sonora.

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El dúo argentino, formado por Ale Sergi y Juliana Gattas, prepara su regreso a Paraguay con la promesa de un espectáculo brillante, pero también con una nueva obra bajo el brazo: “Nuevo Hotel Miranda!”, un disco de sonidos expansivos que coquetea con el synth pop, el eurodance, el pop más sentimental y los guiños al rock americano de los 80.

Pero detrás del brillo pop que caracteriza al proyecto, hay un subtexto emocional que no pasa desapercibido. En muchas de sus canciones recientes, Miranda! se anima a hablar del aislamiento social, de la frustración que supone intentar conectar con otros en un mundo cada vez más individualista, de rupturas que no gritan, sino que aceptan. Todo esto envuelto, claro, en melodías casi felices, como si la contradicción emocional fuera parte esencial del discurso.

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“Lo nuestro es abrazar lo patéticos y ridículos que podemos ser en más de una ocasión, y verlo como una virtud, no como un defecto”, dice Ale Sergi, en esta charla donde la conversación se desliza de lo musical a lo existencial. Porque además de hablar del nuevo álbum —que incluye varias colaboraciones con artistas como Conociendo Rusia, Tini, Leo Rizzi, Nicki Nicole, Vicentico, Kenia Os, Ana Mena, Fito Páez, Young Cister y Abraham Mateo, que enriquecen el sonido del grupo y expanden sus fronteras creativas—, el artista se presta a pensar en voz alta sobre las redes sociales, la madurez emocional, su crecimiento en el medio artístico y el rol del pop como espejo emocional.

A lo largo de la entrevista, emergen temas que pocas veces ocupan espacio en los titulares musicales: el desafío de crear en una era hiperconectada, la tensión entre lo íntimo y lo público, y el poder del arte para decir lo que a veces, en el día a día da miedo nombrar. Y como siempre, con Miranda!, también aparece el componente visual: ese universo tan reconocible que habita entre el surrealismo, el pop art, los íconos queer y una estética cinematográfica que por momentos remite al cine de horror de décadas pasadas.

En definitiva, Miranda! sigue siendo pop, pero no por eso superficial. Su arte esconde capas, ironía, sensibilidad y una visión del mundo que invita, más que nunca, a escuchar con atención.

-Vuelven a Paraguay, que nos alegra un montón, que es un país donde el amor, yo siento, se fue consolidando. ¿Cómo se resignifica para un artista el hecho de volver una y otra vez a un país?

-A mí me gusta porque uno va sintiendo cómo el público va creciendo y evolucionando a la par de uno. Yo siento que, como fanático, muchos artistas me acompañan en mi crecimiento personal, pero también, como artista, pienso que el público me acompaña a mí.

De alguna manera, siempre vuelvo y me acuerdo de alguna cara de alguien de la vez anterior, o me sorprendo con gente más joven o de otras edades que no venían antes y que ahora se suman. La verdad que a nosotros nos encanta; nos da mucho orgullo hacer canciones desde aquí mismo, desde donde estoy hablándote, y con eso poder viajar por tantos lugares y que haya gente que las aprecie y las valore. Es una alegría muy grande, y el momento del concierto es cuando ese amor recíproco se retroalimenta.

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-Hay un nuevo disco que es una celebración del pop en todas sus formas, como siempre. Yo percibo en cada canción, en cada nuevo disco, una madurez emocional cada vez mayor. No sé si para ustedes es importante que haya un equilibrio entre una fiesta sonora y una profundidad lírica, o si las letras decantan por lo que están viviendo en ese momento.

-La realidad es que nosotros le damos valor a las letras. No te diría que nuestra música se basa más en la lírica que en la música; a lo que le ponemos más empeño es a la sonoridad en general de todo, de la palabra junto con la melodía.

Lo que pasa es que no queremos cantar cosas que no nos representen o que no digan mucho, solo por el hecho de que suenen bien. Tratamos de darle una vuelta a todo para que sea más interesante para nosotros. Ni siquiera sé cómo lo tomará la gente, pero queremos cantar cosas a las que, por lo menos, les encontremos sentido.

Nos basamos en nuestras propias experiencias y en lo que vemos a nuestro alrededor. Creo que la madurez emocional en nuestras canciones se debe a que ya llevamos 25 años tocando. Hay cosas que sentíamos hace dos décadas que ya no las experimentamos de la misma manera o que las entendemos de otra forma.

