Las pequeñas historias en la vida de cada uno

José Daniel Nasta acaba de reunir muchas “pequeñas historias que hacen grande la vida” y que son un deleite de lectura. A través de sus relatos, anécdotas y referencias, uno se ve reflejado a sí mismo en cuanto a vivencias, costumbres y épocas pasadas. Una verdadera joya bibliográfica que no hay que perderse. Para no spoiler van apenas algunas de las preguntas que motivan hurgar en sus páginas.

José Daniel Nasta acaba de presentar su libro "Pequeñas Historias que hacen grande la vida".
José Daniel Nasta acaba de presentar su libro "Pequeñas Historias que hacen grande la vida".Fernando Romero 24-06-25 Revista

A medida que uno lee cada página surgen más preguntas y más ideas y más recuerdos. Cada párrafo atrae gratos momentos –o no tanto– de alguna etapa de la vida. Una obra que multiplica sus páginas y relatos a medida de cuánta gente las vayan leyendo.

–¿Son 15 libros ya, pero cómo surgió la idea de esta obra tan ingeniosa?

–La vida es siempre vivencias y reflexiones. Cuando empecé el proyecto, el título que decidimos como guía de trabajo era “Como Somos”, porque cada historia es un reflejo de como son las personas. A medida que fui avanzando con mi equipo editorial de trabajo, sentimos que el libro necesitaba una dimensión adicional y ahí surge el título Pequeñas historias que hacen grande la vida.

Portada del Libro de José Daniel Nasta.
Portada del Libro de José Daniel Nasta.

–¿Tanto influyó en vos y tu hermano aquella responsabilidad de niño en la ferretería de tu padre? Hoy los niños ya no hacen eso. ¿Cómo lo ves?

–Mi padre fue una persona que nos estimuló a crecer.

Sus orígenes humildes de inmigrante sirio estuvieron siempre muy presentes. Quizás hoy los niños hacen otras cosas, pero todo surge de ambos padres que transmiten sus propias visiones y educaciones. Y deciden cómo estimular y educar a sus hijos.

–Es muy común aún que las mujeres elijan María para sus hijas, encomendando el embarazo a la Virgen...

–María es el nombre femenino más popular en todo el mundo. Y algo conozco sobre el tema de los nombres.

–Esa parte que hablas del profesionalismo y la amistad es muy aleccionadora. ¿Cómo lo ves en nuestro país?

–Creo que Paraguay tiene muchos valores y la sociedad no siempre toma la suficiente distancia para evaluarlos en su justa dimensión. Pero también, siempre digo: solo el profesionalismo y el respeto que este genera lleva a la amistad. La fórmula contraria no puede sustentarse por mucho tiempo porque los errores profesionales solo pueden ser disimulados por un corto tiempo desde la amistad.

José Daniel Nasta muestra su libro junto a una de las sillas de su colección.
José Daniel Nasta muestra su libro junto a una de las sillas de su colección.

–¿Qué significa para vos haber vivido siempre en el centro de Asunción? ¿Cuál fue la mejor década o etapa?

–Creo que la ciudad crece como nosotros los seres humanos: y hay que aceptar que hay un tiempo para todo y para todos. Yo prefiero no volver atrás porque es un camino sin sentido. El futuro está frente a nosotros y no espera.

–Me interesa mucho la Asunción de la década del setenta. ¿Pero cómo la separamos de la década del sesenta? ¿Cuál es la línea que las demarca y diferencia?

–Mi memoria me trae que la década del setenta marca el cambio de la ciudad horizontal a la ciudad vertical de los edificios en altura y de una nueva dimensión de habitabilidad. Y también la creación del sistema financiero de viviendas permitió un desarrollo inmobiliario importante y significativo.

–¿Cuándo se acabaron las siestas?

–Mucha gente nunca hizo siestas: preguntá a los bancarios. Pero la institución de la siesta comenzó a hacerse menos presente a partir de la década del 70, donde el movimiento empresarial desde el gran estímulo de Itaipú fue fundamental para nuestro desarrollo; los ritmos comerciales se instalaron con mucho dinamismo y nadie se permitía bajar la intensidad de sus tareas.

La colección Nasta se compone de valiosas obras de arte y artículos decorativos.
La colección Nasta se compone de valiosas obras de arte y artículos decorativos.

–¿Esos constantes viajes a París... salías del viejo aeropuerto, el anterior al Silvio Pettirossi?, ¿qué peculiaridad recordás?

–El viejo aeropuerto permitía que caminando por la pista llegaras al avión y subieras las escaleras instaladas directo al interior de la aeronave. O en las llegadas, tus seres queridos se acercaban y estaban frente a las escalerillas para darte la bienvenida. Hoy tendría una connotación muy folclórica, por cierto. Pero así vivíamos y esta era la sociedad que nos cobijaba.

–¿El queso Paraguay es mejor que cualquier queso francés? ¿O cómo era la idea?

