Laura Sánchez Fernández, escritora y fotógrafa madrileña, llegó a Asunción hace ocho años. Desde entonces, poco a poco, ha establecido un diálogo literario y fotográfico con la capital, producto del cual es su libro “A la espera del colibrí” (editorial Rosalba).
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En su segunda entrega como novelista, cuenta una historia con los ojos de alguien “de afuera” y ofrece un viaje mediante una de las calles más emblemáticas de Asunción: Choferes del Chaco, escenario de la vida de Teodoro, protagonista de su obra.
-Mas allá de la propuesta literaria en sí, ¿qué es “A la espera del colibrí”?
-“A la espera del colibrí”, mi segunda novela, surgió a raíz de una calle y un título. Contrariamente a lo que me suele ocurrir, pues siempre tengo dificultades para titular mis obras, cuando el bosquejo de la novela comenzó a dibujarse en mi mente, apareció este título unido a ese punto de la ciudad. Tenía a su vez la temática: la esperanza; quería reflexionar sobre la posibilidad de recobrarla cuando se ha perdido por completo. Es una obra muy especial para mí porque nace también del deseo de querer mostrar, a través de mis ojos, los de una extranjera que reside en Asunción, una visión la ciudad.

-¿Por qué el colibrí?
-El colibrí es un ave que me fascina. Nunca había visto uno hasta que llegué a Asunción. Aquí aprendí a oírlo, antes de verlo y capturarlo con mi cámara. Me cautivó desde el primer momento, mucho antes de conocer la interpretación que se le da a sus visitas. El hecho de que haya tenido varios nidos en casa y haya podido asistir al nacimiento de unos cuantos polluelos de colibrí, me ha unido aún más a esta ave. En la novela, el colibrí es un personaje más que interactúa con los protagonistas, es un conector, una figura siempre presente entre ellos y con ellos, y con la que cada uno se relaciona de manera diferente.
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-Lleva ocho años viviendo Asunción ¿De qué manera su experiencia de vida y su inmersión en la cultura paraguaya se han manifestado en la construcción de los personajes y el ambiente de su novela?
-Personalmente la encuentro una obra muy paraguaya para ser escrita por una extranjera. De hecho, el mejor cumplido que me han hecho hasta ahora, fue el comentario que me hizo la madre de una amiga en España, que me dijo que no pareciera que la hubiese escrito una española. Imagino que después de ocho años viviendo en Asunción hay usos y costumbres del país que ya he interiorizado como algo normal en mi vida y creo que eso se refleja en la novela.

-La obra nos sumerge en la vida de Teodoro, un vendedor ambulante en una calle muy específica de Asunción. ¿Qué le llevó a elegir esta localización tan particular –Choferes del Chaco casi Mariscal López, entre el presidio de mujeres y el cementerio de la Recoleta– como escenario central de su historia?
-Al llegar a Asunción este lugar me llamó la atención de sobremanera: en pleno centro urbano una calle que separa la penitenciaria de mujeres -El Buen Pastor- del cementerio más importante de la ciudad -La Recoleta-. Inmediatamente me vino a la mente la idea de escribir sobre alguien atrapado entre esos dos mundos. Así nació la idea y el personaje. (Para la novela) visité ambos lugares; me impresionaron y me reafirmaron en mi decisión de escribir sobre este cruce de calles y caminos.

-La novela describe un viaje “contra el recuerdo”, donde la esperanza parece desvanecida, pero nuevas personas se cruzan en el camino de Teodoro. ¿Cómo manejó el equilibrio entre la melancolía y la aparición de la esperanza a lo largo de la narrativa?
-Como un juego de luces y sombras. Tenía que ser así, o al menos así lo veía yo, porque cuando un recuerdo duele tendemos a intentar borrarlo. Por eso Teodoro lucha contra su pasado, contra sus recuerdos, lo que lo aísla de todo y de todos y termina por apagarlo. Esas personas con las que se va cruzando a lo largo de la obra van prendiendo luces en su camino y sin que él se dé cuenta, van iluminando sus recuerdos y una pequeña esperanza.
-¿Qué simbolismo le otorgó al entorno urbano y a la cadencia de la ciudad que se menciona en la descripción de la obra?
-La ciudad es el escenario en el que se mueven los personajes, sobre todo esa encrucijada de la calle Choferes del Chaco y Mariscal López que aprisiona al protagonista. En la novela, cada capítulo empieza en una estación diferente del año, marcando el paso del tiempo y de la vida. De la misma forma, todos los capítulos empiezan en ese punto de Asunción, en esa calle, porque, a pesar de todo, del tiempo que transcurre, de los cambios climáticos, de las diferentes horas del día, de los autos que pasan, ese lugar sigue inamovible, atrapado entre dos mundos, al igual que Teodoro.
-¿Qué mensaje o reflexión principal le gustaría que los lectores se llevaran después de sumergirse en la vida de Teodoro y en la Asunción que describe?
-Me gustaría pensar que todo lector que no conozca Asunción podrá tener con esta novela una pequeña ventana a la ciudad para verla, olerla, escucharla, en definitiva, sentirla de alguna manera. El mensaje que me gustaría transmitir es el de la esperanza, que se abre paso, a veces a pesar de nuestra propia desesperanza, imponiéndose a nosotros, atropellándonos como la vida.

-¿Cómo influye su formación académica y su origen en la forma en que observa y luego describe el entorno paraguayo en su obra?
-Creo que más que mi formación académica es mi manera de “mirar” lo que me rodea lo que más influye en mi obra. Me gusta mucho andar por las calles, observar las casas, los árboles, las personas que transitan, a veces hasta los charcos o las pequeñas casitas para nidos que algunos vecinos cuelgan en ramas para los pájaros. Me gusta escuchar a la gente hablar, charlar con vecinos, que me cuenten historias… Creo que eso se refleja en lo que escribo y en mi manera de escribirlo. No busco hablar de los monumentos o de la historia, sino de lo cotidiano, de la ciudad que palpita bajo los incontables árboles que la pueblan, de sus habitantes, de la lluvia, del calor, de esa naturaleza que invade Asunción, que la recorre, y que marca su ritmo de vida.
Sobre la autora
Laura Sánchez Fernández nació en Madrid, España, en diciembre de 1967. Es licenciada en Historia del Arte graduada en la Universidad Autónoma de Madrid. Fue profesora de lengua española en Rabat (Marruecos).

Se formó en literatura creativa y novela corta. En noviembre de 2022 publicó su primera obra llamada “La caja del tiempo” y en enero de 2025, la segunda, A la espera del colibrí.
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También alterna literatura y fotografía en Asunción, donde reside actualmente, en misión diplomática junto a su esposo Badreddine Abdelmoumni, embajador del Reino de Maruecos en el Paraguay. Asimismo, en esta capital, Sánchez presentó la exposición fotográfica La Plenitud de lo Mínimo, en junio de 2022.