A mí me gusta poder plasmar eso en las letras, porque es una forma de compartir un sentimiento profundo. Siento que, en esencia, escribimos la misma canción, pero va evolucionando con nosotros.

No creo que hayamos cambiado el foco de lo que cantamos, pero sí es cierto que situaciones que antes vivíamos con desesperación, ahora las tomamos con más calma. Es algo lógico que se adapta a lo que somos ahora. No vamos a cantar como si tuviéramos 20 años; hay cosas que ya entendemos de otra forma, sin desmerecer los sentimientos de nadie. Al contrario, los entendemos desde otro lugar.

-Claro. Y algo que me gusta mucho de Miranda!, que yo encuentro una dualidad: letras que hablan de tristeza, soledad y ruptura, pero que están envueltas en melodías súper brillantes, up-tempo, todo eufórico. Y uno está ahí bailando, pero cantando sobre algo súper triste. No sé si para ustedes empezó como un mecanismo de defensa artístico, o es también un reflejo de cómo procesamos los humanos el dolor en el día a día.

-La realidad es que fuimos encontrando nuestra propia voz. Sentíamos que cantar sobre nuestros lujos, aventuras sexuales o poder económico, o sobre nuestra habilidad para cualquier cosa, no nos quedaba. No sé cómo decirlo, pero a veces hay canciones que se cantan “haciéndose el canchero”, fanfarroneando sobre los logros o la apariencia. A algunos les queda bárbaro, pero no es lo nuestro.

Lo nuestro es abrazar lo patéticos y ridículos que podemos ser en más de una ocasión, y verlo como una virtud, no como un defecto. Me parece que va por ese lado. Ahí encontramos una voz que nos representaba y que terminó conectando con un montón de gente, porque tampoco somos tan únicos. En el mundo somos un montón de personas y nos parecemos bastante; a todos nos pasa. Es imposible sentirse el “campeón del mundo” todo el tiempo, así que hay momentos y momentos.

Para nosotros, esto resulta más natural y convincente. Además, te quitas el problema de encima al compartirlo; escribirlo es como una terapia.

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-Y no sé si sienten que el pop tiene una capacidad especial para procesar eso emocional sin caer de repente en la solemnidad.

-Sí, aunque también creo que puede haber pop solemne; de hecho, sucede. Pero la solemnidad tampoco es algo que nos quede bien, porque somos un poco tontos en ese sentido. Nos reímos de la solemnidad a veces, así que lo manejamos de otra manera. Nos resulta natural.

Claro, tratamos de escribir como somos. En el fondo, es así. Intentamos estar relajados con ciertas cosas y no nos preocupamos por proyectar una imagen de poder o algo parecido. Nos encanta entretener a la gente y cantar nuestras canciones. Nos gusta crear personajes que uno no se cruza en la calle, pero eso no significa que no seamos personas que salimos a la calle y vivimos las mismas cosas que todos.

-Y eso que decís... pienso que ha pasado desde hace un montón, con David Bowie creando todos estos personajes tan locos. Creo que hoy en día lo vemos más porque hay hiperconexión, y está bueno que todo el mundo pueda sentirse representado con lo que haya arriba de un escenario.

-Siento que hay distintas maneras de hacerlo. Hay artistas que se muestran lo más parecido posible a su público y logran la conexión de esa forma. Y hay otros que crean una fantasía y así también consiguen conectar. Nosotros fuimos más influenciados por esta segunda tendencia, como decís vos: Bowie, Prince, Madonna, Lady Gaga... artistas que juegan mucho con su imagen y con la fantasía.

De todas formas, todos ellos, si bien muestran esa fantasía, también se han dejado ver vulnerables y humanos. Es simplemente una actuación, y es una actuación para despertar un poco la emoción y para conectar con la gente desde otro lugar. Eso es lo que a nosotros nos gusta y lo que hacemos. Es porque, como decís, seguimos esa tradición y somos fanáticos de eso.

-Pienso también un poco en eso de conectar, porque leo que hay canciones que ya salieron donde se reflexiona sobre lo difícil que es conectar. Es como algo incoherente en esta época de “hiperconectividad”. ¿Sentís que el mundo está más solo que antes?