–Con todo respeto, el queso Paraguay es el queso Paraguay; pero la calidad de los quesos franceses no tiene punto de comparación. En Francia hay más de 350 variedades que mis viajes a París me permitieron ir descubriendo. Disfrutar una buena degustación de variedad de quesos es un orgasmo (perdón por esta palabra, pero no se me ocurre otra) de las papilas gustativas. Pero habiendo dicho esto, la producción de quesos que se hace hoy en Paraguay, de acuerdo con los propios productores, es excelente; porque al producirse localmente con leche sin pasteurizar retrotrae a los sabores originales que ahora, por producirse con leche pasteurizada, perdió fuerza ese sabor europeo original.

Otra de las curiosas sillas de la colección Nasta.
Otra de las curiosas sillas de la colección Nasta.

–Solo en París te puede sacar una foto el Primer Ministro de Finlandia sin que te des cuenta quién es.... Pero también en una comisaría de aquí podés encontrar a una persona que admirás (Juan Alba, autor de la letra Himno del Inter).

–Lo del Primer Ministro es una hermosa historia que muestra lo que es salir al mundo y descubrirlo. Y lo local, es también cargado de significación porque el Himno del Inter, mi colegio, siempre provoca a todos, alumnos y exalumnos, una sensación emocional muy fuerte.

–¿Cómo describís hoy ese riacho que llevaba del Puerto de Asunción a Clorinda?

–En la infancia todo te parece grande: gigantesco; y a medida que uno crece se da cuenta de la dimensión exacta de las cosas. Mi papá siempre contaba que de su niñez recordaba el árbol gigantesco que había en la plaza de su pueblo en Siria. Cuando regresó 50 años más tarde descubrió que era un árbol pequeño. Lo mismo me sucede con el riacho de Clorinda.

–¿Cómo surgió la idea de coleccionar sillas? ¿Cuál fue la primera? ¿Y cuántas ya suman actualmente?

–La silla tiene una historia muy interesante que podría contarla en otra ocasión. Pero lo que realmente me fascinó siempre es cómo sillas diseñadas en los comienzos del siglo XX continúan teniendo una vigencia estética que me hace admirarlas una y otra vez y fueron parte de mi aprendizaje en los viajes. Es lo que defino como diseño atemporal, porque siempre están vigentes y actualizadas: sillas de Eames, de Le Corbusier, de Mc Intosh, de Rietveld, solo por nombrar algunas.

La Colección Nasta de Arte Moderno y Contemporáneo tiene más de 7.500 pinturas y aproximadamente 250 sillas. Hay sillas icónicas que siempre merecen una explicación. Tengo un sillón egipcio del siglo XVII, regalo de la exembajadora italiana Antonella Cavallari y su marido Gherardo; tengo sillas de Gaudí que traje de Barcelona; un sillón que perteneció a Bernardino Caballero, entre otros. ¿Cuál es mi preferida? Esta pregunta nunca se le puede hacer a un coleccionista porque todos respondemos siempre: la última pieza adquirida.

El padre Francisco de Paula Oliva, en 1968, aparece sentado (segundo derecha) al lado de José Daniel Nasta (centro parado) durante la inauguración de la sede de la publicitaria.
El padre Francisco de Paula Oliva, en 1968, aparece sentado (segundo derecha) al lado de José Daniel Nasta (centro parado) durante la inauguración de la sede de la publicitaria.

–Realmente creo que tu libro representa lo que académicamente sería “microhistoria”. Un ejemplo creo que es la anécdota de 1 dólar más en la subasta de lo que es hoy Mburuvicha Róga...

–Esta historia me pareció siempre fascinante. Pero queda en suspenso cualquier comentario para que los lectores puedan sentirse atraídos al libro.

–Lo de mariposas amarillas me recordó nuestro pozo de agua, décadas atrás con el enjambre de mariposas amarillas en su alrededor...

–Leer a García Márquez me retrotrajo a mi niñez de una manera vivida. Tengo el privilegio de una buena memoria visual, que me permite recordar hechos, situaciones y personas.

–Creo que tu técnica de armar la maleta es mejor que la de Marie Kondo.

–Sin comentarios. Excepto que es una técnica que desarrollé en innumerables viajes y no tiene contraindicaciones. La gente siempre se sorprende de cuánto puedo meter en una valija.

José Daniel Nasta durante una de las conferencias que ofreció en España.
José Daniel Nasta durante una de las conferencias que ofreció en España.

–¿Qué significa para vos Facundo Cabral, presente a lo largo del libro?

–Un privilegio haber sido amigos. Por su sabiduría, por su dimensión como ser humano pensante y experimentador del mundo. Por la profundidad de sus diálogos y comentarios y por la genuina amistad que cultivamos. No te puedo decir cómo me puteaba por no haber leído a Borges, pero es la verdad y no se lo escondía. Así como extraño a mi hermano Jorge, debo decir que también extraño a Facundo.

Más info:

Pequeñas historias que hacen grande la vida

De José Daniel Nasta

Editado por Fundación Texo para el Arte Contemporáneo.

“Quiero agradecer a mis ángeles literarios: Las Celeste: Prieto y Galeano, y la multicolor Flavia Laterza. Y a todos aquellos que me hacen llegar sus impresiones y comentarios al leerlo”.

pgomez@abc.com.py

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