-Sí, podría ser. Me cuesta un poco verlo, porque creo que hay varias cosas de la conectividad a través de la web que a mí se me escapan. No estoy todo el tiempo inmerso en eso, y tal vez haya todo un mundo que no conozco.

Sin embargo, sí podría ser que sea más fácil quedarse solo. Aunque, tal vez, para otros sea una compañía estar chateando todo el día con una o varias personas. Eso no lo sé, yo no lo vivo de esa manera porque no crecí así. Estoy acostumbrado a que, para no estar solo, tengo que estar con alguien en la misma habitación, compartir con gente y salir de noche.

Pero quizás hay quienes se pasan una noche jugando un juego en línea con gente conectada de diferentes partes del mundo y no se sienten solos. Lo que sí es que, si les agarra la depresión y apagan la computadora, es más difícil que alguien los busque. Cuando a mí me pasaba de chico, siempre venía un amigo a golpearme la puerta. No sé si eso pasaría ahora, porque quizás tus amigos están en la otra punta del mundo y no te van a venir a buscar.

Eso es lo que podría pasar, pero no podría afirmar que el mundo esté más solo. Como le digo, yo ya soy más grande, pero en la adolescencia cada uno tiene su propia vivencia. No sé exactamente qué hace un chico de 15 años hoy en día; tal vez esté en mucho más contacto con gente de lo que yo estuve.

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-Y uno busca sus formas, veo que ahora en Instagram por ejemplo han explotado sus videos, hablándonos de música, enseñándonos un montón y contándonos cosas. Y todo el mundo dice: “Ah, la faceta influencer de Ale".

-(Risas). Bueno, tampoco es que lo sepa todo. Busco los datos, me hago un resumen. No es que me sepa todo de memoria. La verdad, surgió por lo mismo que hablábamos hace un rato. Antes de Hotel Miranda!, yo me había cerrado la cuenta de Instagram. La volví a abrir de cero para ese disco, porque quería escribirle a los artistas más jóvenes y no tenía cómo. Me la volví a abrir solo para eso.

Una vez que la abrí, empecé a pensar qué podía subir. Me sentía un poco tonto subiendo fotos de “acá viajando”, “acá comiendo”, no me salía. Entonces pensé: “Soy coleccionista de discos desde hace mucho tiempo. ¿Por qué no compartir mi colección?”. Ni siquiera lo considero como recomendaciones, es simplemente mostrar el disco que tengo. Si Instagram me dejara, pondría el disco solo y no diría ni una palabra. Pero como no se puede, algo tengo que decir. Así que busco datos del disco, los cuento un poco y lo muestro. Es eso, una pretensión bastante pequeña, pero a la gente le gustó.

-Quería saber un poco si, dentro de estas cosas que uno va aprendiendo también todo el tiempo con estos procesos —como hacer videos, grabar un disco o colaborar con artistas quizás por primera vez—, si hay cosas puntuales que has descubierto en vos mismo o en los demás en todo este nuevo proceso.

-Aprendí muchísimo trabajando con artistas más nuevos, porque tienen una manera distinta de acercarse a la música. Crecieron con herramientas que nosotros no teníamos. Después, otra sorpresa es la relación con Juliana, que se sigue manteniendo hasta el día de hoy. Hemos pasado por millones de etapas, pero siempre hemos abrazado el proyecto con mucho amor y orgullo. Aunque parezca natural, yo lo agradezco todos los días, porque no es tan usual que suceda. Aprendimos a escucharnos y a no aturdirnos, y así es como lo llevamos. Eso es un gran aprendizaje.

Por eso, también es bueno juntarse con otros artistas, porque uno se pone a sí mismo en perspectiva al estar con alguien que está en un estadio diferente de su carrera. Fue muy enriquecedor en todos los aspectos: en lo personal, por esto que te digo, y en lo técnico, por compartir sesiones y ver hasta qué plugin usa Tini para sus voces. Yo me lo aprendí y me sirve, porque me encanta cómo suena su voz, y ahora sé qué usa (risas).

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-Claro, también es muy divertido, es esa forma de atravesar la vida encontrando estas cosas que nos gustan. Bueno, debo cerrar así que te agradezco un montón por tu tiempo y nos vemos en Paraguay.

-Totalmente.Bueno, un beso grande. ¡Nos vemos pronto entonces! Muchas gracias.

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